La rebaja de Standard & Poor’s no debería haber sido una sorpresa y las implicancias directas para los mercados financieros mundiales deberían resultar limitadas. La agencia avisó con anticipación al poner la deuda de EEUU en perspectiva negativa; la rebaja no dio a los inversionistas información que no tuvieran ya respecto de la quebrada maquinaria fiscal de Washington. Las consecuencias indirectas de la baja, sin embargo, podrían dar más problemas.
La Reserva Federal anunció rápidamente que continuará aceptando bonos del Tesoro como garantía y que los bancos no sufrirán castigos en la adecuación de capital como resultado de la rebaja. Confirmaciones similares han comenzado a surgir de los ministerios de Hacienda de países del G7 y G20 tras las conversaciones de emergencia del fin de semana.
Pero, la rebaja podría intensificar las preocupaciones por los riesgos que persisten para la política fiscal de EEUU y la economía como un todo. En parte, esto sería una buena cosa. Con suerte, alentará a los legisladores estadounidenses a actuar de modo más responsable e inteligente cuando confronten los desafíos fiscales de largo plazo del país. Por otro lado, podría incrementar el rendimiento de los bonos y provocar una alarma exagerada cuando la confianza económica en EEUU y Europa ya es baja, con justa razón.
En términos de capacidad de pago, los bonos del Tesoro ciertamente seguirán entre los valores más seguros en el mundo. En el largo plazo, sin duda, la deuda de EEUU va en una trayectoria peligrosa, lo que significa que amenaza con alzas en las tasas de interés y mayor fragilidad financiera. Pero no hay peligro visible de que EEUU sea alguna vez incapaz de pagar sus deudas.
El análisis de S&P por tanto tiene errores, no sólo por la vergonzosa confusión en la proyección de la deuda, sino también porque da peso excesivo a un escenario improbable: que un día EEUU será incapaz de pagar a sus acreedores.
Donde S&P acierta, sin embargo, es en resaltar el nuevo peligro de que el gobierno de EEUU pueda elegir no pagar su deuda -el abismo de un default voluntario sobre cuyo borde Washington caminó despreocupadamente durante el teatro del techo de la deuda. El Congreso debiese actuar para garantizar que este episodio nunca volverá a repetirse. La misma ley que creó el techo de la deuda debe ser revocada.
Mientras tanto, otros gobiernos debiesen esforzarse al menos en evitar que las cosas empeoren. Las autoridades de la eurozona siguen luchando ineficazmente con su propia crisis de deuda. Ellos deben actuar más decisivamente para inspirar la confianza del mercado en sus políticas.