Se vio en la obligación de dejar la vicepresidencia de su partido, para pasar más tiempo con su familia debido a un inesperado y grave problema de salud de su madre. Mientras intentaba navegar por esa pena, a Natalia Piergentili le llegó la oferta de Feedback para hacerse cargo de la dirección de Asuntos Públicos, la interpretó como una señal y asumió el desafío.
Eso no significa que se aparte completamente de la política, porque sigue paso a paso el devenir de la carrera presidencial, tanto de su sector como de la oposición. Define a Carolina Toha como “una política de fuste, inteligente, capaz”.
Y asegura no estar inquieta por las definiciones del Partido Socialista (PS), pues deben cumplir con sus “ritos”. Advierte que “hay que construir grandes bloques, porque la representatividad vale, pero para el ejercicio del gobierno se necesita ampliar la gobernabilidad”.
-¿Cómo ve la carrera presidencial y de lo que debiera ser la campaña de Carolina Tohá?
-Más allá de hacer recomendaciones o de pensar cuál debería ser el foco de la campaña de Carolina, creo que hay una serie de conversaciones pendientes que sería importante despejar para lo que hoy día es el oficialismo.
-¿Cómo cuáles?
-Hacerse preguntas, como por ejemplo, ¿vamos a tener sólo una alianza electoral o vamos a proyectarnos como un conglomerado a futuro? Si es así, en qué temas tenemos acuerdo y en cuáles no. Sobre los que tenemos acuerdo, cómo se proyecta eso en un programa, cómo vamos a sortear o trabajar aquellos temas en que no tenemos acuerdo. Porque uno tiene que ofrecerle un programa al país y la certeza de que va a darle gobernabilidad a ese programa. Entonces, estas cosas se tienen que resolver antes, al menos resolver ciertos puntos críticos, porque de otra manera, una vez que tu gobiernas, sea el lado que sea, vas a tener la oposición o tensiones permanentes en tu propio sector. Y creo que Chile, más allá de quién resulte electo, necesita ciertos mínimos de gobernabilidad.
Hay una serie de conversaciones pendientes que sería importante despejar para lo que hoy día es el oficialismo (...). Hacerse preguntas, como por ejemplo, ¿vamos a tener sólo una alianza electoral o vamos a proyectarnos como un conglomerado a futuro? Si es así, en qué temas tenemos acuerdo y en cuáles no. Sobre los que tenemos acuerdo, cómo se proyecta eso en un programa, cómo vamos a sortear o trabajar aquellos temas en que no tenemos acuerdo.
-¿Tensiones, como las que han quedado en evidencia en este Gobierno?
-Sí, claro. Los temas de seguridad, que no eran parte de la agenda inicial y se tuvieron que adoptar -que es parte de la inteligencia de ser gobierno y entender que hay temas que no consideré pero que están ahí; algunos temas sobre relaciones exteriores y la opinión sobre otros gobiernos en temas importantes; la gradualidad de las reformas…
-Para partir esa conversación es necesario delimitar la extensión de la alianza oficialista, ¿debería ser una alianza tan amplia como desde la DC al PC?
-Mira, este sistema electoral es una paradoja porque releva la representatividad y perdemos un poco de gobernabilidad, pero lo que nos dio como lección es que hay que construir grandes bloques, porque la representatividad vale, pero para el ejercicio del gobierno se necesita ampliar la gobernabilidad.
-Eso suena un poco a binominal.
-No. Creo que el binominal exacerbaba la gobernabilidad, pero hacía que fuerzas que eran mayoritarias no tuvieran una expresión mayoritaria. Hago un punto sobre eso, porque cuando había binominal, no me cabe la menor duda que la Concertación era una mayoría electoral, pero también era una mayoría social y no estaba así representada en el Parlamento.
-¿Cómo debería ser entonces?
-La idea es que se busquen los ajustes que permitan que las mayorías sociales sean mayorías parlamentarias. Yo no tengo ninguna animadversión a que se generen los conglomerados más amplios posibles, pero bajo una cancha rayada respecto de dónde están los límites de este juego. Un rayado de cancha que permita tener sentido común respecto de lo que los ciudadanos demandan, acomodar mi visión del mundo a esa demanda. Así, puedo decirle a mi electorado que concurro a esta mancomunión y vamos a avanzar hasta cierto punto, porque es lo viable, pero no voy a dejar de luchar por lo que yo creo.
-Los acuerdos no parecen ser muy populares en algunos sectores.
-Claro, pero el relato se construye mal, a mi juicio. Se llega a acuerdo y me siento culpable por llegar a acuerdo. Finalmente, digo que está todo mal y no relevo el haber avanzado un poco.
