Los líderes de la UE han pasado gran parte de abril comprometiéndose con el crecimiento, en parte por el francés François Hollande, que llegó a la presidencia por el descontento con el ajuste.
Sin embargo, un reporte entregado ayer por la Comisión Europea, con recomendaciones país por país, muestra que Bruselas sigue apostando por la austeridad, y su próximo objetivo podría ser el propio Hollande.
Casi todos los países recibieron instrucciones para ajustarse aún más el cinturón.
El lenguaje con París fue duro y las previsiones de su presupuesto calificadas de “optimistas” sin “suficiente especificación”.
El informe además elogió reformas del mandatario galo anterior, Nicolas Sarkozy, que Hollande quiere revertir, incluida la reforma de pensiones.
Muchas frases parecen apuntar a Hollande, una señal de que Olli Rehn, máxima autoridad económica de la UE, se prepara para forzar a París a más ajustes o sufrir duras multas de Bruselas.
Es improbable que Hollande haga cambios antes de las elecciones legislativas de junio, pero el reporte de la Comisión deja claro que deberá tomar algunas decisiones difíciles.
En cuanto a las reformas estructurales, el informe destaca que la participación gala en las exportaciones mundiales cayó 19,4% entre 2005 y 2010. Uno de los culpables sería el impuesto implícito al trabajo galo de 41%, uno de los mayores de la UE.
Los crecientes costos laborales aumentaron el tipo de cambio real galo en 12,9% entre 2000 y 2010, indicó el informe.
Además reconoció los esfuerzos realizados bajo Sarkozy para reducir los costos laborales, aunque Hollande se comprometió a revertir los cambios legislativos sobre cargas sociales y prometió un pequeño aumento real en el salario mínimo.