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Michelle Bachelet apuesta a ganar en primera vuelta con polémica estrategia

Con el fin de obtener el triunfo en primera vuelta, la decisión es exponerse el mínimo para no ser interpelada, partiendo de la base que los costos por las críticas son menores frente a los beneficios.

Por: Por Blanca Arthur
 | Publicado: Sábado 12 de octubre de 2013 a las 05:00 hrs.
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Es una apuesta. Tanto la marginación del debate presidencial del miércoles, como la decisión de no profundizar en las propuestas programáticas, son parte de la polémica estrategia acordada por Michelle Bachelet con sus principales asesores para enfrentar la última etapa de la campaña.

Con la meta autoimpuesta de ganar en primera vuelta, reiterada por propia candidata con fuerza en la conmemoración de los 25 años del triunfo del NO, la decisión es que se exponga lo mínimo posible para no correr riesgos, como los que podría enfrentar en caso de ser interpelada por los demás candidatos, menos si ello implica obligarla a definirse en materias que, o no tiene claras, o prefiera no precisarlas por ahora.

En el comando reconocen que se trata de una apuesta que podría tener costos por críticas como que le tiene miedo a la confrontación o a que no está dispuesta a debatir ideas porque sus propuestas son ambiguas, pero son costos que decidieron asumir partiendo de la base que en ningún caso lograrán mermar la posición en que se encuentra.

Confiados en que Bachelet ha mostrado ser prácticamente incombustible, se acordó defenderse de los cuestionamientos aludiendo a que acusarla de que no tiene un programa definido o que no quiere debatir es simplemente una majadería.

Pero como éstos no se han acallado, sino por el contrario, incluso al interior del bacheletismo existe cierta inquietud acerca de los efectos que pueda tener el hecho de que por su estrategia esté transformada en el blanco de todas las críticas.

Centro del debate

Como era imaginable desde que anunció que se restaría al debate organizado por la ANP, la ausencia de Bachelet marcó el encuentro en el que participaron los otros ocho candidatos el miércoles, donde ninguna de las explicaciones la liberó de ser el centro de la polémica.

Para ello en el comando estaban preparados. De hecho en los días anteriores se había concordado un libreto para justificarse, diciendo que no podía cancelar su agenda, porque ella cumple los compromisos. Pero además, conscientes de que las recriminaciones a que tenía miedo a debatir podían dar la imagen de inseguridad, la decisión fue destacar que era la candidata que ha participado en más debates, en alusión a los que enfrentó en su campaña en 2005 o en las primarias recientes, aparte de insistir que está comprometida a hacerlo en los próximos.

Todas esas explicaciones, que la propia Bachelet reiteró molesta minutos antes del inicio del encuentro en Coquimbo, no impidieron que su ausencia fuera uno de los hechos más destacados, tanto por el resto de los presidenciables, como por los organizadores, lo que además fue punto central de los análisis de los panelistas que comentaron el debate en la CNN.

No son pocos los que consideran que su ausencia en este primer debate al menos en algo le hizo mella, al punto que para tratar cerrar esta discusión, su comando decidió justo en momentos en que estaba siendo cuestionada, confirmar que participaría en el que organiza la Archi.

Pero eso no implica que sus estrategas consideren que restarse a éste, fuera necesariamente un error, menos al constatar que a pesar del formato, podría haber sido confrontada por todos los demás presidenciables que tenían menos que perder que ella.

Es precisamente lo que querían impedir, sobre todo en momentos en que la falta de definiciones en aspectos medulares de su programa concentra las críticas más de fondo incluso entres sus propios partidarios.

La operación “compromisos” 

Como se acordó desde el comienzo, la decisión del comando bacheletista fue que sus propuestas fueran lo más generales posibles, de manera de impedir que cualquier definición específica pudiera alejar a electores de moderados o de centro, o a aquellos más de izquierda que podrían optar por alguno de los otros candidatos.

