Cristóbal Bellolio: “Hasta cierto punto, que él no esté permite un verdadero y genuino despliegue de ‘piñerismo’”
Desde el punto de vista del experto, lo ocurrido también representa un desafío para la derecha, en cuanto a aterrizar el legado del exPresidente en materia de acuerdos.
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La trágica muerte del expresidente Sebastián Piñera sorprendió al cientista político Cristóbal Bellolio fue del país. Sin embargo, analizó con Diario Financiero el futuro de la derecha sin su más grande líder, pero también qué podría significar para el Gobierno uno de sus más importantes legados, como es su incansable búsqueda de acuerdos. Lo que también significa un desafío para la derecha, que tendrá que analizar cómo lo aterriza en el marco de la política contingente.
-A su juicio, ¿cómo queda la derecha sin la figura de Sebastián Piñera?
-En los ’90, Piñera siempre estuvo en competencia con otros liderazgos de su sector y de su generación; recién se transforma en la figura rutilante y en el liderazgo excluyente de la derecha en 2005, en ese famoso Consejo General de RN donde desafía a Lavín en primera vuelta. Desde entonces y hasta que le entregó el poder a Boric, fue la figura rutilante y el liderazgo excluyente de su sector por lejos y sin que nadie se le acercara …
-¿Entonces?
-Obviamente el vacío que deja es enorme. Nos habíamos acostumbrado en los últimos meses a no mencionarlo tanto, porque las figuras mejor aspectadas a nivel nacional para conducir Chile en el próximo periodo presidencial son también de derecha, Evelyn Matthei y José Antonio Kast. Esta vez no era necesario recurrir a su liderazgo, a pesar de que más de alguno insinuó que podía haber algo así como una tercera postulación. Aunque creo que él entendía que este era el momento de otros liderazgos, pero si nadie más hubiera estado bien aspectado, no me cabe duda que se habría lanzado al ruedo.
“Si Evópoli hubiese cuajado bien, probablemente estaríamos viendo ahí un representante de este legado. Pero ahora esa herencia termina difuminándose en muchos actores.”
“Las virtudes piñeristas son las que el Gobierno podría pedirle a la oposición que encarnara”.
-En ese contexto, ¿ vislumbra algún heredero político?
-A mí me gusta mucho mirar esto en términos generacionales. Y cuando se piensa en sucesores y en quién encarna mejor su legado, al menos en la generación que sigue –la generación X- no veo claramente un liderazgo que pueda tomar la posta con el estilo, con el sello de Piñera. De hecho, que sea Evelyn Matthei, que es alguien de su propia generación, la que aparece en la pole position, revela que hubo un problema en esa generación para propiciar recambio en los liderazgos.
-¿No hay heredero o no hay piñerismo?
-A lo que voy es que se nota como primero gobernó con él su generación y después llegaron casi a los millenials, pero no queda enteramente claro si existe algún contendor dentro de la derecha capaz de reclamar ese legado. Lo que no significa que no haya un ‘piñerismo’.
-El piñerismo es otro de los legados de Piñera, ¿no muere con él?, porque está muy centrado en su figura.
-La pregunta es si esa especie de espíritu transversal es pegamento suficiente para mantener algo así como una moral y una actitud compartida, si podrá ser el ‘piñerismo’ el aglutinante para darle una especie de sentido, épica, moral, sello, a la nueva fase de la derecha.
-¿A toda la derecha?
-No. En esa nueva fase creo que queda un poquito excluido José Antonio Kast. Porque los verdaderos herederos de ese espíritu no están en esa derecha tan confrontacional, combativa… Me da la impresión de que lo que ha pasado estos últimos días es que se ha valorizado el rol político de Piñera y su rol político lo centraría en dos cuestiones centrales: Haber sacado a la derecha de la sombre de Pinochet, es decir, haberla modernizado, renovado; y, de manera muy parcial y atendiendo a las limitaciones de su propio cristianismo, de haberla liberalizado.
-¿En qué se representaría ese logro?
-Era impensable que la derecha tuviese una mirada tan crítica de las violaciones a los derechos humanos y de los cómplices pasivos, si no hubiera sido con Piñera a la cabeza; habría sido muy difícil que alguien de derecha ganara una elección democrática con el padrón todavía del ’88 y lo hizo Piñera; habría sido más difícil todavía que alguno hablara de cómplices pasivos; y, habría sido muy difícil que con otro presidente de derecha se abriera la posibilidad de que personas del mismo sexo pudiesen tener una relación formal y reconocida por el Estado. No nos olvidemos de que cuando Hinzpeter va al Congreso a promocionar el Acuerdo de Unión Civil de Piñera, es José Antonio Kast que, como jefe de bancada de la UDI, le hace un motín.
