Cepal mejora perspectivas para Chile y proyecta que Argentina también tendrá crecimiento negativo en 2023
El organismo pronostica que la economía chilena terminará este año con una caída de 0,3%, mejor que la contracción de 1,1% esperada en diciembre.
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Una nueva mejora para las proyecciones económicas de Chile entregó este jueves la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). De acuerdo a sus nuevas perspectivas regionales, la economía chilena terminaría este año con una caída de 0,3%, mejor que la contracción de 1,1% pronosticada por el mismo organismo en diciembre.
Sin embargo, la Cepal bajó levemente su estimación para la región. Si antes esperaba que América Latina creciera 1,3% durante 2023, ahora el Producto Interno Bruto (PIB) tendría una expansión de 1,2%.
Además, de acuerdo a las cifras del organismo, Chile ya no sería el único país en tener una actividad negativa durante este año. Argentina vería una baja de 2%, desde el crecimiento de 1% en su estimación previa. En tanto, se espera que América del Sur registre un crecimiento de 0,6% y entre los países vecinos Perú, Bolivia y Uruguay anotarían una expansión de 2%, Colombia 1,2% y Brasil 0,8%.
De acuerdo a lo comunicado, las economías de la región enfrentan un escenario externo complejo en 2023, con bajo crecimiento de la actividad y del comercio a nivel mundial.
“Adicionalmente, a las alzas experimentadas por las tasas de interés a nivel mundial se agregaron las turbulencias financieras observadas a comienzos de marzo, lo que ha acentuado la incertidumbre y volatilidad de los mercados financieros”, señaló.
Riesgos para la región
La Cepal advierte que si bien la inflación ha mostrado una tendencia a descender en la región y se espera que las alzas de las tasas de interés empiecen a concluir en 2023, “los efectos de la política restrictiva sobre el consumo privado y la inversión se harán sentir con más fuerza este año, dados los rezagos con que actúa la política monetaria”.
Para América del Sur, el organismo señala que la actividad será impactada por la baja en los precios de los productos básicos y las restricciones al espacio que la política doméstica tiene para apuntalar la actividad. A eso se suma que la alta inflación ha impactado los ingresos reales y está teniendo efectos sobre el consumo privado y la inversión.
Entre los riesgos a la baja se apunta a la posibilidad de que “resurjan y se acentúen las turbulencias del sistema bancario global -o del sistema financiero en su conjunto- lo que resultaría en un endurecimiento más persistente de las condiciones financieras mundiales, con los consecuentes impactos sobre el acceso y costo de financiamiento”.