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Cristián Larroulet, exasesor de Sebastián Piñera: “Hubo cómplices silenciosos en la oposición democrática a la hora del estallido social”

Era el jefe de asesores del Segundo Piso en La Moneda cuando ocurrió el estallido del 18 de octubre de 2019. Ese día de protestas y de violencia desbocada comenzó el período más difícil de los ocho años en que estuvo con Sebastián Piñera en el poder.

Por: Andrea Lagos | Publicado: Viernes 13 de octubre de 2023 a las 04:00 hrs.
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Foto: Verónica Ortíz
Foto: Verónica Ortíz

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Cuando Cristián Larroulet fue ministro de la Secretaría General de la Presidencia los cuatro años de la primera administración Piñera (2010-2014), les había tocado un debut difícil con el brutal terremoto del 27F días antes de asumir. Habían entrado en tenida de batalla.

En la segunda administración Piñera (2018-2022) no entró a un ministerio, pese a que se lo ofrecieron. Prefirió ser el jefe de asesores del Segundo Piso de La Moneda. Su poder allí era reconocido por los ministros, muchos de los cuales lo veían como el personaje más escuchado por el mandatario. Bajo él existía un verdadero think tank a cargo de asesorar al Presidente en cualquier tema.

Ingeniero Comercial y Máster en Economía en la Universidad de Chicago, hoy está felizmente apartado de la política y dedicado a la academia y a la docencia en la Facultad de Economía y Negocios de la UDD. Ahí también realiza papers académicos y otros estudios de coyuntura.

Aprieta los ojos fuerte cuando recuerda lo que fue vivir el 18 de octubre de 2019 y los meses posteriores en La Moneda. La ciudad y el país ardían, protestas pacíficas y violencia desatada. Un asesor puede ser más importante que un ministro para un Presidente. Larroulet lo era.

“Uno de los roles del Estado, que es tener funcionando un sistema de información y de inteligencia, no se cumplió”.

“No se puede negar que detrás del 18 de octubre hay un tema de malestar especialmente de sectores de clase media. Es un tema económico con repercusiones sociales. Y eso se generó en el gobierno anterior, el de Bachelet 2”.

“No hay desarrollo económico posible, si no existe el orden. Hay una herencia, el impacto que esto (octubrismo) ha tenido en el tema económico”.

“El Gobierno no ha tomado el crecimiento como un propósito, como una meta. Están influyendo mucho personas que hablan de decrecimiento”.

- ¿Pensó en renunciar durante los meses del estallido?

- Muchas veces pensé que podría ser mejor no estar ahí, pero seguí. Seguí hasta el final, suspira.

- Vamos al 18 de octubre de 2019. Días antes, un diario tituló en portada que comenzaban a aparecer los brotes verdes después de un duro invierno. ¿Cuáles son sus primeros recuerdos?

- Estábamos en los comienzos, el segundo año del gobierno de Sebastián Piñera. Teníamos iniciativas potentes orientadas a llevar a una nueva etapa el desarrollo de Chile asociado al hecho que éramos un país que en períodos previos había crecido enormemente nuestra clase media. Hablábamos de “clase media protegida”. El plan del gobierno era protegerla, especialmente, de los vaivenes de la economía mundial.

En esos días se produjeron algunos hechos. Se enviaron dos bombas al expresidente del Metro, Louis De Grange, y al exministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter. Se sumó el movimiento de los overoles blancos, las protestas estudiantiles violentas en liceos emblemáticos.Y el tercer hecho fue el alza en el precio del transporte en $ 30.

Estábamos con una agenda de gobierno muy intensa. Con la APEC y la COP25 por celebrarse en Chile. Lo que ocurrió el 18 de octubre fue una sorpresa total para nosotros.

- ¿Al principio ustedes lo vieron como la mera acción violentista de la ultraizquierda?

- Empezó la acción de protesta contra el alza del transporte fuertemente empujada por los estudiantes, pero llegamos rápidamente al día en que se quemaron más de 20 estaciones de Metro y que surgió una violencia gigantesca. No hubo ninguna advertencia de que esto podría ocurrir por parte del sistema de inteligencia. Cero advertencia, ninguna señal, sorpresa total.

