El shock arancelario de Trump provoca una respuesta generalizada en la sala de guerra de Trudeau

La ministra de Finanzas canadiense, Chrystia Freeland, estaba finalizando una reunión de un grupo especial del gabinete sobre las relaciones con Estados Unidos el lunes por la noche en Ottawa cuando surgió una nueva crisis: Donald Trump hizo una amenaza arancelaria en las redes sociales.

Poco después, Justin Trudeau habló por teléfono con Trump. El dólar canadiense se estaba hundiendo (alcanzó su nivel más bajo en cuatro años) en respuesta a la publicación de Trump de que impondría aranceles del 25% a todos los productos provenientes de Canadá y México a menos que esos países frenaran el flujo de fentanilo y migrantes hacia Estados Unidos. 

El primer ministro estaba tratando de asegurarle al presidente electo que había escuchado el mensaje. 

“Hablamos de algunos de los desafíos en los que podemos trabajar juntos. Fue una buena decisión”, dijo Trudeau a los periodistas el martes, camino de una reunión de gabinete en la que Trump volvió a ser un tema prioritario. “Esto es algo que podemos hacer: exponer los hechos y avanzar de manera constructiva”. 

El inminente regreso de Trump ha trastocado la política y los negocios canadienses, y la mayor parte de la atención se centra ahora en sus planes de sofocar el comercio en la región poco después de su investidura en enero. 

Trudeau restableció el comité especial del gabinete el 7 de noviembre y lo llenó con sus ministros más importantes, encabezados por Freeland y Dominic LeBlanc, un aliado de confianza que está a cargo de la seguridad fronteriza. 

Canadá y México son las dos economías que corren mayor riesgo de una guerra comercial más amplia. Y si bien los encuentros entre funcionarios estadounidenses en la frontera norte de Estados Unidos han aumentado, los problemas allí son de una escala diferente a los de la frontera sur. Los encuentros en la frontera entre Estados Unidos y Canadá totalizaron 198.929 durante el año fiscal que finalizó el 30 de septiembre, en comparación con más de 2,1 millones en la frontera entre Estados Unidos y México, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos. 

Medidas fronterizas

La reacción inicial de México al pronunciamiento de Trump marcó un notable contraste con la de Canadá, cuando la presidenta Claudia Sheinbaum sugirió que su país podría responder con sus propios aranceles.

El mayor número de encuentros en la frontera norte en octubre fueron reportados por las oficinas de Buffalo, Seattle, Boston y Detroit, así como por estaciones en el llamado Sector Swanton, que cubre la frontera entre Estados Unidos y Canadá en Nueva York, Vermont y New Hampshire según datos de CBP. 

Marc Miller, ministro de inmigración de Canadá, dijo que el gobierno ha estado considerando una serie de medidas, “y esto incluye absolutamente recursos adicionales” para la policía que patrulla las zonas fronterizas. 

“Tenemos intereses compartidos aquí para hacer que sea algo manejable y controlado, y aquellos que no están autorizados a cruzar la frontera sean devueltos rápidamente”, dijo Miller. 

Mientras tanto, Trudeau ha convocado una reunión de los líderes provinciales del país para el miércoles para discutir cómo manejar la administración entrante de Trump. Las dos provincias más grandes del país son las más expuestas: Ontario, el centro de fabricación de automóviles, y Quebec, una potencia de las industrias del aluminio y la aviación, que representan más de la mitad del producto interno bruto. 

Los comentarios de Trump sobre los aranceles han provocado cierta indignación —"Esta no es forma de tratar a tu aliado más cercano", dijo el martes el primer ministro de Ontario, Doug Ford— pero también la sensación de que se trata de una posición negociadora de un presidente electo famoso por sus actitudes transaccionales. 

William Pellerin, abogado especializado en comercio internacional y socio de McMillan LLP en Ottawa, dijo que estaba sorprendido por el anuncio de Trump del lunes por la noche. Pero si bien interpreta la amenaza como real, también es una que se puede resolver mediante una mejor seguridad fronteriza. 

“Creo que eso es lo que Trump siempre ha hecho bastante bien: imponer el arancel y hacer que todos vengan con la mano en la masa pidiendo que los excluyan del arancel”, dijo Pellerin. “Absolutamente, debería haber una manera de darle una victoria a Trump, salvar las apariencias y evitar que se aplique ese arancel del 25%”.