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Briones: “Es fundamental delinear las prioridades, porque hemos tenido demasiada solución creativa”

El jefe del equipo económico asume la exigencia y premura que plantea la agenda social, pero siendo responsables con el ya “exigido” gasto público. Y como parte de un llamado a generar un ambiente de encuentro, advierte sobre la desconexión de la elite con el resto de Chile.

Por: S. Valdenegro y R. Lucero | Publicado: Jueves 2 de enero de 2020 a las 22:00 hrs.
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Foto: Rodolfo Jara
Foto: Rodolfo Jara

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Ignacio Briones no para. Desde que llegó a liderar Hacienda hace dos meses, su teléfono, Ipad, secretaria y la totalidad de su equipo lo saben. Y en la víspera de Año Nuevo y el mismo 1 de enero las redes sociales lo tuvieron como un protagonista más de los saludos y mensajes para un 2020 que parte con una alta dosis de incertidumbre.

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El economista de la UC lo tiene claro y su agenda busca hacerse cargo de ello. Lo primero, dice, es reconocer que el 18 de octubre marcó para el país un “antes y un después en todo”, en la política, en lo social y en lo económico. Y que dado eso, se debe pasar a la etapa de consensuar un diagnóstico respecto de qué pasó y cuáles son los cambios necesarios, aunque -enfatiza- siempre bajo la lógica de priorización y gradualidad.

“Es evidente que aquello en lo que hemos fallado, acumulado por años, uno no puede resolverlo de la noche a la mañana”, afirma tajante. Y, al mismo tiempo, advierte que es un riesgo actuar con precipitación: “A lo mejor puede quedar muy bien para la foto de corto plazo, pero en el desarrollo de la película las cuestiones pueden quedar mal hechas por un lado y desfinanciadas por el otro; o, peor, pueden no responder realmente a la demanda que se nos está haciendo”.

Dice que el momento actual es el “preciso” para una reflexión profunda y con sentido de urgencia. “Aquí hay un antes y un después, pero ese después hay que mirarlo con ambición calmada. No son términos contradictorios. Uno puede ser muy ambicioso, pero puede ser calmado”, enfatiza.

- ¿Pero cree que lo peor pasó, como dijo el Presidente?

- Yo entiendo la frase del Presidente como una mirada de futuro, en el sentido que vivimos momentos de extrema tensión, clímax, de agitación. Todos recordamos acá la tensa espera y el nerviosismo que tanto la clase política como los mercados financieros tenían en la víspera del acuerdo constitucional, por ejemplo.

Uno quisiera que esos momentos de clímax tan concentrados y angustiantes para muchos, en que a mí me tocó estar acá en el ministerio encerrado, monitoreando qué iba a pasar con el mercado financiero, ojalá hayan quedado atrás; y lo que siga sea mirar con ambición, con reformismo, aquello que tenemos que construir para adelante”.

¿Y qué falló en el país? Briones reconoce que el diagnóstico no lo tiene 100% claro, pero que es evidente que estamos frente a un fenómeno tan complejo que no hay una monocausa y quien lo crea -opina- comete un “grave error intelectual”.

Y si bien asume que hay problemas evidentes que afrontar, no duda en defender lo que Chile ha avanzado desde el retorno a la democracia. “La vara del éxito tiene que ser relativa a otros países que sí existen y, en esos términos, aquello en que se avanzó en reducción de la pobreza, en crecimiento económico, en aumento en ingreso per cápita, incluso en la profundización de nuestra democracia, son datos objetivos que hablan de lo mucho que este país ha avanzado”, dice, consciente de que se trata de una defensa que puede ser impopular hoy.

“Acá nos hemos ido mucho al blanco y negro, siendo que el mundo real es de grises y ese gris implica reconocer lo bueno o lo mucho que se ha avanzado, pero siendo bien crítico de aquellas falencias que tenemos, eso es lo que nos dice el 18 de octubre”, argumenta.

De hecho, Briones menciona dos temas que le preocupan especialmente: la “enorme” segregación residencial que pareciera no estar en la lista de prioridades; y la “marcada” desigualdad de trato, el “clasismo”, que lo ve a “todo nivel”.

“Es particularmente más gravoso cuando tenemos una elite económica, política, social que no se hace cargo de ese cuento”, cuestiona. “Hay una desconexión bien grande entre la élite y el resto del país, nos falta a todos más calle, más compenetrarse con la realidad de Chile, creo que es parte de la interpelación que los chilenos nos hacen. No nos están pidiendo necesariamente más plata”.

-¿Están pidiendo un cambio de modelo o que la elite se ponga en sus zapatos?

- Todos los modelos cambian, son dinámicos, un buen modelo no es estático. Por eso me gusta hablar de modelos, con s, porque incluso si uno se ancla dentro del sistema capitalista de mercado, hay muchos capitalismos y muchas formas de mercado, que tienen variaciones que se adaptan a su entorno. Lo único cierto es que un modelo que no es capaz de adaptarse a los cambios que el entorno exige, es un modelo que está condenado a morir.