Intuíamos que esto era profundo. Uno de los roles del Estado, que es tener funcionando un sistema de información y de inteligencia, no se cumplió.

- Y lo otro que no funcionó fue el resguardo del orden público…

- La capacidad del Estado de asegurar el orden y la seguridad es fundamental, sobre todo en un país que quiere ser moderno. No existió la seguridad que el Estado podría proveerlos. Varios días vivimos con bastante angustia esta realidad. Recuerdo que Carabineros no tenía casi carros lanzaaguas. No estaban utilizables.

- ¿Pudieron entender rápido lo que pasaba con la gente que protestaba?

- Sí. No se puede negar que detrás del 18 de octubre hay un tema de malestar especialmente de sectores de clase media. Es un tema económico con repercusiones sociales. Y eso se generó en el gobierno anterior, el de Bachelet 2.

Después de que el país creció mucho por décadas, que multiplicó su ingreso por 2,5 veces, vino ese período de cuatro años (2014-2018) en que Chile casi no creció. Se debió ajustar el aumento de las remuneraciones, ajustar el consumo. La familia que antes veía que su situación mejoraba, resentía que, de repente, dejara de mejorar. Y eso generó malestar, frustración. Hay que recordar que la inversión durante el gobierno de Bachelet 2 cayó todos los años.

- ¿Qué otro ingrediente se sumó para que explotara un estallido social?

- Hubo un elemento político. Está la aparición de los anarquistas, a eso se agregaron los narcos a los que también les convenía que cundiera el caos, e incitaron el desorden. También los movimientos asociados a las protestas en los liceos emblemáticos representaron a una izquierda radicalizada que no fue un fenómeno espontáneo.

Mucha gente relacionada con el exMIR, exFPMR confluyeron ahí, eran los padrinos políticos de esos jóvenes. A esto se sumó la influencia del mundo del Partido Comunista y del Frente Amplio. El presidente del PC, Guillermo Teillier, llamando al Presidente Piñera a renunciar.

Ahora la presidenta del Partido Socialista, Paulina Vodanovic, reconoce que su sector se quedó callado y que debió haberse levantado en contra de la violencia. Ellos tendrían que haber actuado responsablemente.

- ¿Es un hecho que los grupos democráticos de oposición no actuaron como correspondía?

- Hubo cómplices silenciosos en la oposición democrática a la hora del estallido social. Algunos estaban felices, otros estaban preocupados; pero no se reaccionó como se debió.

- “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso”, dijo en una conferencia de prensa el Presidente Piñera, el 20 de octubre del 2019. Fue después de reunirse con el general Javier Iturriaga, jefe de la Defensa Nacional mientras duró el estado de emergencia en octubre de 2019. ¿Fue muy complicado ese momento?

- Después de la reunión con Iturriaga sale esta frase que está asociada a que él estaba en guerra contra de la falta de orden público existente en el país: con la quema de más de 20 estaciones de Metro, con la cantidad de carabineros y personas del mundo civil heridos, la imposibilidad de hacer una vida normal en las ciudades. Era algo muy grave. Quizá, en ese momento, esa frase no fue la mejor.

- ¿Recuerda el impacto que tuvo en La Moneda “la marcha más grande de Chile” del 25 de octubre de 2019? Una movilización pacífica que congregó a más de 1,2 millones de personas solo en la capital.

- Cuando partió esto el Presidente le pidió al ministro Gonzalo Blumel y al segundo piso de La Moneda, dirigido por mí, una agenda de acción social. Pero a nosotros lo que más nos sorprendió fue la magnitud de la violencia.

- ¿Los sorprendió más la violencia que la cantidad de gente que se juntó a protestar pacíficamente?

- Los hechos de violencia son los que nos sorprendieron. Pero, obviamente que esa marcha fue muy importante y fue pacífica. Habría sido un error asignarle una motivación política. Distinto es a lo que ocurrió con la quema del Metro y a ese tipo de cosas.

