El boom de ventas inmobiliarias que hubo especialmente el año pasado y que, aunque a menor ritmo, se mantiene en niveles de un año normal en lo que va 2016, tuvo su efecto en la banca, produciendo algunos cambios en el método cómo se financian estas entidades.
Si bien la estructura de financiamiento del sistema bancario ha mantenido su composición, donde los depósitos a plazo han sido históricamente la mayor fuente de fondos de la industria, constituyendo cerca del 40% del total de pasivos, existe un cambio de tendencia en lo que refiere a instrumentos de deuda, mecanismo que viene al alza impulsado por los bonos.
De acuerdo a cifras de ICR Clasificadora de Riesgo, los bonos explican el 14,1% del fondeo del sistema en general, y a mayo de este año alcanzan un 17,5% (ver gráfico). Al medir su evolución entre diciembre de 2015 y mayo de 2016, el monto total emitido creció 4%, pasando desde los US$ 48.909 millones ($ 34.725.090 millones) hasta los US$ 52.199 millones
($ 36.111.228 millones), variación que se explica, principalmente, por la emisión de bonos bancarios, los cuales se incrementaron 5%.
De esta forma, los bonos bancarios en particular, muestran un aumento ininterrumpido en cinco años, pasando desde una participación de un 55,6% en diciembre de 2010 hasta alcanzar un 79,8% de los instrumentos emitidos al quinto mes de 2016 (ver gráfico). Lo anterior, en desmedro de la emisión de bonos subordinados y letras de crédito, los cuales pasaron de poseer una participación de un 22,9% y 21,6% a diciembre de 2010, a 15,6% y un 4,3%, respectivamente.
¿Por qué ocurre esto? Desde ICR dicen que esto depende de la estructura de financiamiento de cada institución según sus políticas, las que a la vez “dependen de sus estructuras de activos, estructuras de cartera de colocaciones, apetito por riesgo” y condiciones de mercado, entre otros.
Mariela Espejo, analista de la clasificadora, señala que “se puede deducir, que los bancos han preferido el endeudamiento de largo plazo (bonos), lo que podría ser para calzar más sus cartera de largo plazo (vivienda) con su financiamiento, y así disminuir el riesgo de descalce”.
En Fitch Ratings coinciden con lo anterior. Santiago Gallo sostiene los instrumentos de largo plazo han sido los más utilizados por la banca en el último tiempo, con el fin de calzar los créditos.
Esto, porque la cartera de colocaciones ha crecido bastante en los últimos años, sobre todo las hipotecarias. De hecho, añade, lo anterior se potenció más en el último año con la ventana que dejó abierta la reforma tributaria para este tipo de transacciones, ante el fin del beneficio tributario del IVA a la construcción, que por estos meses está viviendo sus últimos meses de gracia.
A mayo, los créditos para la vivienda sumaban unos US$ 56.386 millones ($ 39.007.539 millones), de acuerdo a cifras de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF), lo que está muy por encima de los US$ 41.833 millones registrados en ese segmento en diciembre de 2010 ($ 19.586.130 millones).
Como sea, es la estabilidad a largo plazo la que están priorizando los bancos, en desmedro de las letras de créditos, que era el mecanismo que usaban antes.
Además, en Fitch Ratings destacan que, desde la perspectiva de los estándares de Basilea III, los bonos subordinados ya no cumplen con los requisitos para ser considerado como capital complementario, que en el fondo era la ventaja que presentaban esos instrumentos. Y como los bancos sabían que tarde o temprano debían adaptarse a la nueva norma, han ido bajando esa exposición.
Fondeo del sistema
Los depósitos a plazo han sido la fuente más importante de fondos de la industria bancaria. Según arroja el análisis de ICR, éstos abarcaban en diciembre de 2010 el 42% de la cartera de financiamiento, mientras que hoy alcanzan un 38,8% (ver gráfico). Adicionalmente, destacan, el fondeo de menor costo (depósitos vista) pasó desde 18% a 16,4% en el mismo período.
En tanto, el financiamiento a través de patrimonio se ha posicionado históricamente en torno al 8%. Éste llega a 8,2% en mayo.
