Ataques de piratas en África empiezan a parecerse a los de guerrillas
Para entender las tácticas de los piratas somalíes que plagan las rutas navieras clave al Asia, y porqué son tan...
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Para entender las tácticas de los piratas somalíes que plagan las rutas navieras clave al Asia, y porqué son tan difíciles de combatir, piense en ellos como guerrilleros. En un estilo clásico, el secuestro exitoso del transporte químico Fairchem Bogey reveló la capacidad de las guerrillas-piratas de adaptarse, encontrar las debilidades de un objetivo y explotarlas al máximo.
El Fairchem Bogey fue tomado anclado en el puerto de Salalah, en las aguas territoriales de Omán. Los piratas nunca se habían movido tan al norte y nunca antes habían atacado un barco anclado. Gestionado por la empresa hongkonesa Anglo-Eastern Ship Management, el Fairchem Bogey tenía guardias armados, pero se les pidió descender en Mascate, de modo que estuvieran fuera del barco antes de comenzar la descarga, como piden las regulaciones locales.
En vez de sus usuales botes de fibra de vidrio, los piratas se lanzaron desde un velero transportando ganado, un navío indistinguible de los miles que surcan la costa omaní.
El vasto esfuerzo naval, patrullas permanentes de la OTAN y EEUU en el Golfo de Adén y escoltas de naciones como China, Rusia y Japón, quedaron en esencia impotentes dada la ubicación y audacia de la incursión.
El barco y sus 21 tripulantes se encuentran ahora en una guarida en la costa somalí mientras se realizan las negociaciones para su liberación.
El ataque ha provocado escalofríos en las comunidades navieras regionales. Con esfuerzos navales cada vez más coordinados, capitanes mercantes mejor preparados y el uso cada vez más común de guardias armados, había una sensación creciente de que la vida era más difícil para los piratas. Oficiales navales dicen que los piratas tienen que protagonizar más intentos antes de conseguir un ataque exitoso, lejos de los días en que golpeaban a voluntad en el estrecho del Golfo de Adén.
“Todo lo que hemos trabajado para protegernos de la piratería en los últimos años, y parece que hubiésemos vuelto al punto de partida”, comentó un ejecutivo naviero en Hong Kong. “Los piratas siempre van un paso adelante. Si ahora pueden atacar puertos a voluntad, ¿dónde terminará?”.
Ciertamente, el ataque al Fairchem Bogey despierta algunas sombrías preguntas. ¿Tenían los piratas información interna sobre las operaciones en el puerto de Salalah? ¿Conocen las regulaciones locales y normas de anclado? Si están trabajando con fuentes locales en los puertos del Mar de Arabia sería un hecho significativo.
En medio del pesimismo, puede haber algunos signos positivos. Podría decirse que el ataque en el puerto de Salalah evidenció la desesperación de los piratas y que es el tipo de ataque que no puede sostenerse. Posiblemente sea más fácil asegurar puertos que barcos en alta mar. Es significativo, también, que los ataques dentro de las aguas territoriales de una nación sean robos armados – algo que resulta más sencillo llevar a tribunales que la pesadilla jurisdiccional que es la piratería moderna.
¿Podría ser, entonces, que en su alcance y audacia crecientes los piratas estén sembrando las semillas de su propia destrucción? Cualquier optimismo en ese sentido debe ser templado con el hecho de que la respuesta final a la lacra de la piratería es solucionar el Estado fallido de Somalia – una tarea nada de fácil.