-Hay varios hitos en que el exmandatario fue a contrapelo de su sector…
-Claro, no solamente hizo el giro de la derecha autoritaria hacia la derecha democrática; sino que cuando pudo volver a la autoritaria, cuando, quizás, muchos se lo imploraban en 2019, no lo hizo. No olvidemos que durante el primer proceso constituyente, cuando la derecha veía cómo se le venía la noche, Piñera era el principal responsable, culpable de haber ‘entregado la Constitución’. Y, conectando los puntos hacia atrás, la historia, que terminó humillando a los republicanos, da cuenta de que esa fue una solución no sólo estratégicamente hábil, inteligente y que terminó nada de mal para la derecha; sino que le dio la razón de que la democracia era la respuesta.
-¿Por eso los republicanos quedan fuera?
-En principio, el mundo republicano de José Antonio Kast queda fuera, porque ese legado al que me referí testimonia una voluntad férrea de diálogo democrático hasta que duela literalmente y de cierto pragmatismo y flexibilidad que uno no ve en el discurso más radical de la derecha. Si Evópoli hubiese cuajado bien, probablemente estaríamos viendo ahí un representante de este legado. Pero ahora esa herencia termina difuminándose en muchos actores. El ‘piñerismo’ hoy día es una especie de partido transversal en la derecha.
-Sigue siendo transversal, pero ¿quién lo va a mantener vigente o hacerlo crecer?
-Como en Star Wars, en este caso los aprendices pasan y el maestro queda. Desde ese punto de vista, me parece que no hay que ponerse tan ansioso en encontrar cuál es él o la aprendiz. Yo diría que hay que ver qué es lo que une. Si me apuras, pienso en figuras como la de Jaime Bellolio que por el rol que juega en la UDI, que siempre fue un poquito más liberal que el resto, porque trabajó con Piñera como vocero, y los voceros tienden a desarrollar una relación simbiótica con sus líderes, un tipo como Jaime Bellolio podría ser alguien que, fuera de RN, se identifique con ese gen piñerista.
-¿Y cargar con la responsabilidad de mantenerlo vivo? Porque muchos apuestan a que con la muerte de Piñera desaparece el ‘piñerismo’.
-No, yo creo que no. Yo creo que muerto Piñera, el ‘piñerismo’ adquiere una fuerza nueva, incluso una fuerza de la cual ya no se tiene que ser tan sospechoso.
-¿Cómo es eso?
-Porque cuando es obvio que todavía Piñera tiene el diente largo; cuando es obvio que el caballero todavía no se retira, no se habla muy bien de él porque se corre el riego de inflarlo, de que él taponee el surgimiento de nuevos liderazgos, que es lo que finalmente hizo toda su generación durante 20 años. Entonces, hasta cierto punto, que él no esté presente es lo que permite un verdadero y genuino despliegue de ‘piñerismo’.
-¿Y cuánto de la herencia de Piñera puede rescatar Evelyn Matthei para su desafío presidencial?
-Partamos de la base de que lo de Evelyn Matthei ya es un fenómeno relativamente curioso.
-¿Por qué?
-Porque pasamos de la generación de los baby boomers, de Piñera y Bachelet, a la de los millenials con Boric; nos saltamos una generación entera. Es lo que está pasando en la coalición de Gobierno, que Boric se dio cuenta de que las Tohá, los Elizalde, son aliados más allá de que sean de una generación mayor. En el caso de la derecha es muy curioso esto de que vayamos a buscar a una candidata que proviene, no nos olvidemos, de la primera generación de la derecha en el retorno a la democracia. De esa derecha, Evelyn y Piñera representan, en la película larga, más o menos las mismas coordenadas ideológicas. Y sus propias características son las que les dan estructura, tonelaje, aliados, enemigos que en el camino se aprenden a respetar.
-¿Qué podría rescatar Matthei de Piñera para consolidar su figura?
-Me encantaría que Evelyn aprendiera de Piñera que, a diferencia de Bachelet, no conocía el rencor. Piñera era un hombre que trabajaba con personas con las cuales antes había batallado encarnizadamente; la propia Evelyn y Longueira son buenos ejemplos de aquello. Porque Piñera siempre entendió que en política la última palabra nunca está dicha, que la pelota siempre sigue corriendo, que nunca hay que dar un aliado potencial por perdido. Y una carrera tan larga como la de Evelyn de algún modo tiene que testimoniar algunas de esas mismas virtudes, si no, sería extraño.
-En ese sentido, todos destacan como uno de sus grandes legados su capacidad incansable de buscar acuerdos…
-Sí, porque no es un cruzado, que es el que está tan convencido, tan enamorado de la justicia de su causa, que cualquier costo es secundario y va al todo o nada. Por eso digo que me da la impresión de que, desde ese punto de vista, José Antonio es mucho menos tributario de su legado. Porque su estilo de liderazgo y la manera como irrumpe en el debate público se parece mucho más a la de un cruzado, a la de un dogmático y es supuestamente lo que a mucha gente de derecha le empezó a gustar este último tiempo. Si la estrategia del Consejo Constitucional hubiera sido más piñerista y menos kastista, probablemente todo habría sido distinto.
-¿Cómo se aterriza el legado de la búsqueda de acuerdos?
