Por R. Atkins y Q. Peel
La sorpresiva renuncia del alemán Jürgen Stark al comité ejecutivo del Banco Central Europeo el viernes expuso la seriedad de las divisiones en el corazón de la gestión de crisis de la eurozona.
Mientras la mayoría en el BCE respaldó medidas extraordinarias para evitar que los problemas de deuda de la eurozona se vuelvan un riesgo sistémico para la unión monetaria de Europa, los conservadores fiscales y de política monetaria de Alemania han protestado a medida que se abandonan los libros de texto y las convenciones.
A comienzos de este año. Axel Weber renunció a la presidencia del Bundesbank y se retiró de la carrera para suceder a Jean-Claude Trichet como presidente del BCE, diciendo que su “posición clara” sobre decisiones importantes lo habían enfrentado con otros gobiernos de la eurozona.
Stark, de 63 años, no dio explicaciones por su decisión más allá de “razones personales”. Pero personas de su círculo explicaron que la decisión del BCE el mes pasado de aumentar su programa de compra de bonos del gobierno para incluir la deuda italiana y española había sido un factor significativo. En las cuatro últimas semanas, el BCE ha gastado más de 55 mil millones de euros.
Stark se vio herido por las críticas de Christian Wulff, presidente federal de Alemania, en cuanto a que la compra de bonos del BCE era “legalmente cuestionable”. Para los conservadores alemanes, el BCE estaba avanzando peligrosamente hacia la política fiscal, permitiendo a Italia y otros gobiernos de la eurozona postergar dolorosas medidas de austeridad fiscal.
Stark, que a fines de los ‘80 era consejero de Helmut Kohl, canciller de la reunificación alemana, y vicepresidente del Bundesbank, encontró su pensamiento económico cada vez más opuesto a los pasos tomados por los banqueros centrales en el mundo.
Stark tuvo un papel central en la redacción del “pacto de estabilidad y crecimiento” de la eurozona, que estableció normas fiscales para los estados miembro y que buscaba compensar la falta de una unión política que acompañara la unión monetaria. Pero el pacto fue infringido repetidamente por Grecia y otros países del bloque - incluso por Alemania bajo Gerhard Schröder, el canciller socialdemócrata entre 1998 y 2005. La crisis de deuda de Grecia obligó a las autoridades a torcer las reglas otra vez.
La renuncia de Stark alimentará la preocupación de los mercados financieros acerca de las divisiones por el manejo de la crisis. Su alejamiento es también “dañina para la credibilidad del BCE en Alemania”, explicó Jörg Krämer, economista jefe de Commerzbank, pero “muestra una vez más que la posición tradicional del Bundesbank está en clara minoría dentro del BCE”.
Esto difícilmente podría haber llegado en un momento más sensible para la canciller Angela Merkel. Ella está tratando de persuadir a los miembros más fiscalmente conservadores de su partido Unión Demócrata Cristiana en el parlamento alemán de la necesidad de respaldar un gran incremento en las garantías financieras alemanas para el fondo de rescate de la eurozona.
Una rebelión de más de 19 de sus partidarios borraría su “mayoría de la canciller” en el Bundestag y amenazaría la supervivencia de su coalición. Stark era visto por los conservadores alemanes como el hombre capaz de asegurar que el BCE no fuera arrastrado por los gobiernos de la eurozona al rescate de estados miembros. Es probable que su renuncia refuerce las dudas de la CDU y el partido Democrático Libre, el socio menor en la coalición de Merkel.