-¿La política es, para usted, ‘en la medida de lo posible’?
-La medida de lo posible hoy día no tiene que ver con amarres institucionales, sino con que tenemos una ciudadanía que demanda, exige, pide… Entonces, la medida de lo posible no es dejar de lado lo que quieres hacer, es hacerte cargo de esas demandas y eso implica, a lo mejor, dejar en un segundo plano cosas que para ti como gobierno eran importantes.
La idea es que se busquen los ajustes que permitan que las mayorías sociales sean mayorías parlamentarias. Yo no tengo ninguna animadversión a que se generen los conglomerados más amplios posibles, pero bajo una cancha rayada respecto de dónde están los límites de este juego.
En el oficialismo: “La aglutinación se va a dar más en torno a acuerdos políticos”
-A propósito de la carrera presidencial, ¿Carolina Tohá tiene el liderazgo para unificar un pacto como se creía que hacía Michelle Bachelet?
-Creo que Tohá es una política de fuste, inteligente, capaz. Pero creo que esa aglutinación se va a dar más en torno a acuerdos políticos, pragmáticos y decisiones políticas, que de la figura.
-Sin embargo, se esperaba que Bachelet fuera la candidata porque aglutinaba, ¿Tohá aglutina?
-Creo que sí, pero insisto, puede que en un primer pantallazo suene menos aglutinador que la figura de Bachelet, pero también tiene que ver con que Bachelet ya fue presidenta. Está por sobre el bien y el mal. Y no es por ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, pero en la derecha veo un discurso muy virulento entre las actuales cabezas de serie de las encuestas del sector y me pregunto si será posible que ellos apoyen al que resulte electo en la primera vuelta. Por este factor, si hasta hace algunos meses, para muchos, la elección estaba perdida por parte del oficialismo, yo te diría que por esta guerra fratricida en la derecha hoy está mucho más abierta que hace unos meses.
-El presidente de la UDI decía que la búsqueda del poder une a la centroizquierda, pero eso también corre para la centroderecha.
-Pero creo que se ve menos probable cuando la lucha es entre el mismo sector y donde el tono de la discusión, a mi juicio, está un poco brusco.
-En ese contexto, ¿hubiera esperado que el PS se ahorrara todo este tiempo de incertidumbre y hubiese ratificado a Toha, qué le parecería una primaria entre Tohá y Paulina Vodanovic?, por ponerle un nombre a un candidato PS
-A ver, el PS es un partido con mucha historia y para ellos sus definiciones son muy importantes. Por lo tanto, siempre tuve la certeza de que el Partido Socialista no se iba a pronunciar hasta después de su elección. Quien quiera que eso se apure no conoce su institucionalidad, sus tiempos, sus ritos, sus definiciones.
-Pero insisto, ¿se vería bien, a su juicio, una primaria entre Tohá y el candidato socialista?
-Una primaria entre el PPD y el PS parecería contraintuitiva, porque somos muy parecidos. Pero yo esperaría pacientemente que se cumplan sus ritos institucionales.
-¿Comparte el análisis de algunos políticos de su sector a los que preocupa haber perdido el centro político?
-Lo que nos ha costado es empatizar con los sentidos comunes. El error es que la política ha ido más lento que las personas, que sus sentidos comunes. Uno no gobierna la sociedad que quiere, gobierna la sociedad que le toca.
“El Presidente fue muy visionario cuando entendió la derrota constitucional con el 62%”
-¿Al Gobierno le tocó una sociedad más exigente, más radical?
-Creo que le tocó una sociedad que quería cambios, que tenía rabia, miedo, incertidumbre; veníamos del estallido y la pandemia que fueron como una hecatombe, en muchos sentidos. Y ciudadanía nos dio lecciones de política, en el sentido de que, con el 62% en contra del proyecto constitucional, nos dijo ‘no estamos negando aquello que planteamos, sólo que esta forma de llevarlo adelante no nos gusta; queremos que las cosas cambien, pero en un país que crece, que se ordena, un país donde creo en las instituciones, donde construyo sobre lo que existe y lo mejoro.
-¿La inexperiencia, la juventud, ha sido un problema en este Gobierno?
-En el caso de la gestión pública la falta de gestión pasa la cuenta. Pero a priori no creo que los problemas que ha tenido este gobierno obedezcan a un tema etario. Es mejor una generación de jóvenes que increpan, que tienen el ímpetu de querer cambiar el mundo, me parecería raro que no fuera así. Ahora, creo que eso también tiene que tener una amalgama de otros factores.
