Economía

La Agenda Mundial en 2024 | Joseph E. Stiglitz: Ansiedad estadounidense

Premio Nobel de Economía, es profesor universitario en la Universidad de Columbia y copresidente de la Comisión Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional.

Por: Project Syndicate | Publicado: Martes 2 de enero de 2024 a las 04:00 hrs.
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Foto: Bloomberg
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Si hay un acontecimiento que puede ser dominante en 2024, casi con certeza será la elección presidencial en Estados Unidos. A menos que surja algo inesperado, es muy probable que veamos una nueva contienda entre Joe Biden y Donald Trump, con un desenlace peligrosamente incierto. A un año, las encuestas en los principales estados oscilantes le dan una ventaja a Trump.

La elección será importante no solo para EEUU, sino para el mundo. El resultado puede depender de la perspectiva económica de 2024, que a su vez dependerá, en parte, de cómo evolucione la última conflagración en Medio Oriente. Mi mejor presunción (y mi peor pesadilla) es que Israel siga ignorando las peticiones internacionales de un cese del fuego en Gaza, donde 2,3 millones de palestinos han vivido en estado de desamparo durante décadas. Lo que vi durante una visita a fines de los años ‘90 como economista jefe del Banco Mundial fue desolador, y la situación no hizo más que empeorar desde que Israel y Egipto impusieron un bloqueo total hace 16 años en respuesta a la toma del enclave por parte de Hamás.

Más allá de las atrocidades perpetradas por Hamás el 7 de octubre, el mundo árabe no tolerará la brutalidad que se sufre en Gaza. En este contexto, es difícil ver de qué manera podemos evitar que se repita lo sucedido en 1973, cuando los Estados árabes de la OPEP organizaron un embargo petrolero contra los países que habían tomado partido por Israel en la guerra de Yom Kippur.

“Biden, objetivamente, ha sido un Presidente extraordinariamente exitoso. Ha manejado la situación en Ucrania mejor de lo que quizá lo hubiera hecho cualquier otro y ha puesto a EEUU en un nuevo curso económico”.

Esta medida de represalia, en realidad, no le resultaría costosa a los productores petroleros de Medio Oriente, porque el aumento de los precios compensaría la reducción de los suministros. No sorprende que el Banco Mundial, entre otros, ya haya advertido que los precios petroleros podrían aumentar a US$ 150 por barril o más. Eso desataría otro brote de inflación impulsado por la oferta, justo cuando se está logrando controlarla post pandemia.

En este escenario, a Biden inevitablemente se lo responsabilizará por los precios más altos y se lo acusará de un mal manejo de la situación en Medio Oriente. Poco importará que el conflicto fuera reavivado por los Acuerdos de Abraham de la administración Trump y el bandazo de Israel hacia una solución de facto de un solo Estado. Más allá de si es justo o no, la agitación regional podría inclinar la balanza a favor de Trump. Un electorado sumamente polarizado y montañas de desinformación podrían, una vez más, endilgarle al mundo un mentiroso incompetente que está dispuesto a eliminar las instituciones democráticas de EEUU y darle la acogida a líderes autoritarios como el Presidente ruso, Vladimir Putin, y el primer ministro húngaro, Víktor Orbán.

Lo mejor que podemos esperar con un regreso de Trump tal vez sea un estancamiento político, pero solo si el Congreso sigue estando, al menos en parte, bajo un control demócrata. A nivel global, en cambio, los acuerdos internacionales y la idea misma de un Estado de derecho internacional rápidamente se volverán fuerzas desgastadas, en tanto Trump retire impulsivamente a EEUU de acuerdos e instituciones que no sean de su agrado.

La tragedia es que Biden, objetivamente, ha sido un Presidente extraordinariamente exitoso. Ha manejado la situación en Ucrania mejor de lo que quizá lo hubiera hecho cualquier otro. Ha puesto a EEUU en un nuevo curso económico con un importante proyecto de ley de infraestructura, la Ley Chips y de Ciencia, y la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por su sigla en inglés), que ofrece financiamiento para la transición verde. Y desde comienzos de 2023, ha tenido que lidiar con una Cámara de Representantes controlada por republicanos que han demostrado ser ineptos para gobernar, y estar poco interesados en intentarlo.

