África está lista para dejar atrás su historia de pobreza y pasar a jugar un nuevo rol en la economía mundial. Si bien es cierto que aún queda mucho por hacer en el continente más pobre del planeta, los expertos esperan que la tasa de crecimiento de África se sitúe en 5,2% este año, impulsada por el aumento de la inversión en recursos naturales e infraestructura, y un creciente gasto de los hogares.
En los últimos diez años, las inversiones de China en el África Subsahariana se han multiplicado por 40, y sus empresas estatales han sido capaces de lanzar proyectos en todos los países en el continente. Recientemente, el gobierno de China y el Banco de Desarrollo Africano (AfDB, su sigla en inglés) acordaron la creación de un fondo por US$ 2.000 millones destinado a ayudar a las empresas africanas a ganarse contratos chinos.
Ahora, EEUU intenta ganar terreno en la región en un intento por contrarrestar la creciente influencia de la segunda mayor economía del planeta en África, un continente en expansión donde Washington teme estar perdiendo ventaja.
En 2013, EEUU puso en marcha su iniciativa “Power Africa” para la construcción de redes y generadores eléctricos. Sin embargo, Barack Obama quiere más. Ayer, el Mandatario estadounidense anunció nuevos compromisos de financiamiento e inversión pública y privada por
US$ 33.000 millones, en el marco de la primera cumbre EEUU-África que se celebra esta semana en Washington. El dinero comprometido será destinado a diversos proyectos, desde la construcción, hasta la energía limpia y la aviación.
Los últimos intentos de Washington por frenar la creciente influencia china en la región africana, no obstante, podrían llegar tarde. Beijing lo supera como el mayor socio comercial del continente africano. “Si China estornuda, África puede ahora resfriarse”, tituló el Fondo Monetario Internacional en un análisis que dio a conocer a principios de año.
“El creciente papel de China en el África subsahariana refleja su reorientación histórica, iniciada durante la última década, hacia nuevos mercados. La intensidad de los recursos naturales en el crecimiento económico de China y la abundancia de los recursos naturales al sur del Sahara han fortalecido aún más la relación”, señaló el organismo en su informe.
Sector privado en acción
Ante este panorama, también son varias las compañías que han empezado a ver a la Unión Africana (formada por 54 estados del continente) como la tierra de las oportunidades, incluyéndola en sus planes de expansión.
La automotriz estadounidense Ford planea expandir sus fábricas en el continente más allá de sus dos plantas en Sudáfrica, y Nigeria sería una de las principales opciones.
“Todo apunta a que la economía africana se disparará”, dijo a Bloomberg Jim Benintende, jefe de operaciones en Oriente Medio y África de Ford. “Estamos enfocados en esta región como nunca antes”.
Por su parte, el gigante estadounidense General Electric (GE) anunció que invertirá cerca de
US$ 2.000 millones en el continente para 2018, duplicando la fuerza de trabajo local en lo que el director ejecutivo, Jeffrey Immelt, calificó como uno de los mercados más prometedores del mundo.
“África es una de las áreas de crecimiento más importantes, desde el punto de vista puramente económico”, aseguró Immelt.
GE registró alrededor de
US$ 8.300 millones en pedidos en África durante el último año en un continente donde, de acuerdo a Immelt, las ventas fueron “casi cero” en 2000. En tanto, sus ingresos allí el año pasado ascendieron US$ 5.200 millones, de acuerdo con GE, que estima que las necesidades básicas de infraestructura de África podrían generar oportunidades de inversión por US$ 90.000 millones.
Gigantes del private equity
Blackstone Group y Carlyle Group, las dos firmas de capital privado más grandes del mundo, buscaron un socio en África para invertir en el continente en infraestructura energética. Ambas lo encontraron en Aliko Dangote, el hombre más rico de África. “África necesita ese tipo de financiamiento”, dijo a Bloomberg Dangote.
El empresario, cuyas empresas cementeras y productoras de materias primas le permitieron construir una fortuna valorada en US$ 24.400 millones, se comprometió a invertir un total combinado de US$ 5.000 millones en 2019 con Blackstone en proyectos de energía en el África Subsahariana, al tiempo que formó una empresa conjunta con Carlyle, la que invertirá una cantidad no especificada en empresas de petróleo y gas en Nigeria y en otros proyectos subsaharianos.