La inauguración del mayor jardín cubierto de Londres, localizado en la planta 35 de un nuevo rascacielos de la ciudad, ha levantado una fuerte polémica. Ni es un jardín, ni las vistas son tan espectaculares como se esperaba, ni está abierto a disposición de los ciudadanos como si fuera un parque público, dicen los críticos.
"Es como estar sentado en la terminal de un aeropuerto", declaraba el crítico de arquitectura del diario The Guardian, tras mostrarse decepcionado por el resultado del ambicioso proyecto. El llamado Sky Garden (jardín en el cielo) se sitúa en el último rascacielos inaugurado en el distrito financiero. Aunque su verdadero nombre es 20 Fenchurch Street, los londinenses no han tardado en buscarle un apodo. Su peculiar forma llevó a bautizarlo como el Walkie Talkie.
El Walkie Talkie es obra del arquitecto uruguayo Rafael Viñoly. Tiene 37 plantas y 68.000 metros cuadrados de oficinas. Sus propietarios son Land Securities y Canary Wharf Group, que desembolsaron 200 millones de libras (US$ 302,5 millones) en su construcción. El edificio cuenta con 160 metros de altura -es el quinto más alto de Londres-, aunque inicialmente pretendía tener 200. Las dudas acerca del impacto visual sobre la Catedral de San Pablo obligaron a rebajar la altura prevista.
Espacio público
El jardín, de entrada gratuita y abierto los siete días de la semana, pretendía acercar el rascacielos a los londinenses y convertirlo en un espacio público. La oferta parecía interesante, teniendo en cuenta que subir al Shard, otro de los rascacielos de la ciudad, cuesta 23 euros. Sin embargo, el resultado no parece haber conseguido este efecto.
El jardín ha recibido numerosas críticas. Las reglas indican que no se puede llevar comida –sino que debe comprarse dentro del edificio–, las reservas deben hacerse con al menos tres días de anticipación, y hay estrictas medidas de seguridad para acceder. El horario durante el fin de semana es reducido, ya que sólo quien vaya a cenar a alguno de los tres restaurantes del edificio podrá disfrutar del jardín.
El Walkie Talkie ha sido antes objeto de polémica. En el verano boreal de 2013, los reflejos del rascacielos fundieron parte de un Jaguar estacionado en las cercanías, lo que obligó a modificar el exterior del edificio.
A pesar de los problemas, la torre ha sido un éxito comercial, ya que antes de estar acabada tenía todo su espacio contratado. "Si no consigues hacer que tu cliente gane dinero, no deberías ser un arquitecto", decía Viñoly recientemente.