De villano a héroe en cuestión de semanas. Ese es el balance que hacen los inversionistas de los casi cinco meses de gestión de Aldemir Bendine al frente de la golpeada petrolera estatal brasileña Petrobras.
Cuando Dilma Rousseff lo designó como presidente de la petrolera el pasado 6 de febrero, el recelo por su proximidad a la presidenta brasileña y al partido gobernante desinfló la esperanza de un giro en el timón que devolviera a Petrobras el brillo que el escándalo de corrupción destapado a principios de 2014 le estaba quitando. El brillo y el valor. A fines del año pasado, la petrolera había caído de la segunda a la cuarta posición en la lista de las empresas brasileñas con mayor valor de mercado tras haber perdido más de US$ 30.000 millones en el año, reflejo de la caída del 40% en el precio de sus acciones, arrastradas por las continuas denuncias de corrupción masiva y por la caída de precio del crudo. Bendine llegaba a Petrobras para lidiar con el creciente escándalo de corrupción y con una enorme deuda que comprometía su operación. Pero el mercado no respaldó su designación por considerar que no aportaba la independencia necesaria para revertir la situación de la compañía y la acción de la petrolera se desplomó 9,5% ese día.
Pasos en firme
El banquero, sin embargo, ha conseguido en este tiempo sofocar la preocupación de los inversionistas y, apoyado por el director financiero Ivan Monteiro, su mano derecha, ha recuperado el acceso a los mercados de crédito, ha conseguido que una consultora independiente aprobara los resultados anuales de la compañía y ha comprometido una serie de préstamos de China que ayudarán a la compañía a evitar el colapso de efectivo.
También ha iniciado la venta de algunos activos para levantar efectivo que servirá tanto para pagos de deuda como para nuevas inversiones. La acción de Petrobras se ha recuperado 47% desde febrero gracias a las decisiones de Bendine pero también por la expectativa del anuncio que realizará a fines de este mes: una hoja de ruta para reducir el peso de los US$ 125.000 millones de deuda. Además de este plan a cinco años para reducir la deuda, Bendine dirige la reestructuración de la gestión interna para racionalizar operaciones al tiempo que evalúa los costos salariales. Una de las opciones que se barajan es fusionar las siete divisiones de la petrolera en dos, una enfocada en refinería de crudo y purificación de gas, y la otra en exploración y desarrollo, señalaron tres fuentes familiarizadas a Bloomberg. Por el momento, se ha eliminado la división internacional, en declive desde que la compañía se enfocó en los yacimientos de petróleo en alta mar (presal).
Víctimas de la estafa
La misión de Bendine es poner en orden las finanzas de la petrolera: tiene que conseguir capital para desarrollar las valiosas reservas de petróleo en alta mar, fundamentales para la generación de efectivo, en un contexto de bajos precios del petróleo y aún golpeada por las consecuencias de la trama de corrupción que implica a ex directivos de la estatal. Esta semana parten en Nueva York varios juicios iniciados por inversionistas de la compañía, desde EEUU a Dinamarca, que solicitan compensación por la pérdida en el valor de las acciones derivada del escándalo de corrupción. En las últimas semanas las demandas se han incrementado y ya pasan la docena. La brasileña, sin embargo, se defiende en tribunales como una víctima más del esquema de corrupción. Asegura que también fue "estafada" por un grupo de empleados y pide que se desestimen las demandas ya que "nada se hizo a través de Petrobras", como declaró uno de los ex ejecutivos implicados a la justicia brasileña.