En lo que respecta a lo que el Partido Republicano tiene como agenda política, no es lo que quieren los estadounidenses. La mayoría de los votantes se opone a una tributación regresiva y a políticas antilaborales (que contribuyen a la desigualdad), a los ataques a las universidades y a la ciencia (que minarán el crecimiento futuro) y a las reversiones atávicas de los derechos de las mujeres. De todas maneras, los republicanos han sido extraordinariamente exitosos a la hora de inclinar el campo de batalla electoral a su favor y describir a Biden como un hombre demasiado viejo.

Asimismo, algunos demócratas renegados se han hecho eco abiertamente de los republicanos al abrazar la idea de que la inflación fue originada por el gasto de la administración Biden en la recuperación de la pandemia. Pero ese gasto se implementó frente a una profunda incertidumbre, antes de que se conociera la magnitud y el alcance de la crisis pandémica.

La nueva administración fue sabia al optar por hacer demasiado y no demasiado poco, y Biden, en definitiva, ofreció una dosis de estímulo que estuvo considerablemente cerca de lo que se necesitaba. Un análisis cuidadoso de los datos muestra que la inflación post pandemia no fue causada principalmente por una demanda agregada excesiva, sino por escaseces de oferta y cambios en la demanda provocados por la pandemia (y exacerbados por la invasión de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022).

Quienes defendimos esta postura sugerimos que la inflación estaría contenida y luego empezaría a bajar (aunque nadie podía predecir exactamente cuándo). Eso es precisamente lo que sucedió. Desafortunadamente, los bancos centrales identificaron mal la causa de la inflación como una demanda excesiva e hicieron todo lo posible para atenuarla. Eso implicó aumentar las tasas de interés de manera rápida y furiosa.

Aun así, EEUU tiene suerte, ya que dos errores se compensarán mutuamente. Si bien la política fiscal va camino a ser más robusta de lo anticipado -hoy se proyecta que la IRA aumentará el gasto tres veces más de lo esperado-, el ajuste excesivo de la política monetaria por parte de la Reserva Federal ha compensado ese efecto para producir un aterrizaje suave. Ese desenlace por sí solo habría mejorado sustancialmente las perspectivas de Biden, si no hubiera tenido que lidiar con la agitación en Medio Oriente.

De cara al futuro, la independencia energética de EEUU implica que los precios elevados del petróleo sirven para redistribuir los ingresos de los consumidores a los productores de petróleo. Es verdad, este desenlace regresivo podría revertirse con un impuesto bien diseñado a los beneficios inesperados. Aún si Biden no lograra que un proyecto de ley de esas características fuera aprobado por el Congreso, defenderlo con firmeza podría ayudar políticamente. Los consumidores sabrían que está peleando por ellos y enfrentando a las petroleras y a los republicanos cuyas campañas financian. Pero temo que Biden se rehusará a esta opción, como lo hizo con las propuestas de impuestos a los beneficios inesperados durante la pandemia.

El resto del mundo no tiene tanta suerte. En Europa, donde las políticas fiscales más débiles no han logrado contrarrestar la política monetaria contractiva, los precios más altos de la energía serán devastadores. También hay serios cuestionamientos respecto de la capacidad de China de superar los crecientes problemas en su sector inmobiliario o el impacto de la nueva guerra fría en sus exportaciones, especialmente ahora que su propio Gobierno está ajustando el control sobre el sector privado. Y en todo el sur global, muchos países tienen deudas excesivas que podrían volverse insostenibles con una desaceleración mundial, especialmente si están combinadas con tasas de interés altas y precios del petróleo y de los alimentos más elevados.

Antes de la conflagración de Gaza, esperaba un aterrizaje suave en EEUU, pero tiempos más difíciles en el resto del mundo. Hoy, anticipo penurias en todas partes, con mayores chances de que Trump regrese a la Casa Blanca. El mundo tal vez esté ingresando a su período más peligroso desde los años ‘30.

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