Por Belén López-Palop
A pocos días de los comicios del 18 de septiembre en que los escoceses deberán votar acerca de su permanencia en el Reino Unido, la opción del “No” parece estar ganando ventaja, algo que no ha dejado indiferente a las empresas. Firmas de todo el mundo han comenzado a analizar los potenciales escenarios que se darían si Escocia llega a ser plenamente soberana, y han alertado de posibles riesgos.
Para el Banco Santander, el voto favorable a la independencia podría desestabilizar la situación del sector financiero de Reino Unido. De hecho, por primera vez, la filial británica del grupo español incluyó la consulta escocesa entre sus principales riesgos de futuro en el informe auditado de los resultados del primer semestre. En el documento, Santander UK explica que cualquier cambio significativo en las políticas del gobierno británico o en la estructura política del país puede tener un impacto en el negocio. Por ello, la entidad se encuentra “monitoreando las potenciales consecuencias que esos cambios pudieran tener y analizando las acciones más apropiadas que habría que tomar”.
La advertencia del banco llega cuando las encuestas apuntan a un aumento significativo del apoyo a la independencia entre los escoceses que votarán dentro de dos semanas, aunque los partidarios de la unión siguen siendo mayoría. Según el último sondeo de YouGov, un 53% rechaza la secesión, mientras que el 47% la apoya.
La encuesta también ha puesto nerviosos a los inversionistas de la City de Londres. La semana pasada, Goldman Sachs envío una nota a sus clientes en la que advertía que la secesión tendría consecuencias “severamente negativas” para la economía escocesa y británica “en el corto y mediano plazo”. Aunque el banco de inversión estadounidense cree que la independencia es “improbable”, considera que los inversionistas deben estar preparados para una extensa serie de impactos en el sector financiero y los mercados.
Sistema monetario
Una de las principales incertidumbres para los bancos, en caso de independencia, es el futuro sistema monetario de Escocia y el resto de Reino Unido. Mientras los nacionalistas escoceses quieren seguir utilizando la libra esterlina y tener al Banco de Inglaterra como supervisor, los principales partidos británicos se niegan a este modelo. Y es que el gobierno británico teme que una unión monetaria entre dos países con diferentes políticas fiscales resulte en desequilibrios.
“El mayor riesgo específico es la incertidumbre sobre si una Escocia independiente será capaz de mantener la libra esterlina, ya que si lo hace, Reino Unido podría sufrir una crisis monetaria como la de la zona euro”, señaló Kevin Daly, economista de Goldman.
El lanzamiento de una nueva moneda para Escocia tampoco es una opción tranquilizadora para Goldman. “La ruptura daría a los inversionistas un fuerte incentivo para vender activos escoceses”.
De hecho, entidades como Royal Bank of Scotland (RBS) y Lloyds ya han advertido de que podrían mover su sede a Londres en caso de secesión.
A principios de mes, el director ejecutivo de RBS, Ross McEwan, advirtió públicamente del impacto negativo que una hipotética independencia de Escocia tendría para su negocio.
En la misma línea se mostró el grupo Lloyds que aseguró que la disgregación “podría aumentar los costos operativos y de financiamiento”. Además, el mayor prestamista hipotecario de Reino Unido apuntó que a estos costos hay que añadir los derivados del propio proceso de transición, de los cambios regulatorios, de las nuevas medidas fiscales y, si fuera el caso, de una nueva divisa.
Otros sectores afectados
Las empresas que representan el motor de la economía escocesa tampoco están tranquilas. Un informe publicado el mes pasado por Barclays señala los riesgos que tendría la independencia para petroleras como Shell y British Petroleum y para otras empresas del sector como Amec y Wood Group. En su caso, el principal problema sería que el nuevo gobierno suba los impuestos a la producción del crudo en el Mar del Norte para tapar el déficit en las cuentas públicas.
Después del gas y el petróleo, el whisky es el producto escocés más exportado. Sus empresas realizan más de un 90% de sus ventas en el exterior. Si la región se separara del resto de Reino Unido, Diageo y Pernod Ricard se encontrarían con muchas dificultades para trasladar sus plantas de producción, pues la industria del whisky sólo puede poner en sus etiquetas “Scotch Whisky” si se produce en Escocia.
Sin embargo, de acuerdo con los analistas de Barclays, también hay compañías que podrían beneficiarse de una Escocia independiente.
Es el caso de aerolíneas como EasyJet, Ryanair o el grupo IAG, propietario de British Airways, Iberia y Vueling, cuyo negocio podría verse beneficiado por el anuncio del primer ministro escocés Alex Salmond de suprimir el APD (Air Passenger Duty), un impuesto especial que las aerolíneas pagan en Reino Unido.