Los líderes europeos celebran desde ayer un encuentro clave para el futuro de la Unión Europea (UE). Más allá de debatir sobre las principales líneas de actuación de los próximos cinco años, los jefes de Estado y de gobierno cerrarán un asunto por el que llevan meses batallando: la elección del presidente de la Comisión Europea (CE) y el esquema de reparto de los principales cargos en las instituciones comunitarias.
Previsiblemente, los gobiernos eligirán a Jean Claude Juncker, ex primer ministro luxemburgués, como candidato a presidir el Ejecutivo comunitario. El grueso de los miembros del Partido Popular ha mostrado públicamente su apoyo al luxemburgués. También lo harán los socialistas mientras se les garantice una aplicación flexible de las normas de disciplina presupuestaria.
Además, ese nombramiento tiene el visto bueno tácito de una amplia mayoría del Parlamento Europeo, que se certificará cuando el Partido Popular Europeo (PPE) y el Partido Socialista Europeo formalicen un acuerdo para hacer gobernable la Eurocámara.
Cameron se queda solo
Sólo hay dos gobiernos que se oponen a la elección de Juncker: Reino Unido y Hungría. El gobierno húngaro tiene una aversión personal con Luxemburgo, ya que su comisaria, Viviane Reding, ha criticado duramente la pérdida de libertades civiles y la erosión de la calidad democrática del país. Sin embargo, aún no está decidido si el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, se abstendrá o votará en contra.
En tanto, el británico David Cameron ha hecho de su campaña anti-Juncker una cuestión de Estado, asegurando que si éste llega a la presidencia de la CE no podrá garantizar que los británicos vayan a votar a favor de quedarse en la UE en el referéndum de 2017.
“La UE debería estar buscando rostros frescos”, indicó el martes la portavoz de Cameron, Helen Bower. Sin embargo, más allá del discurso oficial, a los británicos les provoca rechazo un mandatario que consideran demasiado europeísta para sus intereses.
Además, Reino Unido forzará que los Estados miembros voten al presidente de la CE, cargo que tradicionalmente se ha elegido por consenso.
Pacto de Estabilidad
En marzo, Matteo Renzi, primer ministro italiano, calificó como “Pacto de la Estupidez” el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Unión Europea, que obliga a situar el déficit por debajo del 3% del PIB y reducir la deuda al 60%.
Hace unas semanas, Italia afrontaba esta cumbre como una oportunidad de flexibilizar ese marco de disciplina fiscal, para lo que inició una búsqueda de socios. Entre ellos pareció vislumbrarse a Sigmar Gabriel, vicecanciller alemán, miembro del Partido Socialista Alemán y socio minoritario de la coalición que gobierna Alemania, que se mostró favorable a que ciertos gastos ligados a las reformas estructurales no computaran a la hora de valorar los esfuerzos de un país para reducir el déficit.
También el Fondo Monetario Internacional entró la semana pasada al debate, pidiendo considerar una simplificación de los objetivos del Pacto, pero que, a su vez, diera más poder coercitivo a Bruselas para aplicarlo. Angela Merkel no tardó en cortar la aventura de su socio de Ejecutivo. El mensaje de la mandataria fue claro. El Pacto no se toca, lo que deja sólo una alternativa: ser flexible con la interpretación de las normas ya existentes.
Otros cargos
Más allá de elegir al presidente de la CE, los Veintiocho debatirán el resto de cargos clave en la escena comunitaria: el presidente del Consejo Europeo y el alto representante para la Política Exterior. También el presidente permanente del Eurogrupo, si finalmente se crea el cargo.
Estos nombres, sin embargo, podrían cerrarse en otra cumbre, que el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, estudia convocar para la segunda quincena de julio.
La primera ministra danesa, Helle Thorning-Schmidt, que hasta ahora contaba con muchas posibilidades para liderar el Consejo, encuentra cada vez más resistencias en el PPE, pues forma parte de un país que no pertenece al euro.
También suena el nombre del ex primer ministro italiano, Enrico Letta. El problema es que Italia ya colocó a Mario Draghi al frente del BCE.
Otro gran cargo que queda por repartir sería el de la alta representante de la UE en el exterior, puesto que ahora ocupa la británica Catherine Ashton. Italia se ha mostrado interesada en colocar a su ministra, Federica Mogherini, y Polonia a Radoslaw Sikorski. También ha sonado el sueco Carl Bildt, el holandés Frans Timmermans o la comisaria búlgara Kristalina Georgieva.
Quien sí parece ganar posiciones es el ministro español de Economía, Luis de Guindos, como próximo presidente del Eurogrupo. El diario alemán Die Welt dio el miércoles credibilidad a ese nombramiento, lo que ratifican otras fuentes parlamentarias. España lo ve posible, pero aún quedan por despejar las principales incógnitas de este reparto.
100 AÑOS DESPUÉS DE LA GRAN GUERRA
Los líderes de la UE se reunieron ayer en Bélgica para conmemorar el centésimo aniversario de la Primera Guerra Mundial, en un intento por mostrar unidad al interior del bloque pese al profundo desacuerdo que existe sobre quién debe encabezar su institución más influyente. En la Puerta de Menin, un monumento dedicado a los 50.000 soldados británicos y de la Commonwealth que murieron en la batalla de Yore, la canciller alemana, Angela Merkel, permaneció junto al primer ministro británico, David Cameron, y el presidente francés, François Hollande, para honrar a los caídos de la Gran Guerra. "Esto demuestra los buenos tiempos que estamos viviendo en la actualidad gracias a la existencia de la UE y cómo hemos aprendido de las lecciones de la historia", aseveró Merkel. Funcionarios de la UE aseguraron que la ceremonia no se vio enturbiada por la batalla que existe por liderar la CE. Sin embargo, la idea de que el luxemburgués Juncker conduzca el Ejecutivo sobrevoló la cena posterior en la que los líderes se limitaron a debatir la agenda estratégica de la UE.