"Es una reforma que apunta a una modernización de nuestra legislación mirando a otros sistemas laborales de la región y de la OCDE, nos estamos poniendo al día", dice el ex director para el cono sur de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y hoy miembro de la comisión especial laboral del Partido Socialista, Guillermo Miranda, al referirse al proyecto laboral del Ejecutivo.
Reclama que la discusión del fin del reemplazo se ha llevado al plano ideológico y que el tema de fondo debe apuntar a "cómo el mecanismo de presión de la huelga no genera daños estructurales en una empresa".
Es partidario de que la fórmula de turnos esenciales sea pactada directamente entre empleador y sindicato.
- ¿Ve adecuados los titulares de la reforma laboral?
- Es una propuesta razonable, recoge por de pronto dos líneas argumentales que están presentes desde hace tiempo. Primero, hay una suerte de consenso político nacional sobre la necesidad de fortalecer la negociación colectiva, digo eso porque también apareció ese punto en el programa de la candidata Evelyn Matthei.
En Chile las tasas de sindicalización y participación en la negociación colectiva son bajas, tenemos al 2013 una tasa de sindicalización de alrededor de un 14% que comprende un universo de asalariados del sector privado, trabajadores por cuenta propia y personal del servicio. Es una tasa baja comparativamente respecto a países de similar desarrollo en América Latina: Uruguay 25%, Argentina 37%, Brasil 18% y obviamente respecto a la OCDE.
En segundo lugar, existe conciencia de que la negociación colectiva no es lo suficientemente eficiente para que su implementación refleje resultados positivos. Alrededor del 50% de los asalariados en Chile ganan menos de $ 250 mil y eso significa que la actual negociación colectiva no contribuye a una mejor redistribución de la riqueza que se genera. Este diagnóstico también está en los resultados de la Comisión Meller del primer gobierno de la presidenta Bachelet, en la Declaración de Voluntades CPC-CUT, en los diálogos de la presidenta Bárbara Figueroa con Andrés Santa Cruz.
- ¿Qué tan al debe está la legislación laboral chilena en comparación a otros países y convenios?
- En algunas áreas estaba al debe, eso lo conocen todos los actores vinculados al mundo laboral. La OIT hace recomendaciones para que los países se pongan al día y uno de los temas pendientes tiene relación con el fortalecimiento del mecanismo de negociación colectiva. Hoy hay elementos en la legislación que no ayudan al clima laboral y le quitan fuerza a la negociación, por lo que los temas que el proyecto al parecer contiene van en una línea de generar mayor equilibrio. Me parece que todo aquello que restaure derechos a los trabajadores, modernizados al tiempo presente, es bueno. Particularmente, porque hay mecanismos regulatorios en nuestra legislación laboral generados en un período dictatorial que no generan acuerdos y no tienen legitimidad social ni política.
Que se vayan abordar estos temas en la propuesta es útil para todos, porque restablece un equilibrio sano y legitimará socialmente y en pleno régimen democrático un mecanismo de negociación colectiva, otorgándole a la necesaria gobernabilidad de la empresa más sustento social. Estamos hablando de una buena puesta al día respecto a los países de la región y la OCDE.
- ¿Comparte el fin del reemplazo, pero con servicios esenciales?
- Todos tenemos claro que la discusión del reemplazo en estos días es más bien ideológica, no es técnica y espero que en el parlamento esto cambie.
Desde el punto de vista de la inserción de Chile en la región y en la OCDE, esta es una figura que no existe y para quienes invierten en estos países no tiene ninguna significación, ni en la atracción de inversiones, ni en la generación de empresas, por lo tanto lo razonable es pensar que esto no importa mucho y que no tiene la significación que se le ha querido otorgar acá. Si fuese algo que complicara la posibilidad de invertir y producir ganancias, nuestros capitalistas no irían a los países vecinos donde esta figura no existe.
Lo técnico debería apuntar a discutir en cómo un proceso de negociación colectiva que tiene un mecanismo de presión llamado huelga no genera daños estructurales en una empresa. No creo que exista ninguna organización sindical seria que quiera que su empresa se termine, la gente negocia para obtener mejores remuneraciones y condiciones de trabajo, no lo hace para destruir la empresa, por lo tanto trabajadores y empresarios podrán concordar de manera fluida qué áreas de una actividad empresarial no se pueden descuidar para no poner en riesgo a la empresa. No creo que se pueda meter en una ley cuestiones que son internas de la empresa, más bien creo que esos son temas que debieran concordar empresarios y trabajadores en la negociación colectiva.
- ¿Es partidario de incluir sanciones por huelgas fuera de ley?
- Los climas y los conflictos laborales no son legislables, o sea, si hay huelgas que -no estando regladas- estallan, allí hay un problema. Si tengo una negociación reglada y finalmente no logró resolver los problemas que tienen los trabajadores con la empresa, quiere decir que tengo un lío en el clima laboral que hay que resolver y eso supone que mi próxima negociación colectiva deba ser con sindicatos más representativos y allí se solucionen los problemas que generan un mal clima laboral.