Creo que no todo lo que se demanda es plata. Parte de la demanda es una conexión más estrecha, creíble, más genuina, de la elite en todos sus niveles, empresariales, económica e, incluso intelectual y, por cierto política, con lo que le pasa a los chilenos comunes y corrientes en todas sus áreas. Es más empatía, más ser conscientes de las carencias y de los problemas de alguien que vive en una comuna pobre, con poco acceso a bienes públicos respecto de una comuna rica.

En una comuna rica, como en la que yo vivo, es como que no hubiera pasado nada, está todo verde, el comercio lleno. No estoy haciendo una crítica a eso, lo que digo es que cuando uno vive en ese mundo en que nada ha pasado, uno es capaz de entender por qué existe esta desconexión, no hay una maldad, no hay una decisión deliberada de desconectarse, uno piensa que el entorno que lo rodea es lo normal, pero no es lo normal.

- Es una burbuja…

- Sí, pero hay que relacionarse. Una buena imagen para entender hacia dónde debiera aspirar Chile es la idea de un Estadio Nacional lleno en una clasificatoria de Chile. ¿Qué pasa en esas dos horas? Independiente que hay unos en Andes o en Pacífico o en galería, estamos todos en la misma, si Chile mete un gol nos abrazamos y gritamos juntos. Y luego de esas horas, el que vino en auto, se irá en auto; el que vino a pata, se irá a pata. Pero hay al menos una instancia en la cual durante dos horas estuvimos muy compenetrados, remando por lo mismo, celebrando, abrazándonos iguales.

- Usted está pensando en algo más permanente…

- Nos falta replicar instancias de ese estadio más permanente en nuestro día a día. Creo mucho en esta igualdad relacional, que al final del día es una mirada de igual dignidad con la otra persona en todos los planos.

Pero hay por supuesto también demandas sociales que implican recursos, que son materiales. Hoy es innegable que el tema pensiones es una de las grandes demandas. Es evidente”.

En este punto, el ministro valora los avances en el Pilar Solidario, que implicó un esfuerzo “muy potente” a nivel fiscal, el más potente desde que se creó -en el primer gobierno de la presidenta Bachelet- y un alza de las pensiones desde $ 110 mil a $ 165 mil. “Esto marca una dirección, pone un puntapié inicial que les dice a los chilenos entendimos el punto y esto hay que cambiarlo y esto tenemos que construirlo juntos”.

Y ahora queda lo propio por hacer en la reforma del Pilar Contributivo, que está en discusión en el Congreso, que dice relación con la clase media y sobre el cual prevé tener acuerdos antes de marzo. “No es dejar grabado en piedra algo, porque esto es dinámico”, insiste.

A esta agenda suma el ingreso mínimo, los medicamentos y el transporte público del adulto mayor.

“Entonces hay cosas importantes que se han hecho que marcan un cambio de eje”, recalca.

¿Agotan la discusión? Para nada, reconoce Briones. Por eso, enfatiza “hemos planteado una hoja de ruta social, en la cual tenemos que convenir cuáles son las prioridades, la celeridad con las que vamos a tratar, cuánto nos cuesta, porque esto hay que hacerlo sustentable”.

Pero, de inmediato raya la cancha: “Lo que no puede pasar es que nos soltemos las trenzas, saquemos todos los aplausos y estos programas -que somos capaces de financiar un año o dos - después los tengamos que parar porque van a estar desfinanciados, eso sería crear una expectativa enorme, que los chilenos hoy nos están pidiendo con mucha seriedad y con mucha fuerza y tener que deshonrarlo mañana sería fatal”.

- ¿Y cómo se llega a esa hoja de ruta?

- No hay una fórmula mágica, pero lo que sí diría es que este estadio requiere primero involucrar a la gente, además de la política.

Acá -y diré otra cosa que no es popular-, en una democracia representativa, nuestras diferencias se solucionan pacíficamente en la sede que nos hemos dado, que es el Congreso. Nos guste o no, esa es la democracia.

Entonces, creo que en conjunto con la voz de la ciudadanía, que tiene que expresar lo que le está pasando, cuáles son sus miedos, sus aspiraciones, sus prioridades, es evidente que esta reflexión tiene que hacerse en conjunto con el mundo político, gobierno y partidos políticos representados en el Congreso. Esa es la única manera.

Entonces, el cómo es una pregunta más difícil que no me atrevo a aventurar. Sí tengo claro cuáles debieran ser los ingredientes, esto tiene que ser muy participativo, muy creíble, muy genuino, que la gente sienta que esto es realmente un diálogo profundo, de buena fe, que tenga su tiempo.

Es fundamental, además, que podamos avanzar en delinear cuáles son las prioridades, porque uno de los problemas que hemos tenido en este exceso de emotividad es que ha habido demasiada solución creativa del tipo oye hay que abrir la billetera fiscal al infinito y esto para la violencia.

