Liang Wengen, presidente de Sany Heavy Industry, el mayor fabricante de equipamiento de construcción de China, está en buena racha, a pesar de que tuvo que suspender su apertura a bolsa por 26 millones de dólares hongkoneses la semana pasada debido a la incertidumbre económica mundial.
A principios de este mes, dos publicaciones de negocios lo nombraron el hombre más rico de China, estimando su patrimonio en el rango de entre 60 y 70 millones de yuanes.
Desde la semana pasada, Liang (55), que de niño tejía cestos de bambú para vender en una pobre villa de Hunan, se ha vuelto también el centro de la especulación de la prensa y de Internet de que podría convertirse en gobernador adjunto de Hunan y un miembro del comité central del Partido Comunista el próximo año.
Hasta ahora, no ha habido un pronunciamiento oficial, pero un diario de Guangdong que lanzó la historia la semana pasada dice que ha confirmado las noticias con Liang y con autoridades del Departamento de Organización de Hunan, responsable de los temas de personal. Si esto resulta cierto, el ascenso político de Liang trae implicancias simbólicas y prácticas.
Inevitablemente, un severo debate ya ha comenzado en serio en las salas de chat de China, con los partidiarios y detractores en un cruce de espadas.
Para los partidiarios, darle a Liang un empleo de alto rango en el gobierno enviará un positivo mensaje e impulsará el estatus de los hombres de negocios privados, que están bajo asedio comercial y políticamente.
Para los detractores, el nombramiento de Liang podría ser visto como un mayor signo de colusión entre los negocios y la política en un momento en que hay un descontento social por la ampliación de la brecha de ingresos. Es en este contexto que los dirigentes chinos merecen elogios, y Liang merece aún más alabanzas por su coraje para asumir el desafío.