Por John Paul Rathbone y Naomi Mapstone en Lima
Muy pocos empresarios millonarios dicen ser socialistas. Muy pocos aún renuncian a la buena vida por la dura y revuelta política en Latinoamérica.
Pero Salomón Lerner hizo su fortuna suministrando helicópteros a la industria minera que ha impulsado uno de los mayores auges económicos del mundo, y es conocido ahora, algunas veces, como el “cerebro” detrás del controversial presidente de Perú, Ollanta Humala.
Ahora como primer ministro, Lerner ha estado durante los últimos cinco años acompañando a Humala en su notable travesía política. En 2000, el entonces coronel Humala lideró un fallido intento de golpe de Estado. En 2006, cuando ambos se conocieron, Humala buscó llegar al poder de nuevo, pero a través de las elecciones.
En ese entonces, Humala utilizaba un lenguaje socialista agresivo: este año, con Lerner como su consejero de campaña, recomendó el uso de políticas moderadas adoptadas por el ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva. El cambio retórico ayudó a Humala a ganar la segunda vuelta el 5 de junio. También dejó dudas sobre dónde descansan sus verdaderos instintos.
“Humala siempre ha creído en la inclusión social, una sociedad más justa e igualitaria que beneficie a todos, y ha mantenido ese mensaje”, insiste Lerner. “Lo que ha cambiado es la manera en que se comunica”, agregó.
Discurso sensato
El sector privado es un motor de desarrollo muy importante, admite Lerner, apuntando a los US$ 40.000 millones que las mineras multinacionales están listas para invertir en Perú, el segundo mayor productor de cobre del mundo y que está entre los primeros cinco en minas de oro, plomo y plata.
“El Estado no tiene dinero suficiente para suministrar la inversión, la que genera el crecimiento y financia los programas sociales que necesitamos”. Este discurso sensato, combinado con la inesperada confirmación del presidente del banco central, Julio Velarde, ha tranquilizado a los que tenían dudas desde la victoria de Humala.
“No somos muy ideológicos”, dice Lerner sobre el nuevo gabinete, que mezcla economistas ortodoxos, radicales de izquierda y ex militares. “Lo que es importante no es el color del gato, si no que cace ratones”, añade parafraseando al ex líder comunista chino Deng Xiaoping.
El pragmatismo consensual de Lerner puede ser visto en la política social del gobierno. Muchos esperaban un derroche en el gasto mientras Humala cumplía las altas expectativas entre sus principales electores, que forman parte del 33% de los peruanos que vive bajo la línea de la pobreza con US$ 4 al día.
Cómo se cumplirán estas expectativas sigue siendo “una buena pregunta”, comenta Lerner. Por ahora, el aumento de los pagos sociales está siendo destinado a los más pobres. El presupuesto del gobierno, que tiene un superávit, puede con facilidad cumplir el costo extra de
US$ 370 millones.
Por el momento, los sólidos ingresos por los altos precios de los commodities significa que el gobierno puede satisfacer a todo el mundo. “No somos populistas”, dice Lerner. Tampoco el gobierno ha tenido que lidiar con alguno de los sangrientos conflictos sociales que estallan en las zonas mineras de Perú, pero se espera que su enfoque de mentalidad social ayude a prevenirlos.
“El diálogo es claramente importante”, acota Lerner, “pero no dejaremos que nadie tome el control de las calles”.