-Bueno, si yo fuese el Gobierno echaría a andar esa retórica. Si yo fuese el ministro de la Segpres, mañana en el Congreso diría, ‘bueno, honremos el espíritu de Piñera y busquemos acuerdos’.
-Marcel ya lo hizo en una columna que publicó Diario Financiero.
-Bueno, claro. Eso es lo que yo haría si fuese oficialista y si soy de la derecha me doy cuenta de que es un arma de doble filo, porque hoy día una estrategia de acuerdos es buena para todos, también para el Gobierno. Lo que más de alguno en la derecha debe estar pensando, bueno, reconozcámosle todos los gestos republicamos a Boric, reconozcamos que estos muchachos, a su vez, han reconocido lo injustos que fueron con Piñera, que parece que también era una de las demandas del momento, pero tampoco nos abracemos mucho. Porque si nos abrazamos mucho les damos oxígeno. Y ya les dimos oxígeno con el triunfo del ‘en contra’, cuánto más oxígeno tenemos que darle’. Es una pregunta que se debe estar haciendo hoy día la derecha. Pero es evidente que en el corto plazo, por lo menos, mientras dure este espíritu de duelo, algo tiene que hacer la derecha para decir que esto no es sólo un discurso, sino que realmente hay una voluntad de diálogo y diálogo en serio.
-¿Qué debería hacer el Gobierno para facilitar que la derecha dé ese paso es suficiente el reconocimiento de Boric?
-El Gobierno tiene que buscar de qué forma sacarle partido estratégico a esta revalorización de la figura y el legado de Piñera, En principio, no es una situación muy cómoda, porque los beneficiarios directos de ese legado están en la oposición. Pero ese legado también incluye en forma muy importante un espíritu dialogante, un cierto pragmatismo, la vocación por la negociación, la posibilidad de adaptarse, la flexibilidad. Todas esas cuestiones que, justamente, el Gobierno le está pidiendo a la oposición. Las virtudes piñeristas son las que el Gobierno podría pedirle a la oposición que encarnara.
-¿Imposible pensar en el debate que viene respecto de las reformas?
-No creo que necesariamente el espíritu piñerista lleve a aceptar las propuestas del Gobierno. En una de esas, aquí estoy haciendo ficción, sería literario que algo así como una propuesta inspirada en las ideas de Piñera en materia previsional viera la luz, porque terminaría siendo algo así como el Cid Campeador, que ganó su última batalla muerto. Porque, insisto, es una propuesta más progresista y solidaria de la posición que actualmente tiene la derecha.
“La forma trágica de su muerte afecta la manera de cómo hacemos la evaluación de su figura”
- Como epílogo de esta muerte prematura de Piñera, ¿qué le queda a la derecha?
- Futbolísticamente hablando, la derecha tiene un partido más o menos ordenado, si administra lo que ya está sin cometer muchos errores, todo indica que debería retornar al poder. Y la derecha tiene a las dos figuras mejor posicionadas. La derecha, en principio, ya tenía todo para navegar, pero esto la acerca un poco más, porque el hecho de que la muerte de Piñera sea trágica obviamente afecta en la evaluación emocional de su figura. No le resto mérito, lo que digo es que la forma trágica de su muerte afecta la manera de cómo hacemos la evaluación de su figura.
- ¿Y qué pasa con el Gobierno?
- Al Gobierno le debería ir mejor de aquí en adelante, porque la economía va a mejorar; porque se dio cuenta de que no domina la agenda, que la agenda es orden público y tiene que navegar con ella. Se acabaron los sueños refundacionales asociados al proceso constituyente; se acabó el eje en el que esta generación se hizo conocida: justicia social, derechos humanos, el lenguaje inclusivo; el Gobierno se subió a la agenda un poco más convencional.
- En cuanto a la carrera presidencial, ¿ve una figura que pueda levantar con éxito el oficialismo? Algunos ya miran hacia Michelle Bachelet.
- Dentro del repertorio propio, lo veo difícil. Y creo que Bachelet tampoco la tendría nada fácil en una contienda con Matthei y Kast, porque le darían por los dos lados. Porque Evelyn se parece más a ella, sería una especie de revancha del 2013, tipo Rocky, toda la épica la tendría Evelyn, muy poca Bachelet. Por el otro lado, Kast dándole como caja por cada uno de los errores de su gobierno. Y me parece que para Bachelet no hay una razón suficiente para ir a perder una elección, porque ella y su legado terminarían mal. Lo curioso es que ella siempre fue el alter ego de Piñera, entonces, la gran pregunta es ¿si se agranda la figura de Piñera, se achica la de Bachelet?
- Camilo Escalona hace algunas semanas prácticamente proclamó a Mario Marcel, ¿usted lo ve como candidato presidencial?
- Tendría que pasar una sola cosa para que eso ocurriera, que Chile creciese a 4% anual los próximos dos años. Si este Gobierno termina económicamente muy bien, como siempre ha ocurrido, las figuras que manejan la economía y las finanzas tienden a valorizarse en el debate público.