Un día después del primer "cacerolazo" popular contra la
presidenta argentina, Cristina Fernández, el gobierno se mostró decidido hoy a
mantener su negativa a negociar con los productores agropecuarios, que han
agudizado el bloqueo del transporte de alimentos en el interior del país.
Las patronales agropecuarias no se muestran dispuestas a ceder sino que, muy por
contrario, han reforzado los bloqueos en las carreteras del interior del país,
en los que participan miles de productores, y han reafirmado su intención de
mantener el paro indefinidamente.
Su objetivo es frenar el transporte de alimentos básicos y empiezan a lograrlo
a juzgar por el desabastecimiento de carne, pollo y leche, entre otros
productos, que empieza a dejarse sentir en algunas grandes ciudades, incluida
Buenos Aires.
Federaciones agrarias convocaron marchas
multitudinarias para las próximas horas en Córdoba (centro), mientras se
mantienen bloqueadas carreteras en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y
en la ruta 14 en Gualeguaychú, frontera con Uruguay, una de las principales
vías de transporte entre los socios de Mercosur.
La huelga del campo, que entró hoy en su decimocuarta jornada de protesta por
el aumento de los impuestos a las exportaciones, se convirtió anoche en el detonante
de la expresión del malestar en las grandes ciudades, donde miles de personas
se lanzaron a las calles para secundar un "cacerolazo" contra la
presidenta.
"Se buscará la vuelta para liberar los caminos y permitir que los
artículos lleguen a los lugares de consumo", advirtió hoy el ministro de
Justicia, Aníbal Fernández y enfatizó que "si no se mueven de las rutas,
los moveremos nosotros. Quien no entienda esas razones irá preso".
"Las medidas no se van cambiar", afirmó tajante el ministro de
Economía, Martín Lousteau, principal impulsor del aumento impositivo que ha
levantado al campo en contra del Gobierno y que, según analistas locales,
enfrenta un futuro incierto en el Gabinete.