- En “la marcha más grande de Chile” estaban las reivindicaciones que pedía de la gente…

- El programa de gobierno de Sebastián Piñera 2 tomaba en cuenta muchos de estos elementos. Llevábamos un año en el gobierno y era imposible revertir, de la noche a la mañana, una realidad en donde la inversión llevaba cayendo sistemáticamente por cuatro años.

La agenda social que presentó el Presidente incluyó el ingreso mínimo garantizado y, al final, también se aprobó la Pensión Garantizada Universal (PGU).

- ¿Cuáles son las marcas del estallido social, del octubrismo, en la actualidad?

- No hay desarrollo económico posible, si no existe el orden. Hay una herencia, el impacto que esto ha tenido en el tema económico. Chile era un ejemplo en el mundo por su estabilidad. Nos miraban como un país pequeño de pocos habitantes, con una seria política económica, y su tradición democrática. ¿Y de la noche a la mañana pasa esto?

El segundo impacto fue ¿cómo se iba a salir de allí? y ahí nos vamos al proceso político, al acuerdo que llevó a impulsar un cambio constitucional y una agenda política, económica, social que echó a andar el Presidente el 15 de noviembre de 2019. Sin duda, tras todo esto, las certezas se deterioraron, pero ya estamos quizá en la etapa final del proceso constitucional.

- El gobierno y la centroderecha no estaban interesados en una nueva Constitución, pero sí consideraban urgente una agenda económica y social ante las demandas. Solo porque la oposición presionó, ustedes entraron en el cambio constitucional…

- Creo que si hay algo que se aprendió es que se necesitaba darle una conducción política al proceso y esto llevó al gran acuerdo que convocó a un cambio en la Constitución. Ha sido importante desde el punto de vista institucional. Después de la derrota del anterior borrador en el 4S, estamos frente a un texto sobrio, mejor pensado, más reflexivo.

La Constitución que se propone es mejor desde el punto de vista económico, de seguridad, de tener una sociedad civil potente. Mejora la responsabilidad fiscal, consagra el Estado Social de Derecho, la libertad de elección y mejora sustancialmente las atribuciones del Estado para mantener el orden público. Estoy optimista y a favor de este texto constitucional.

Sin crecer

Entusiasmado con el plebiscito de diciembre, Larroulet también celebra la batalla contra la inflación:

“Estamos terminando un ciclo monetario exitoso. La inflación está en todo el mundo, pero Chile es uno de los primeros países que va a terminar haciendo este ajuste”.

- Con crecimiento cero.

-Pero es que la inflación siempre te lleva a que tienes que controlarla enfriando, apagando el horno, y eso lo estamos terminando. ¿Y qué es lo que hay detrás? Un Banco Central autónomo que está haciendo su pega. Esto es mérito del gobierno de Piñera y de este gobierno: estamos terminando de corregir un desequilibrio fiscal que tuvimos que hacer para enfrentar los retiros del 10% de las AFP y las abundantes transferencias económicas que el gobierno anterior debió realizar por la pandemia.

Así como soy optimista en lo constitucional, soy muy pesimista respecto de hacia dónde va el país. El Gobierno no ha tomado el crecimiento como un propósito, como una meta. Están influyendo mucho personas que hablan de decrecimiento.

- ¿Como deseable?

- Hay sectores del Frente Amplio que hablan de decrecimiento, son de izquierdas contrarias al modelo de desarrollo que promueven el antiextractivismo, la antimodernización, la antiglobalización. Este va a ser un Gobierno en el que este país no va a crecer y eso es demasiado grave.

- ¿A qué atribuye que Sebastián Piñera haya resucitado en las encuestas?

- La población reconoce la extrema adversidad que tuvo que enfrentar el gobierno de Sebastián Piñera. La sequía, el octubrismo y la violencia, y la pandemia. Tres eventos muy graves de los que el país logró salir adelante.

Hoy la gente ve el contraste en la forma de gobernar de Sebastián Piñera con la del actual Presidente que tiene el país estancado, con mayor desempleo y donde han caído los salarios reales. La gente valora la capacidad de gobernar del exPresidente.

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