Carlos Montes, ministro de Vivienda: el barón de la política en la mira de la oposición
Así como Gabriel Valdés era un “marqués”, el ministro es lo más cercano a un “barón”, uno de los más poderosos del PS. Hoy está cuestionado por dirigir la cartera en momentos en que su subsecretaria estaba enterada de millonarios traspasos de dineros a una fundación asociada al oficialismo.
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El Ministro de la Vivienda, Carlos Montes sabe, sin duda, lo que es permanecer a flote. Tiene pedigrí, historia y nexos políticos para enfrentar el escándalo de platas políticas que algunos ya asimilan a lo ocurrido con el caso Caval (2015), en la era Bachelet 2.
Se trata del descubrimiento de los $ 426 millones que el Minvu de Antofagasta transfirió a Democracia Viva, una fundación nueva y sin expertise en el rubro, ligada al oficialista Revolución Democrática.
El que haya pertenecido, por décadas, al grupo de los “autoflagelantes” de la Concertación, y no al de los “autocomplacientes”, fue motivo de cercanía con quienes rodean al actual mandatario.
El ministro está preocupado, pero sin desesperar, haciendo una auditoría generalizada en el Minvu para indagar si existen más irregularidades en convenios con fundaciones empleadas para externalizar ciertos trabajos en poblaciones y tomas.
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Esta semana el mismo secretario de Estado se reunió en el norte con el fiscal del Ministerio Público a cargo de la investigación de estos traspasos.
Antes, el Gobierno le pidió la renuncia a la subsecretaria, Tatiana Rojas (RD), que estaba informada de los traspasos de dineros. A Montes, que los ignoraba, lo mantuvo en el cargo. Ello, pese a que el ministro siempre es el responsable político por lo que suceda en su cartera.
Político profesional
Montes estudió en el colegio Saint George y fue, en 1967, uno de los líderes de la toma de la Universidad Católica, mientras estudiaba Economía. Dos años más tarde, ingresó al MAPU, partido leal a la Unidad Popular integrado principalmente por jóvenes que dejaron la Democracia Cristiana y radicalizaron su postura hacia el marxismo. El golpe militar lo sorprendió y, en lugar de asilarse, pasó a ser el número uno del MAPU en la clandestinidad. Tras años de dormir en casas ajenas, esconderse y hacer política en la oscuridad, fue capturado por la CNI en 1980.
En ese momento, aprendió como sobrevivir. Fue en una de las sesiones de tortura a que lo sometió la CNI cuando inventó que era enfermo del corazón y mostró una píldora que llevaba en el bolsillo, según consta en el Informe Rettig. Aunque no le creyeron, la próxima vez que lo torturaron, y realmente le dio un paro cardíaco, se detuvieron antes de que fuese demasiado tarde.
Lo retuvieron un mes y luego fue a la Cárcel Pública hasta que salió al exilio a fines de 1981. Esos años, entre 1981 y 1987, los pasó en México, donde la colonia de exiliados chilenos era abundante y destacada.
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Montes ha sido un político profesional, de esos que se arremangan la camisa y hacen terreno, ferias, y juntas vecinales. Por décadas mantuvo un ritmo de trabajo frenético, tal como recuerda una exdiputada: “Ver a Montes trabajando 24/7 en la comuna era ser testigo de una máquina de campaña imbatible”.
Fue diputado por La Florida entre 1990 y 2014. A fines de 2013 venció a la excanciller Soledad Alvear(DC) en la circunscripción senatorial Santiago Oriente, algo fuera de pronóstico. En el Senado estuvo hasta marzo de 2022.
Antes, había coincidido con el joven diputado Gabriel Boric en la comisión mixta de Hacienda. Sin embargo, lo que los acercó más fue la común amistad con el exministro socialista Luis Maira, padre de Margarita, en ese entonces pareja del diputado.
Maira y Montes son muy unidos, ambos exMAPU y exiliados en México.
El que haya pertenecido, por décadas, al grupo de los “autoflagelantes” de la Concertación, y no al de los “autocomplacientes”, fue motivo de cercanía con quienes rodean al actual mandatario, identificados más con la izquierda que con la socialdemocracia.
El siguiente paso en la relación con el candidato Boric fue que el actual ministro, una figura casi paternal, se convirtió en uno de los primeros socialistas en apoyar al candidato del Frente Amplio. Lo hizo antes de la primera vuelta presidencial de 2021. Poco después, a los 76 años, aceptaría convertirse en Ministro de Vivienda.
Línea de flotación
Tantos años en el Congreso, integrando comisiones, como presidente de la Cámara y del Senado, y de negociador; lo han fogueado. Líder de la campaña por el No en el plesbiscito de 1988, laguista que encabezó la campaña presidencial cuando fracasaba (1999); sus fuertes nexos recorren todo el espectro político. Por ejemplo, con el ex Ministro de Vivienda de Sebastián Piñera Cristián Monckeberg (RN) mantienen una amistad y Montes lo ha integrado en comisiones asesoras de vivienda.
No obstante, su protección tiene límites. “Carlos Montes es un hombre serio, que fue buen parlamentario, que tiene pergaminos académicos, pero es el responsable político de todo lo que pasa en el MINVU y punto. Esto no es solo un problema administrativo, es una operación para estafar al fisco. Vamos a exigir su salida”, señala Jorge Alessandri, jefe de bancada de la UDI. Y subraya que otros diputados dentro de Chile Vamos (RN y Evópoli) se le han unido. Otro de sus adversarios es fuego amigo: el senador PS Fidel Espinoza, quien antes de este escándalo ya cuestionaba al Presidente por la prensa. Su quiebre fue, inicialmente, con el mundo del frenteamplismo, pero las críticas a Montes ahora se han sentido duras.
Si se comprobasen nuevas transferencias irregulares de fondos a otras fundaciones, la pista se tornaría más resbalosa para el ministro.
Hoy pocos en la política creen que el Presidente Boric removería de su gabinete a un barón del PS. De hecho, el mandatario está abiertamente molesto con las peticiones de renuncia. Tampoco sobran los ministros sólidos en este gabinete, por lo que la pérdida de Carlos Montes sería complicada, con el agregado del terremoto que ello provocaría con el socialismo democrático. Por todo eso, el ministro está allí.