El mismo Dominique Strauss-Kahn lo dijo unos días antes de ser arrestado por intento de violación en Nueva York en mayo. Su debilidades como candidato del Partido Socialista para desafiar a Nicolas Sarkozy en las elecciones del próximo año eran “el dinero y las mujeres”.
Ahora que los cargos contra él parecen desmoronarse, muchos esperan que Strauss-Kahn vuelva a ocupar el lugar que le corresponde como uno de los políticos más populares de Francia. En una encuesta difundida ayer, 42% de los franceses consultados dijo que puede ser un buen presidente, lo que implica un alto índice de aprobación en un electorado políticamente fragmentado. Por su parte, el Partido Socialista señaló que no se cruzará en su camino si decide competir por la nominación.
Pero la cuestión es saber si Strauss-Kahn ha superado esas debilidades durante la dura prueba que enfrentó en estas siete semanas. Es cierto que los franceses pueden ser más tolerantes con las aventuras sexuales que los puritanos estadounidenses o británicos, pero hay condiciones que son bastante fundamentales, como la discreción y el respeto por el cargo de presidente.
Mucho se ha publicado últimamente, verdadero o no, sobre el comportamiento de Strauss-Kahn en su vida privada, que podría socavar su imagen presidencial.
Ayer, el abogado de Tristane Banon, la periodista que acusa a Strauss-Kahn de haber intentado violarla durante una entrevista privada, en 2003, ha dicho que la mujer lo demandará. Los abogados del ex titular del FMI respondieron inmediatamente diciendo que su cliente presentará una demanda por calumnias.
Pero el caso Banon prueba que la vuelta a la política de Strauss-Kahn no estará libre de escollos, incluso a los ojos del público francés, aún si se lo exonera en EEUU.
Además, los votantes franceses también tendrán que perdonarle su inclinación por la buena vida. Uno de sus primeros actos tras obtener la libertad fue cenar un restaurante de Nueva York un plato de pasta con trufas por el que pagó US$ 100.
Desde muchos puntos de vista, el del dinero es el pecado más grande en Francia, donde las actitudes hacia la riqueza siempre han sido complejas, especialmente en el caso de un potencial candidato del Partido Socialista. En las próximas semanas Strauss-Kahn tendrá que decidir si asume estos riesgos y compite por la nominación presidencial, siempre y cuando en Nueva York desistan de presentar los cargos.
Tal vez lo más sensato es que Strauss Kahn diga que necesita algún tiempo fuera de la política para recuperarse. Pero quienes lo conocen creen que es improbable que elija esta opción. Si vuelve a la política, querrá el Eliseo para sí.