La inflación podría estar oculta en las góndolas de los supermercados. Pese a que las presiones de precios parecen estar completamente contenidas en el mundo industrializado, la economista Pippa Malmgren dice que están ahí si uno las busca con atención.
La ex asesora del presidente de Estados Unidos George W. Bush, apunta a la “encoge-flación” (shrinkflation, en inglés), como se denomina cuando las compañías cobran a los consumidores lo mismo o más, pero por menos. Este fenómeno puede preceder a un salto general en los precios, una alarma que ella está haciendo sonar desde hace algún tiempo.
“Achicar el tamaño de los productos es exactamente lo que pasó en los ‘70 junto antes de que se asentara la inflación”, escribe en su nuevo libro, “Signals: The Breakdown of the Social Contract and the Rise of Geopolitics”.
También explica por qué las personas están tan agitadas por un creciente costo de la vida, escribe Malmgren.
Un ejemplo es la barra de chocolate Dairy Milk producida por Cadbury, filial de Mondelez International. En 2011, la empresa sacó dos cuadrados del chocolate y mantuvo el precio. En esa ocasión, la compañía citó los costos crecientes. El año pasado, hizo que las esquinas de la barra fueran más redondeadas, reduciendo así su peso.
Which?, un grupo de lobby de los consumidores británico presentó otros ejemplos en un estudio que realizó el año pasado. El reporte encontró que las cajas del cereal Shredded Wheat, de Nestlé, habían disminuido de 525 a 470 gramos, pero aún costaban 2,68 libras (US$ 4,45).
El mes pasado, Carlsberg, la cuarta cervecera del mundo, anunció que colocaría menos cerveza en algunas de sus botellas en el mercado ruso y achicaría otras, en lo que definió como una apuesta para no subir los precios.
Las empresas culpan de estas decisiones al creciente costo de los commodities y otros ingredientes. “Siempre buscamos ofrecer a nuestros clientes un buen valor por su dinero para las marcas que aman”, dijo a Bloomberg el vocero de Nestlé, Len Bennett. “Ocasionalmente hacemos cambios al tamaño de nuestros productos, debido a una serie de factores, desde una reformulación del producto, un cambio en el empaquetado, o alzas en los costos de los ingredientes. El precio de reventa queda a discreción de la cadena minorista”.
Malmgren está más preocupada. “Hay señales de que los precios están comenzando a subir, o que se están creando presiones inflacionarias”, advierte. (Bloomberg)