A sólo horas de haber salido victorioso en las elecciones presidenciales en Ucrania, Petró Poroshenko (que obtuvo 54% de los votos), intentó tender puentes con sus vecinos rusos al destacar la importancia de un encuentro con el presidente Vladimir Putin para terminar con la ola de violencia y establecer la paz económica en Ucrania.
Sin embargo, las declaraciones del presidente electo fueron socavadas por un ataque en la mañana del lunes contra el aeropuerto de Donetsk por parte de rebeldes pro-rusos.
Los movimientos separatistas en las áreas de Donetsk y Luhansk se tomaron el terminal para evitar la visita de Poroshenko a la zona, quien días antes había declarado querer viajar al este para controlar la situación de violencia. El líder, quien se negó a “negociar con terroristas”, respondió rápidamente a los ataques. El gobierno comentó que ametralladoras fueron usadas alrededor del área por jets con disparos de advertencia, donde los rebeldes estaban concentrados, logrando que se esparcieran antes de que los paracaidistas llegaran a enfrentarlos.
Después de su arrasadora victoria, Rusia accedió a mantener un diálogo con el nuevo presidente, de la misma forma que Poroshenko aceptó que las conversaciones con Rusia podrían ayudar a restablecer un equilibrio económico y social. No obstante, Moscú exigió que se retiren las fuerzas armadas, a lo que el nuevo gobierno ucraniano se rehusó como parte de su política de defender primero a sus habitantes.
A pesar de las palabras expresadas por el mandatario ruso, todavía es incierto si el gobierno actuará para deslegitimar las elecciones y mantener el este de Ucrania bajo control de los rebeldes.
Una de las mayores razones para mantener la paz entre ambos países radica en la dependencia económica de Ucrania y su deuda con Rusia, siendo éste el proveedor de gas del país. La compañía Naftogaz mantiene una deuda con Moscú de US$3.500 millones, lo que asusta a los consumidores ya que la interrupción del gas podría afectar no sólo a Ucrania, sino el resto de Europa.