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Alza en los combustibles alimenta populismo en EEUU

La American Automobile Association (AAA) notó recientemente una tendencia extraña...

Por: | Publicado: Lunes 2 de mayo de 2011 a las 05:00 hrs.
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La American Automobile Association (AAA) notó recientemente una tendencia extraña. El número de automovilistas llamando a la organización tras quedarse sin gasolina ha subido casi 40% en un año. Un funcionario de la AAA especula que el aumento proviene de la fuerte subida de los precios de la gasolina: los conductores que no pueden darse el lujo de llenar sus tanques tratan de exprimir un último viaje.

La gasolina está ahora a unos US$ 3,87 por galón - bajo para los estándares del mundo desarrollado, pero casi un dólar más que hace un año y cerca del máximo histórico para EEUU de 2008.

El suministro de combustible es casi una obsesión para los votantes de EEUU. Apenas un año después del derrame de BP en el Golfo de México, 69% de ellos dicen que quieren más perforaciones en alta mar. Ken Salazar, secretario del interior, dijo recientemente que es casi como si el accidente nunca hubiera ocurrido. Y esta impaciencia alimenta un descontento más general. Casi 60% desaprueba la forma en que Obama está manejando la economía.

El presidente ha intentado fortificarse contra lo que puede ser la amenaza más grave para un segundo mandato. Su principal línea de defensa es culpar a las compañías petroleras. Después de que John Boehner, el presidente de la Cámara, dijera en televisión que todo el mundo, incluyendo las empresas petroleras, deben pagar su “parte justa” de los impuestos, el presidente dio una charla sobre el costo de llenar el auto y envió una carta a los líderes del Congreso. Pidió que se terminaran con “beneficios tributarios injustificados” por
US$ 4 mil millones. Convenientemente para el presidente, las empresas de energía anunciaron ganancias récord la semana pasada: ExxonMobil ganó más de US$ 10 mil millones en el primer trimestre, un alza de 69% respecto del año pasado.

Sin embargo, el enfoque populista de Obama probablemente no funcionará en su forma actual. Vincular subsidios y precios del gas es un non-sequitur. Las subvenciones para las empresas petroleras pueden ser caras para los votantes como contribuyentes; pero se benefician como compradores de la gasolina. Y el público sólo tiene una vaga idea de lo que Obama está pidiendo.

El presidente está lanzando su campaña por la reelección en 2012. En abril, tuvo grandes reuniones en los estados indecisos de Pensilvania e Indiana para discutir la cuestión energética. Eran una especie de autoaudiciones. Le darán a Obama y su equipo comprensión sobre el sentimiento público de manera que cuando debata a su retador republicano en 16 meses más, conocerá las quejas sobre las gasolinas.

Podemos esperar un poco del tono despreocupado que Obama adopta a menudo cuando se habla del medio ambiente. “No hay mucho que podemos hacer la próxima semana o en dos semanas más”, dijo a una multitud en la compañía de energía eólica Gamesa en Pensilvania. La conversión a energía limpia será un proceso largo, advirtió. (O prometió.) Pero su carta a Boehner (“Simplemente no podemos pagar estos subsidios”) usa un tono diferente.

En la misma encuesta del Washington Post que mostró el impacto de los precios de las gasolinas en la popularidad de Obama, un nuevo desarrollo se pasó por alto. Al preguntarles qué les gustaría hacer para cerrar el déficit presupuestario, los estadounidenses rechazaron casi todas las alternativas. Grandes mayorías se oponen a la reducción del gasto militar. Otras aún más grandes no quieren recortes en los derechos de salud. La única solución popular - y muy popular - fue la de aumentar los impuestos a quienes tienen ingresos superiores a US$250.000.

En eso, y en el tono populista de los ataques a Obama en las grandes petroleras, podemos ver los contornos emergentes de la campaña 2012. No parecen elegantes.

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