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La transición de empleos “sucios” a “verdes” convence más a los trabajadores jovenes

Estudio reveló que solo el 1% dejó un empleo intensivo en carbono. Sin embargo, el 26,7% de aquellos verdes son ocupados por quienes entran por primera vez al mercado laboral.

Por: Amanda Santillán | Publicado: Lunes 4 de septiembre de 2023 a las 04:00 hrs.
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Foto: Bloomberg
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Si bien ya está en marcha la transición de una economía basada en energías fósiles a una renovable, aún no están claras las oportunidades que podría significar para el mercado laboral.

Así que con el fin de descifrar esta dinámica de transición de trabajadores en empleos intensivos en carbono -categorizados como “sucios”- a no intensivos en carbono -“verdes”- investigadores de la Universidad de Pensilvania, Wake Forest y la empresa de análisis de datos Lightcast midieron más de 130 millones de perfiles de trabajadores en Estados Unidos.

El principal resultado fue que dicha transición si bien ha aumentado rápidamente y se ha multiplicado por 10 en el periodo entre 2005 y 2021, no alcanzan a ser el 1% en la actualidad. Pero estos escalan por sobre el 6% cuando se trata de la industria de autos eléctricos y sobre el 2% en el caso del sector energético renovable.

“Los sectores de vehículos eléctricos se están convirtiendo en importantes fuentes de empleo para los trabajadores en transición”.
Mark Curtis, coautor y académico asociado de la Universidad Wake Forest


“Se necesita capital humano. Y para eso, la educación es la clave. Y no solo la educación pensada en niños o universitarios”.

Harold López, académico FEN de la Universidad de Chile

“Los sectores de vehículos eléctricos y baterías de vehículos eléctricos se están convirtiendo en importantes fuentes de empleo para los trabajadores en transición, y la mitad de las transiciones de empleos sucios a empleos verdes se trasladan a estos sectores”, indica Mark Curtis, coautor y académico asociado de la Universidad Wake Forest .

Pese a la baja transición, el 26,7% de los empleos verdes parecen ser ocupados por personas que entran por primera vez al mercado laboral. Incluso, el estudio revela que son los trabajadores jóvenes quienes tienen más opciones, mientras que los de mayor edad tienen más posibilidades de quedarse en empleos sucios. Aquellos que tienen entre 55 a 64 años tienen 25% de probabilidades de no hacer el cambio, frente a aquellos de 18 a 34 años.

Sin embargo, Curtis también recalca que los empleos verdes “han demostrado ser tan estables” como los sucios y la duración de estos “es aproximadamente comparable”. De acuerdo a las cifras, el trabajo promedio en energía solar dura entre 2,2 y 2,6 años; y en vehículos eléctricos, entre 1,9 y 2,4 años. En contraste, las industrias intensivas en carbono tienen una duración media entre 4,6 y 6,3 años.

El trabajo promedio en energía solar dura entre 2,2 y 2,6 años; y en vehículos eléctricos, entre 1,9 y 2,4 años. En las industrias intensivas en carbono el lapso es entre 4,6 y 6,3 años.

Oportunidades para Chile

Otra conclusión relevante es que 25% de los trabajadores con empleos intensivos en carbono se cambiaron a unos en el sector de manufactura, un factor que podría incidir en América del Sur, dice Curtis.

Según el doctor en economía, dados los sectores emergentes del hidrógeno y el litio verdes, la manufactura será un “componente crucial” de esta transición verde, específicamente el países con altas reservas, como Argentina, Chile y Bolivia.

“Existe una oportunidad significativa para que los países sudamericanos aprovechen la manufactura como una vía para que los trabajadores abandonen los trabajos sucios. Esto podría crear un escenario en el que todos saldrían ganando, fomentando el crecimiento económico y al mismo tiempo avanzando en la transición a la energía verde”, explica.

Por su parte, el académico del departamento de Control de Gestión y Sistemas de Información de la FEN de la U. de Chile, Harold López, señala que la transición no será tan costosa para Chile, ya que no es un país rico en hidrocarburos.

Al mismo tiempo que, mientras más se independice la economía de los combustibles fósiles, más cobre se necesitará y el desafío será hacer que la minería produzca los “menores impactos posibles” para apalancar la transición.

“Es muy probable que nuestra economía se siga desplazando hacia una más intensiva en servicios, que a una basada en extracción o manufactura. Para eso, se necesita capital humano. Y para eso, la educación es la clave. Y no solo la educación pensada en niños o universitarios. Se necesita abordar más decididamente la educación de nuestra fuerza laboral”, dice.

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