Al Gobierno le tocó una sociedad que quería cambios, que tenía rabia, miedo, incertidumbre; veníamos del estallido y la pandemia que fueron como una hecatombe, en muchos sentidos. Y ciudadanía nos dio lecciones de política, en el sentido de que, con el 62% en contra del proyecto constitucional, nos dijo ‘no estamos negando aquello que planteamos, sólo que esta forma de llevarlo adelante no nos gusta'
-A su juicio, ¿el socialismo democrático llegó a rescatar al Gobierno?
-No sé si rescatar. Creo que el Presidente fue muy visionario cuando entendió la derrota constitucional con el 62%, que fue un mazazo, porque el Gobierno condicionó gran parte de la ejecución de su programa a este cambio constitucional; y se quedó con la agenda parada. Además se radicaliza todo el tema de seguridad, migración, en fin, que, convengamos, es una agenda compleja para la izquierda. Entonces, el Socialismo Democrático llegó a ampliar la base de apoyo del Gobierno y ciertos cuadros políticos a apuntalar la gestión política y pública del Gobierno. Pero no una salvación, no el adulto responsable. Nada de eso. Porque uno puede estar enojado o puede decir ‘no me gusta este Presidente’, pero el mérito de llegar a ser presidente es muy grande.
Proyecto de Autorizaciones sectoriales: “Habla bien del país dar certezas, habla bien de su marco jurídico”
-¿De qué se trata la dirección de Asuntos Públicos de Feedback que asumió hace poquito?
-La idea es generar estrategias para que las empresas puedan relacionarse mejor con los estados, los gobiernos… porque tenemos en Chile más empresas internacionales que no conocen nuestra idiosincrasia, ordenamiento jurídico, ordenamiento político; entonces, la idea es mostrarles Chile, desde la perspectiva institucional. Mostrarles las regulaciones en Chile, cuáles son las reglas del juego. Un acercamiento a la realidad del país en su en su visión económica, social y política.
El punto es que como país tengamos la convicción de que queremos que Chile crezca económicamente, que no se deteriore nada de sus ámbitos sociales, medioambientales y la relación con las comunidades, y cómo hacemos que este match (con las empresas) se produzca con el mínimo de roce, el mínimo de desconfianza, de inconvenientes.
-¿Su trayectoria profesional ha sido un aprendizaje para este cargo?
-Hay varias cosas, porque yo no nací siendo presidenta de un partido; antes de eso trabajé muchos años en la academia y en los temas de desarrollo territorial. El que yo venga de un mundo desde donde se hacían políticas públicas, después de economía y después de conocer la realidad política, me permite ser una mejor acompañante en estos procesos público-privados.
-¿Cómo percibe que ven las empresas esta relación público-privada?
-Las empresas sienten que hacen un aporte al país, tanto en empleo como en inversión. Y, a propósito, tenemos un marco regulatorio, de cómo tiene que ser su comportamiento con las comunidades, en materia medioambiental, por ejemplo. Va a haber tensiones, por supuesto, cuando hay intereses distintos las hay. El punto es que como país tengamos la convicción de que queremos que Chile crezca económicamente, que no se deteriore nada de sus ámbitos sociales, medioambientales y la relación con las comunidades, y cómo hacemos que este match se produzca con el mínimo de roce, el mínimo de desconfianza, de inconvenientes. Creo que el área Asuntos Públicos, más allá de que estoy en Feedback, está llamado a ser ese puente.
-¿Las empresas le han planteado la necesidad de avanzar más rápido en el proyecto de autorizaciones sectoriales, por la lentitud de estos procesos?
-Bueno, ese es un proyecto que tiene con mucha esperanza a las empresas; sobre todo las que tienen que ver con faenas en el territorio. He visto este mismo entusiasmo en parlamentarios y autoridades de Gobierno. En el fondo hay un acuerdo transversal de que hay que tener reglas que deben ser conocidas, tener una trazabilidad y tenemos que acotar los tiempos. Este no es un proyecto para saltarse la fila, es para determinar plazos específicos de los proyectos, que además genere incentivos.
-¿Qué dé certezas?
-Lo que ocurre es que, imagínate, estás siete años en un estudio de impacto ambiental y te dicen que no. Esos siete años que invertiste recursos, te relacionaste con las comunidades, o sea, tratas de hacer la pega lo mejor posible… ¿No hubiera sido mejor que al año supieras que no? Eso es dar certeza. Habla bien del país dar certezas, habla bien de su marco jurídico y de nuestra disposición a la economía. Chile es un país que tiene una economía muy chiquitita, muy abierta al mundo. Todas las que ingresan al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, en general, son empresas internacionales o de nivel global que tienen estándares súper altos. Ahí no hay un problema de que no están cumpliendo algo, hay problemas, a juicio del Gobierno y nuestro, de demoras excesivas.