Mal le fue a General Electric, la otrora mayor empresa del
planeta. En el primer trimestre del año sus ganancias bajaron un 6%, hasta los US$ 4.300 millones.
El beneficio operativo ascendió a 44 centavos de dólar, muy por debajo de los
51 centavos que esperaba el mercado.
Para colmo, General Electric adelantó una rebaja en sus
previsiones de negocio para 2008. Prevé ahora una utilidad para el conjunto del
ejercicio de entre US$ 2,20 y US$ 2,30 por acción, frente a los US$ 2,43 anticipados
por los analistas. Para el segundo trimestre confía en lograr un beneficio por
acción entre 53 y 55 centavos, por debajo de los 58 barajados por el mercado.
Jeff Immelt, presidente de General Electric, atribuyó este
deterioro de las cuentas del grupo a su división financiera, alcanzada por la
ralentización económica y por la complicada situación de los mercados de
capital. Este impacto en el negocio financiero ha contrarrestado la solidez en
el negocio de infraestructuras, según Immelt.
El presidente del grupo ha 'señalado' además como
responsable de este deterioro en la cuenta de resultados de la compañía al
mercado estadounidense. Immelt ha comentado que aún no ha apreciado un freno
del negocio fuera de Estados Unidos.
El nuevo periodo de presentación de resultados en Estados Unidos
arrancó esta semana con la previsión de un descenso del 12% en los beneficios
de las compañías del índice S&P 500. Las cuentas corresponden al primer
trimestre, un periodo en el que la economía estadounidense podría registrar un
crecimiento negativo.
Reacciones
La trascendencia de General Electric ha extendido su mayor
pesimismo sobre 2008 al conjunto de los mercados financieros. Coincidiendo con
la publicación de las cuentas del gigante estadounidense, el Ibex ha pasado de
cotizar un 0,5% al alza a perder un 0,3%, en apenas cinco minutos.
Este viraje ha sido común en el conjunto de las bolsas
europeas, y de paso, en el mercado de bonos. Las desinversiones realizadas en
renta variable han reactivado la demanda por los bonos.