No me he cansado de decir que es un error muy profundo confundir la expresión pacífica de las demandas de ese millón y medio del 25 de octubre, -que quisiéramos entender y empatizar-, con la magnitud de la violencia; son dos cosas distintas. Y en ese exceso de pánico, de emoción, creo que ha habido demasiada solución creativa, muchas veces irresponsable.

- ¿Más plata por paz social?

- Además de una cosa transaccional, es mala señal. No todo involucra plata. Por ejemplo, la agenda antiabusos no es plata, es una cuestión de tener certeza de que ojalá mañana esta percepción de abuso, de desigualdad ante la Ley, haya quedado en el pasado.

En esta lista de temas por descubrir en esta hoja de ruta social, lo fundamental es priorizar, porque hoy tenemos -al mismo tiempo que la gente dice abramos la billetera con todo-, hay algunos que plantean que ni siquiera vamos a tener que subir los impuestos, porque esto lo tenemos que financiar con pura deuda. Yo creo que esas son soluciones muy irresponsables, pan para hoy y hambre para mañana.

De educación, por ejemplo, no hemos hablado nada, es el gran ausente de toda esta discusión. Y aquí de nuevo voy a decir una cuestión impopular, pero tenemos que hacernos cargo de que priorizamos mal en el pasado: toda la discusión la centramos en la educación superior en circunstancias que a nivel escolar tenemos un drama.

La educación en Chile, en muchos casos, no es capaz de garantizar una igualdad de oportunidades y ese es un drama que tenemos que corregir partiendo por la primera infancia, ahí es donde se generan las brechas de desigualdad que después son imposibles de cerrar.

- Cuesta pensar que esta idea, que suena muy bien, se logre instalar en el actual contexto. Usted incluso enfrentará una interpelación.

- Por eso digo que es súper difícil, que no tengo la solución mágica, porque todo esto reposa en la confianza. Intuyo que esto es algo que se construye de a poco, de forma tal que nos encontremos en ese diálogo y se pueda construir una mirada común. Creo que es posible, si al final somos seres humanos y cuando uno deja de lado los prejuicios, se puede avanzar.

Además, hoy la lista de prioridades está muy rara, todo el mundo pide. Y, entonces, yo me pregunto honestamente si la rebaja de los TAG o de los reajustes a las carreteras debiera ser parte de la prioridad social. Uno entiende que los automovilistas quieran que les bajen ciertas cosas, pero al final uno no puede olvidar que esos recursos compiten con otros. Acá es fundamental que prioricemos y creo que las prioridades no están en los automovilistas.

Entonces, nos está pasando algo que en la emoción, en la efervescencia, todos piden, todos quieren su parte -uno lo entiende-, pero hay un momento en que todos tenemos que estar de acuerdo en que estas son las prioridades.

- Hay que poner la pelota al piso.

- Lógico, es fundamental porque acá la billetera tiene una restricción física, ya está extremadamente exigida y acá no se puede dar el gusto a todos, en todo y en las magnitudes que todos están demandando, eso es imposible.

Temores ante proceso constitucional: "Hay que desdramatizar"

- ¿Tiene asidero el temor que se percibe en el mundo empresarial frente al proceso constitucional y su impacto en la economía?
- Puede ser, pero hay que dramatizarlo. Es importante entender que estos cambios constitucionales, si es que gana la opción sí, son temas que ocurren, incluso en los países que más admiramos. Ocurren cada cuatro o cinco o seis décadas, pero ocurren.
Segundo, nuestra tradición constitucional es rica y lo que muestra es que las constituciones que hemos tenido, con sus virtudes y defectos, tienen los esenciales constitucionales, cómo se distribuye el poder, cuáles son las libertades, los derechos civiles básicos.
Y las constituciones en general son bastante más minimalistas que maximalistas, por una razón muy sencilla: la Constitución son las macro reglas, los grandes principios, la casa común.
Nosotros podemos lograr acuerdos sobre grandes principios, pero en la medida que seguimos bajando y bajando y vamos a cuestiones de detalle, ya tenemos mayores diferencias y para eso está la ley.
Entonces, la Constitución -primera distinción- no es la ley, no es la ley ordinaria, al menos, son las macro reglas y requiere acuerdos más amplios. Por eso están los dos tercios, que es consistente con lo que es una Constitución, aquí y en cualquier país.
Evidentemente, habrá espacios de incertidumbre, de duda, es normal. Pero mirémoslo de otra manera: en caso de que gane la opción sí y logramos tener una Constitución validada, legitimada por todos y que tenga estos elementos de moderación propios de nuestra tradición constitucional, nos entrega certezas por los próximos 30 o 40 años. Y eso es mucho más relevante que las incertidumbres que uno pueda tener en este período previo donde vamos a tener que redactar la Constitución.

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