La dimisión de Álex Contreras, hasta ahora
portavoz del presidente Evo Morales y considerado uno de sus hombres
de confianza, ha destapado "pugnas internas" en el seno del Gobierno
de Bolivia, coincidieron hoy analistas y medios de comunicación.
"Señales de fractura en el entorno de Morales", "crisis en el
oficialismo" o "pugnas en el Ejecutivo" son algunos de los titulares
que emplearon los medios de comunicación para interpretar una
dimisión que añade más incertidumbre a la ya complicada situación
política de Bolivia.
Por su parte, el Movimiento al Socialismo (el partido de Morales)
negó hoy la existencia de luchas entre los miembros del Gobierno,
aunque pidió explicaciones a Contreras sobre los verdaderos motivos
de su renuncia.
De forma sorpresiva, el "vocero" presidencial anunció ayer
su dimisión, con la lectura de una carta ante los medios de
comunicación en la que señaló que el Gobierno necesita "un golpe de
timón" y alertó sobre "los enemigos internos que se han convertido
en un obstáculo al proceso de cambio".
Horas más tarde, el presidente Morales aceptó la renuncia del que
ha sido uno de sus más fieles colaboradores, con unas declaraciones
también sorprendentes, al acusar a Contreras de "divertirse mucho" y
de "mentir" en su carta de dimisión.
El aviso de Contreras sobre los "enemigos internos" al proceso de
cambio en Bolivia se ha entendido como síntoma de división en el
Ejecutivo, en cuyo interior existirían grupos enfrentados o pugnas
entre los ministros más cercanos al presidente.
Según el diario La Prensa, hay dos tendencias en el Gobierno: el
grupo de los "tecnócratas" o "intelectuales" liderado por el
vicepresidente, Álvaro García Linera, y el ministro de Presidencia,
Juan Ramón Quintana; y la corriente "indigenista" que abandera el
canciller, David Choquehuanca, y en la que se sitúa a Contreras.
Este periódico, que citó fuentes del partido oficialista, aseguró
que Morales en los últimos meses ha relegado a los indigenistas en
favor de los tecnócratas, lo que ha generado un fuerte malestar en
los primeros.
Medios, analistas e incluso fuentes cercanas a Contreras aseguran
que el desencadenante de su dimisión fue una carta que la
Superintendencia de Telecomunicaciones envió a medios de
comunicación el 14 de marzo en la que advirtió de sanciones, ya que
la iniciativa habría partido del ministro Juan Ramón Quintana.
De hecho, en su carta de dimisión, Contreras -que ejercía también
como director general de Comunicación- se declaró contrario a que en
el Gobierno "exista el mínimo intento de atentar a la libertad de
prensa y expresión, porque es atentar contra la democracia".
Aunque los oficialistas niegan una crisis gubernamental,
reconocen "supuestas desavenencias" entre el ex portavoz y el
ministro de la Presidencia e instan a Contreras a que explique sus
verdaderos motivos y no se escude en "enemigos internos", según el
diputado del MAS Gustavo Torrico.
También Ricardo Díaz, senador "masista", opinó que Contreras
debería ser responsable con sus denuncias "y no hablar de
generalidades", porque así no están "ayudando al presidente".
En cualquier caso, este episodio añade más dudas sobre la crisis
de un país donde Gobierno y oposición no consiguen dialogar sobre
dos procesos que discurren paralelos y que hasta ahora parecen
irreconciliables: la refundación constitucional de Morales y los
deseos autonomistas de varias regiones "rebeldes".
Bolivia vive pendiente del 4 de mayo, fecha en que la próspera y
opositora región de Santa Cruz abrirá la puerta de una serie de
referendos autonómicos previstos en varios departamentos del país y
que son considerados ilegales por el Gobierno.
Algunos analistas, como la politóloga Ximena Costa, esperan que
la crisis causada por la renuncia de Contreras se traduzca en un
cambio de orientación del Gobierno, pensando no solo en lograr el
diálogo con la oposición sino en el conjunto del país, si Morales
quiere cumplir la totalidad de su mandato.