Por C. Bastías
Ahora que ya está claro que Michelle Bachelet será la próxima presidenta de Chile, el foco de atención se traslada a las condiciones económicas que enfrentará su gobierno y a si podrá cumplir las promesas de campaña.
En ese contexto, el Instituto Libertad y Desarrollo (LyD), señala que si la economía chilena sigue creciendo a niveles de 4% durante los próximos años -lo que no está muy lejano a lo que proyecta el mercado- sería muy poco probable lograr la promesa de converger a balance estructural a 2017, incluso con los recursos adicionales que aportaría la reforma tributaria, ya que “dicha convergencia no entregaría las holguras que cualquiera de los programas de gobierno requiere para ser viable”.
Como explica LyD, a esta conclusión se llegó luego de preguntarse cuál sería la senda que seguiría el próximo gobierno ante este escenario de menor dinamismo: ¿se buscaría converger a un balance estructural para el final del próximo gobierno o se buscaría aumentar el tamaño del gasto público como proporción del PIB?
Para esto se tomaron los supuestos que se fijaron en el último Informe de Finanzas Públicas, el nivel de gasto que pretende la nueva administración, los recursos que se obtendrían por el cambio tributario y un supuesto de crecimiento de 4,0% en el período 2014-2017.
En el primer escenario, es decir, de confluir hacia un balance estructural en 2017, “el gasto habría de crecer en promedio en el período un 5,4% real anual, en condiciones que el PIB lo hace sólo un 4,0%. Pese a que este crecimiento real del gasto supera con creces al crecimiento del PIB, no se alcanza a incrementar el tamaño del Estado en más de un 1,1 punto del PIB, considerando que el gasto fiscal total de 2013 habría alcanzado un 21,6% del PIB. Más aún, en este escenario existirían recursos adicionales a los gastos ya comprometidos por alrededor de US$ 10.800 millones durante el período 2014-2017, concentrados mayoritariamente en 2017”, asegura el estudio.
A eso agrega que, de utilizarse todos estos recursos se generaría un déficit corriente cercano a los US$ 6 mil millones que debería ser financiado, probablemente, a través de la emisión de deuda.
En tanto, en el segundo escenario, si el gasto fiscal crece de tal manera que se alcance un tamaño del Estado dos puntos del PIB mayor para 2017, “el gasto crecería en promedio en el período un 6,4% real anual, en condiciones que el PIB lo haría en cerca 4,0%. De esta forma, el incremento en el gasto fiscal no permitiría cerrar la brecha de déficit estructural, e incluso la ampliaría durante el período 2015-2016. Más aún, el déficit estructural alcanzaría un promedio de 1,2% durante el período 2014-2017 y sólo se atenuaría el 2017 por efecto de los ingresos adicionales fruto de las reformas tributarias antes mencionadas”, señala el documento.
LyD también destaca que los recursos adicionales a los gastos comprometidos, consistentes con este aumento del tamaño del gasto público, alcanzarían a alrededor de US$ 21.300 millones durante el período 2014-2017. Sin embargo, si se utilizan todos estos recursos se generaría un déficit corriente que alcanzaría US$ 16.400 millones que deberían ser financiados con emisión deuda.
Programa irresponsable
Pero eso no es todo, LyD afirma que el programa de Bachelet ”es irresponsable”, ya que se desvía de la implementación de la política fiscal en Chile en los últimos 40 años. “Por definición, las demandas de la ciudadanía son casi infinitas, es evidente que todos prefieren tener acceso gratuito a los bienes y servicios, el punto es que eso no es posible”, concluye el documento.