"La razón por la que me encanta el fútbol es porque es el único deporte en el mundo donde el más débil tiene una oportunidad", asegura Marcelo Claure. "Si tenemos en cuenta el Producto Interno Bruto de Inglaterra y Uruguay, Inglaterra deberían aplastarlo cada vez que juegan".
Claure destaca el desempeño de Bolívar, el equipo boliviano de fútbol que posee. "El año pasado llegamos a las semifinales del equivalente a la (UEFA) Champions League en Latinoamérica, y ahora hemos clasificado como uno de los 50 mejores clubes del mundo".
Claure debe esperar que la misma regla se aplique a la industria de la telefonía móvil: fue elegido recientemente por Masayoshi Son, el multimillonario japonés de las telecomunicaciones, para darle un giro a Sprint, la complicada red de telefónia móvil estadounidense.
Claure llamó la atención de Son cuando dirigía Brightstar, el distribuidor de equipos de telefonía móvil que fundó y convirtió en el mayor del mundo. El magnate japonés quedó tan impresionado con el negocio basado en Miami que compró una participación controladora por US$ 1.260 millones en 2013, un acuerdo que hizo a Claure multimillonario. Se dice que es el latino más rico que vive en Estados Unidos.
Mientras manejaba Brightstar, Claure ganó una especie de estatus de celebridad, gracias en parte a que Jennifer Lopez actuó en su fiesta de cumpleaños número 40, y a su amistad con David Beckham, con el que está tratando de lanzar un equipo de fútbol en Miami.
"Es frustrante que una de las ciudades más cosmopolitas del mundo no tenga un equipo de fútbol. Por eso me asocié con David. En los próximos 60 a 90 días deberíamos estar anunciando que tendremos un equipo en Miami".
Pero, ¿por qué un emprendedor en serie que se codea con cantantes de pop y estrellas del fútbol se convierte en "hombre de empresa", y mueve a su familia a Kansas City, una ciudad mucho menos atractiva que Miami? ¿Por qué no crear una nueva empresa?
Cuando nos reunimos en la sede de Sprint, Claure está claramente incómodo con el campus del grupo. Pero insiste en que está listo para el reto empresarial. "Esta podría ser una gran historia de éxito, o será la historia de un emprendedor que no pudo hacer lo mismo en el mundo empresarial estadounidense".
La carrera de Claure como empresario comenzó a los 18 años, cuando solía volar a Bolivia desde Massachusetts para las vacaciones de la universidad y comprar latas de alimentos procedentes de la fábrica familiar. "Entonces, solía pedir prestado el auto de mi mamá, iba al mercado, abría la parte trasera del auto, y vendía un montón de cosas". Su madre estaba un "poco avergonzada", pero él estaba enganchado.
Su siguiente empresa, Best Travel Consultant, vio a Claure comprar millas de viajeros frecuentes a compañeros de estudios y venderlas con un beneficio a quienes buscaban pasajes de avión baratos a sus casas. "Para un estudiante universitario, estar ganando una buena cantidad de dinero era genial. Tuve empleados. Mi último año fue bastante divertido".
Su primer "buen trabajo" después de la universidad fue con la Federación Boliviana de Fútbol, donde formó parte del equipo que llevó a Bolivia a la Copa del Mundo en 1994.
Unos años más tarde, volvió a Massachusetts y entró en una tienda de teléfonos móviles para comprar un nuevo aparato. El propietario, Enrique, estaba harto, y buscaba una salida. "Estaba muy molesto porque tenía que trabajar hasta tarde porque su personal de ventas no se había presentado ese día", recuerda Claure.
"Me preguntó si conocía a alguien que quisiera ser dueño de una tienda de telefonía celular. Le dije: 'Claro, yo´. No tenía mucho dinero, por lo que la compré por casi nada, y le pagué con las ganancias".
Claure adquirió una gran participación en el negocio de una sola tienda y asumió el control del día a día, convirtiéndola en una cadena con múltiples ubicaciones en Nueva Inglaterra.
Terminó vendiendo su participación nuevamente a su dueño con un beneficio considerable, a raíz de un desacuerdo sobre la estrategia. "Me dijo: 'Estoy acabado. Tengo 60 años. No tengo ningún interés en llegar a ser la compañía más grande del mundo'. Y yo pensaba: 'No. Tenemos que tomar todo el dinero y reinvertirlo'".
Después de un corto período trabajando para otro gran distribuidor de equipos -"me gusta ser mi propio jefe"- se trasladó a Miami en 1997 y creó Brightstar. "De acuerdo, puede no ser la industria más emocionante, la distribución, pero hemos sido capaces de crear la empresa número uno en el mundo".
Cuando Son compró Sprint, la tercera red más grande de EEUU, tenía la intención de fusionarla con T-Mobile, la número cuatro, pero los reguladores bloquearon la transacción por motivos anticompetitivos. Después de que el plan fracasara, contrató a Claure, que ya era director, como presidente ejecutivo. Llegó en agosto para encontrar una empresa sumida en el caos.
En una de sus primeras reuniones, le preguntó a un vicepresidente por qué alguien querría ser cliente de Sprint, "y no fui capaz de obtener una respuesta directa". "La situación era más difícil que lo que la mayoría de la gente creía", dice. "Me tomó un par de días darme cuenta de que teníamos que tomar medidas realmente dramáticas.
Me habría gustado haber tenido un poco más de tiempo para entender, pero me vi obligado a lanzarme al modo de guerra". Recortó 4.000 puestos, despidió a la agencia de marketing y cambió las políticas de crédito del grupo.
Desde su incorporación, la compañía ha ralentizado el ritmo al que está perdiendo clientes de contrato, pero lo ha hecho a costa de librar una costosa guerra de precios. Algunos analistas creen que se quedará sin dinero el próximo año, aunque Claure insiste en que el cambio es posible.
Él está tratando de revivir a la compañía en medio de un frenesí de acuerdos en la industria, con AT&T comprando DirecTV por US$ 48.500 millones y Charter Communications a Time Warner Cable por
US$ 56.700 millones. Ahora Dish, uno de los mayores grupos de televisión de pago de EEUU está en conversaciones para comprar T-Mobile. Hay peligro de que Sprint termine siendo el último sin pareja.
Claure puede estar disfrutando de su nuevo papel en Kansas City, pero cuando le pregunto cómo lo está llevando su familia, escoge sus palabras con más cuidado. "Se están adaptando. Es una vida diferente", dice antes de ofrecer una anécdota más reveladora acerca de la reciente llegada de su hija.
"Cuando mi esposa estaba dando a luz, me miró y me dijo: '¿Alguna vez pensaste que íbamos a tener un bebé en Kansas City? Le dije: 'No, la vida está llena de sorpresas y tienes que tomarlas como vienen".