Alerta en Latinoamérica por pesimismo global
El ministro de Finanzas de Perú, Luis Castilla, contó que todos los días...
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Por J.P. Rathbone
El ministro de Finanzas de Perú, Luis Castilla, contó que todos los días enciende una vela y “ruega que China no se derrumbe”. Sus oraciones se repiten en muchos países de una región que sigue siendo uno de los pocos lugares rescatables de la economía mundial.
Las economías sudamericanas ricas en materias primas crecieron 5% en el primer semestre de este año. El año pasado, esos nuevos motores de la economía mundial agregaron medio punto porcentual a la producción global.
Pero la menor demanda asiática y la caída de los precios de los commodities reavivaron el fantasma de que Sudamérica, habiendo mayormente escapado de la recesión de 2008-09, quizá esta vez no tenga tanta suerte.
Otra recesión “provocaría más daño que la última, dado que no se producirán los mismos efectos positivos provenientes del crecimiento de China y la India”, señaló Sebastián Edwards, ex economista de América Latina del Banco Mundial. Si hay recesión “sería más global, por lo que nos afectaría más”.
Ayudados por el pesimismo en EEUU y Europa, los mercados rápidamente tuvieron en cuenta esa posibilidad.
El cobre, una gran fuente de exportaciones para Chile y Perú, respectivamente el primero y segundo productor más grande del mundo, cayó 27% este año a US$ 6.990 la tonelada, por debajo de su promedio de cinco años. El precio de la soja, que representa un cuarto de las ventas al exterior de Argentina, retrocedió 11%. Sin embargo, dada la ajustada oferta de materias primas muchos predicen un retroceso temporal de los precios, no un derrumbe.
Para contrarrestar una
desaceleración local, las economías mejor administradas de la región aún tienen armas que desplegar. Las tasas de interés tienen amplio margen para recortes, los niveles de deuda soberana se mantienen bajos y las reservas en divisas son elevadas. Por lo tanto, nadie predice una fatalidad en la región que en varios puntos de vista está mejor macroeconómicamente que el mundo desarrollado.