Marcela Márquez la bióloga que lidera la conservación de ecosistemas en el sur de Chile
Su investigación se centra en el trabajo con comunidades para la conservación de la naturaleza, combinando la ciencia con otras disciplinas. Por su aporte en este ámbito, este año fue una de las ganadoras del premio For Women In Science de L´Oreal y Unesco.
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La bióloga Marcela Márquez (41) nació en Santiago. Al recordar su infancia, cuenta que “era muy sociable y me iba muy bien en el colegio. Ahí empezó a gustarme la biología, pero desde siempre había encontrado fascinante la naturaleza”.
Para ella, esto era una forma de escapatoria. “Vivía en un departamento, y las vacaciones eran mi espacio para conectarme con la naturaleza, porque iba a parques nacionales, a la playa y cosas así”, cuenta.
“El problema ambiental es muy social, porque ocurre por causa del ser humano, y él es también quien puede resolverlo. Empecé a necesitar ciencias sociales y conocer otras disciplinas, que no las veía en la carrera”.
Debido a su gusto por la biología, su círculo cercano le decía constantemente que estudiara medicina. Pero, lo que inclinó la aguja a su actual profesión fue “una profesora que tuve en cuarto medio, con la que aprendí de plantas y animales. Ahí me maravillé con todo ese mundo y opté por seguir ese camino en la universidad”.
Siguiendo su vocación, en 2000 entró a Biología con mención en Medio Ambiente en la Universidad de Chile. Mientras iba avanzando en la carrera, comenzó a notar que había muy pocas referentes mujeres en su área, y que había algo que le faltaba para abordar el medio ambiente.
“El problema ambiental es muy social, porque ocurre por causa del ser humano, y él es también quien puede resolverlo. Empecé a necesitar ciencias sociales y conocer de otras disciplinas, que no las veía por ninguna parte en la carrera”, comenta Márquez.
Ciencia sociales para la conservación
En ese entonces, tenía claro a qué se quería dedicar: hacer ciencias sociales para la conservación de la naturaleza a través del trabajo con las comunidades y desde la interdisciplina, pero al terminar sus estudios universitarios, se encontró con una serie de trabas.
“Mis profesores me decían que, si yo era bióloga, tenía que contribuir al medio ambiente desde esa área sin mezclar disciplinas”, dice, y luego de egresar, realizó un magíster en Ecología en la misma casa de estudios. Confiesa que para ella esta etapa “fue muy frustrante, porque confirmé que ya no quería seguir haciendo biología dura”.
En 2012 junto a su pareja de ese entonces -hoy su marido-, emprendieron rumbo a Estados Unidos. Entró al doctorado en Ecología Interdisciplinaria de la Universidad de Florida, y “supe de inmediato que ese era mi lugar”, afirma Márquez.
Recuerda ese período en su vida como “una oportunidad que me abrió un mundo que no conocía”, donde se encontró con un ambiente de colaboración entre profesionales de distintas disciplinas. “Yo estaba muy acostubrada a toda la competencia que había en Chile, y en el doctorado todo era para aprender el uno del otro”, dice.
Con la idea de aplicar lo aprendido, cinco años después volvió a Chile para hacer su tesis doctoral en la industria del vino a través de un programa en el Instituto de Ecología y Biodiversidad.
Los distintos ecosistemas
Su investigación se enfocó en “cambiar una serie de comportamientos a nivel de empresas, para incentivar a las viñas a que generaran conservación con la coexistencia entre cultivo y biodiversidad, que es crucial para la producción del vino”. A raíz de esta investigación, Márquez quería expandir su trabajo hacia otras industrias, pero no lo logró.
En 2019, llegó al Centro de Humedales Río Cruces de la Universidad Austral, un centro integral de conservación que buscar colaborar con la industria y las comunidades.
Hoy, es investigadora posdoctoral en esta entidad, y está realizando un proyecto para comprender los procesos de acción colectiva en la conservación de humedales urbanos de Valdivia.
“La idea es entender esto desde la perspectiva de las transformaciones socio ecológicas, de ir más allá de adaptarse o mitigar el cambio climático. Tenemos que ser mucho más creativos sobre cómo abordamos los cambios ambientales”, explica.
En paralelo a su trayectoria profesional, ha liderado una serie de organizaciones, como la Sociedad Chilena de Socioecología y Etnoecología, participa en la Sociedad de Conservación Biológica en Estados Unidos y co fundó en 2020 la Red de Mujeres en Conservación de Latinoamérica y el Caribe, que reúne a más de 1.700 mujeres de distintos rubros en toda la región.
Para Márquez ser científica ha sido un proceso “difícil”, donde admite que ha estado muchas veces “a punto de tirar la toalla. En la ciencia nunca se deja de hacer carrera y falta mucha colaboración entre científicos y fuera de la academia”, dice.
Este año, fue una de las ganadoras del premio For Women in Science de L’Oreal y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco, que busca empoderar a las mujeres en la ciencia.
“Siempre me sentí como este bicho raro que trataba de salir de la ciencia para incorporar a la sociedad. Con este reconocimiento, me doy cuenta de que lo que he logrado es importante y valioso”, afirma.