El diseño inicial era centrarse en los tres ejes de su programa, como son la reforma tributaria, la educacional y la nueva Constitución, mientras las propuestas sectoriales en otros temas se irían haciendo en forma parcelada.

Pero frente a la cercanía de la elección, la falta de programa hizo que comenzaran a arreciar las críticas, tema que tomó como bandera la candidatura de Evelyn Matthei.

Frente a la creciente presión, que también se extendió a algunos dirigentes partidarios que pedían ideas concretas para debatir, el comando optó por tomar una medida de emergencia con la presentación de las 50 medidas para los 100 primeros días de gobierno, que más que un programa, fue un conjunto de compromisos en distintas áreas.

La idea adoptada en sigilo por su estrecho círculo de asesores, que coordinó su jefe programático, Alberto Arenas, fue la forma que se encontró para enfrentar las críticas ante la falta de propuestas, lo que sin embargo no logró bajar la tensión frente al tema, por tratarse de planteamientos que eran conocidos, además que no precisaban sus contenidos específicos.

En el mundo bacheletista admiten que el aspecto programático no ha sido fácil, en parte porque la forma de elaborar el programa con más de 30 comisiones ha impedido que se zanjen las diferencias que existen en distintas materias, lo que ha quedado para la definición de la candidata.

Esa es un a de las explicaciones para la demora, a lo que se suma la decisión de dar el mínimo de luces al menos antes del 17 de noviembre con el propósito principal de no producir una confrontación entre sus partidarios que le pueda restar puntos para su anhelo de ganar el 17 de Noviembre.

Apuesta ganadora

En la medida en que sea posible, los asesores de Bachelet están decididos a continuar con su estrategia de no exponerla a una confrontación con sus contendores, como a no entrar en definiciones que pudieran complicarla, como es el caso -entre otros- de su propuesta constitucional que genera desacuerdos en los partidos, o la educacional, en la que debe conciliar una postura que responda a las demandas estudiantiles, pero que no genere expectativas que no puede cumplir por el riesgo que implica que después se las cobren.

Con ello, en el entorno bacheletista confían en que, pese a la andanada de críticas, la candidata mantenga la posición en que está. Y para ello parten de la base que lo que algunos cuestionan como la “estrategia del silencio” es precisamente la que le ha redituado desde los tiempos en que era la candidata-no candidata cuando estaba en la ONU.


Triunfo en 
primera vuelta

La aspiración del comando de la abanderada de la Nueva Mayoría es que con su polémico diseño puedan lograr su propósito de ganar en primera vuelta, lo que a estas alturas se ha transformado en el principal norte de la campaña, como la propia Bachelet se encarga de reiterar.

Es cierto que algunos no comparten esa idea, por considerar que sería preferible llegar a La Moneda con una mayoría más amplia como la que suponen que obtendría en el balotaje, pero tanto ella como su estrecho círculo de asesores piensan lo contrario.

El argumento de aquellos integrantes del comando que están jugados por obtener el triunfo en noviembre se sustenta, básicamente, en que si pasa a segunda vuelta, podría 
quedar condicionada a hacer algunas concesiones a otros candidatos 
como Marco Enríquez-Ominami o Marcel Claude, para que la respalden, lo que podría ser necesario, sobre todo en un esquema de voto voluntario.

Tampoco ha estado ausente de los análisis que si los resultados la llevan a tener que confrontarse con Evelyn Matthei, corre el riesgo de que la abanderada de la Alianza la conmine a precisar sus propuestas o a adoptar definiciones en materias programáticas, lo que podría jugarle en contra. No es que crean podría perder, pero sí perder adherentes aunque sobre todo, les preocupa que pudiera obligarla a asumir compromisos que si no cumple entrabarían su gestión de gobierno.

Cuáles sean las razones para hacer su apuesta, lo cierto es que Bachelet está decidida a jugar su estrategia que cree ganadora.

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