Por Richard Waters
Sony suspendió el acceso a PlayStation Network el 19 de abril tras descubrir el robo de los datos personales de sus 77 millones de miembros, incluyendo nombres, direcciones de correo, nombres de usuario y contraseñas. Más tarde dijo que también parecían haberse tomado los detalles de las tarjetas de crédito de los usuarios. La empresa no alertó sobre la intrusión hasta el 26 de abril.
La violación de la privacidad en Sony tocó nervios sensibles, no sólo por el modo en que se manejó. Las redes de juego se están convirtiendo en uno de los grandes frentes en la guerra por la sala de estar digital. No sólo conectan a los jugadores entre sí, sino que les permite arrendar películas, escuchar música y hablar con amigos. Para Sony en particular, hay pocas cosas de mayor importancia estratégica.
La empresa nipona sueña hace tiempo con conectar sus muchos dispositivos de consumo de modo que su valor sea más que la suma de sus partes. Y los juegos han asumido un rol cada vez más central para Sony, que ha perdido terreno en categorías de electrónica de consumo que alguna vez dominó.
Para algunos, este caso es otro ejemplo de lo vulnerables que son las grandes empresas. JPMorgan Chase, Citibank y Target pasaron vergüenza el mes pasado cuando tuvieron que admitir el robo de sus listas de clientes de Epsilon, la empresa que usaban para manejar sus listas de marketing por correo electrónico.
Para la mayoría de los no-jugadores, resulta sencillo ignorar la debacle de Sony. Las intrusiones digitales se han vuelto familiares y para la mayoría de los consumidores la vida online sigue como antes. Esa actitud puede hacerse insostenible.
A medida que los datos personales almacenados online crecen, también lo hacen los incentivos para robarlos. Los detalles de tarjetas de crédito son la señal más visible. Pero el robo de esta información está siendo superado por el de otros datos. Dos tercios de las personas usan una o dos contraseñas en todos los sitios que visitan. Con información personal como “el nombre de soltera de su madre”, es más sencillo tomar dinero sin recurrir al fraude con tarjetas de crédito.