¿Alza de 75, 100 o 125 puntos? Los argumentos de los consejeros del Banco Central en la reunión donde no hubo unanimidad
Dado que el 10,75% actual está en torno al máximo esperado, se planteó que la evaluación de opciones debía considerar la rapidez con que se quería llegar a ese nivel, la necesidad de reforzar la preocupación por la dinámica inflacionaria y la posibilidad de realizar “un ajuste relevante que diera más posibilidades a una pausa futura”.
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Sorpresa generó la última decisión del Consejo del Banco Central en materia de política monetaria.
Primero, porque se optó por subir la tasa en 100 puntos base (pb) hasta 10,75%, algo que no estaba en los cuadros del mercado. Y, segundo, porque los consejeros votaron divididos por primera vez desde marzo de 2020, cuando el ahora ministro Mario Marcel lideraba el ente rector.
Esta vez, la presidenta Rosanna Costa, Alberto Naudon y Luis Felipe Céspedes respaldaron la opción que se impuso, mientras que Stephany Griffith-Jones votó por 75 pb de alza y el vicepresidente Pablo García se inclinó por 125 puntos.
En la minuta de la cita, publicada este jueves, se detalla que todos los consejeros concordaron en que “existían riesgos muy importantes para la dinámica inflacionaria futura”, y que eran “especialmente relevantes” los impactos que estaban teniendo en la persistencia inflacionaria tres elementos: los elevados niveles que había alcanzado la inflación, el tiempo por el que se estaba extendiendo el fenómeno y el empeoramiento de los indicadores de expectativas inflacionarias.
Ante este cuadro, fue unánime la idea de que se requería una política monetaria más contractiva -tanto en términos nominales como reales, dice el acta- frente a la anticipada en el Informe de Política Monetaria de junio. Otro consenso fue que parte de este ajuste ya se había comenzado a realizar en la reunión anterior, de julio, y “debía continuar en esta reunión”.
“El escenario central del IPoM de septiembre consideraba que la TPM llegaría a un nivel máximo en torno a 10,75%, por lo que la evaluación de las distintas opciones debía tener presente la rapidez con que se quería llegar a ese nivel, la necesidad de reforzar la preocupación del Consejo por la dinámica inflacionaria y la opción de realizar un ajuste relevante que diera más posibilidades a una pausa futura”, detalla el documento.
Los pro y contra
La idea de elevar la tasa en 75 pb fue considerada como “plausible” por algunos consejeros, dice la minuta.
Esto, porque se encontraba dentro del rango superior de las expectativas del mercado y se evaluaba en un contexto en que la política monetaria ya había realizado un “ajuste muy significativo y la actividad y la demanda estaban mostrando la debilidad esperada”, como lo evidenciaban la evolución del consumo, la inversión, los salarios reales y el deterioro de las perspectivas, en particular por el empeoramiento del escenario externo.
Pero, un consejero mencionó que “esta opción era plausible solo si se le consideraba como parte de un ajuste monetario que debía continuar más adelante”, detalla el acta. Ante esto, algunos de sus pares señalaron que esta opción era “menos eficiente si lo que se intentaba era señalizar con claridad la preocupación por la evolución de la dinámica inflacionaria y de las expectativas”.
Otra opción, que finalmente se impuso, fue la de subir la tasa de política monetaria en 100 puntos. “Varios consejeros resaltaron que tenía el valor de ser una decisión coherente con el escenario central y más fácil de comunicar, pues no requería que el Consejo se comprometiera a dar un cierre al proceso de alzas”, rescata la minuta.
También se detalla que algunos miembros del Consejo indicaron que “el mensaje de cerrarse en condiciones inciertas parecía demasiado riesgoso en un escenario tan complejo como el actual, con muchas noticias en desarrollo”. Por ende, “una opción como esta era coherente con la idea de evaluar la evolución de las variables económicas durante algunos meses y luego realizar ajustes si era necesario”.
El último escenario contemplado fue la opción de subir la TPM en 125 pb. Sobre esto, se argumentó que “podría entenderse como más coherente con la evaluación de riesgos en materia de dinámica inflacionaria, al mismo tiempo que señalizaba de manera más clara la preocupación por la persistencia de la desviación de las expectativas de inflación a dos años del 3%, la preocupación por un cambio de la dinámica de ajustes de precios por parte de las empresas y la clara necesidad de que la economía se ajustara en materia de actividad económica”.
Pero algunos consejeros identificaron desventajas en esta propuesta: plantearon que suponía una “sorpresa mayor” para el mercado y que el mensaje de cierre del ciclo de alzas “debía hacerse con mayor fuerza”.
Pese a la votación dividida, fue unánime en el Consejo la visión de que “la resolución del problema inflacionario requería necesariamente de una reducción de la actividad -tal como se expresaba en las proyecciones del IPoM de septiembre-, lo que era costoso para la economía, pero necesario para bajar la inflación”.
En línea con ello, “hubo acuerdo en que la TPM se mantendría en niveles elevados hasta que hubiese clara evidencia de la convergencia de la inflación a 3% en el horizonte de política de dos años”. De hecho, se recalca en la minuta que la mayor preocupación del Consejo era que se produjera un escenario en que el fenómeno inflacionario se volviera mucho más persistente.
“Dados los niveles de inflación y expectativas a dos años por sobre 3%, la concreción de este riesgo haría necesarios niveles de restrictividad monetaria significativamente mayores, aumentando fuertemente el costo de devolver la inflación a la meta”, acota la minuta.