Josefa Monge, presidente ejecutiva de Sistema B. Chile: “La pandemia y el proceso social han sido acelerantes para que las empresas midan sus impactos”
Afirma que en el país se ha ido desarrollando el concepto de sostenibilidad y que Sistema B no busca empresas perfectas, sino a las que se compromenten a mejorar en todas sus dimensiones.
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Para Josefa Monge, presidenta ejecutiva de Sistema B Chile, el estallido social y la crisis derivada del Covid-19 han servido para que el sector empresarial tome conciencia de los problemas sociales, ambientales y económicos que afectan al país.
La organización, que busca promover un nuevo comportamiento en las empresas con un propósito social y ambiental para generar una economía sustentable, cuenta con 180 firmas certificadas en Chile. Hasta ahora, las más grandes que se han sumado son Hortifrut, Instituto Profesional AIEP, Parque del Recuerdo, Natura, Red Megacentro, Patagonia y, recientemente, Concha y Toro.
“Sistema B no es un club de empresas perfectas, sino de compañías comprometidas por un camino de mejoras constantes. En Chile ya se entendió el tema de la sustentabilidad y no hay opciones de retroceder”, comenta la abogada.
-¿La pandemia afectó el interés de las empresas en tener una certificación de empresa B?
-No fue un obstáculo, al contrario, la pandemia y el proceso social en Chile han sido acelerantes para que cada vez más firmas decidan medir su impacto en las dimensiones que promovemos; cómo se comprometen o comportan con los trabajadores, las comunidades, el medio ambiente, los clientes y el trato a su gobierno corporativo. Esto se debe, en gran parte, al cuestionamiento que ha existido hacia las empresas en estos procesos.
-¿El estallido social sirvió para que las empresas tomaran conciencia sobre sus impactos?
-Desde ahí he observado una mayor preocupación por los trabajadores y sus familias. Antes era sólo en el horario laboral, ahora el cuidado hacia el trabajador tuvo que llegar hasta el hogar, implementando medidas en el transporte y relocalizándolos cerca de sus casas. Algunas empresas han incorporado herramientas para medir la pobreza multidimensional en sus empleados, lo que muestra que entendieron lo importante que es generar buenas condiciones laborales.
-¿A las grandes empresas les sigue costando iniciar este proceso?
-En los últimos cinco años las empresas medianas y grandes representaban un 15% de las empresas B certificadas, sin embargo, desde fines del año pasado representan un 37,5%. Por lo que se debe desmitificar que esto es más fácil para las empresas chicas. Cuando son muy grandes es complejo medirlas, pero no imposible. Eso me lleva a pensar, que pasa más por un tema de coraje, de querer. Las chicas nos inspiran, dan el ejemplo, pero para el cambio climático o la reconstrucción del tejido social, necesitamos que las grandes se suban al carro.
-¿Por qué les cuesta subirse al carro?
-Pasa por un tema corporativo. Si no están convencidos los gerentes, los dueños o el directorio, se tiene que trabajar más. Hay otro mito en la industria sobre que lo sostenible no es rentable. Por mucho tiempo se ha creído que las prácticas sostenibles bajan las rentabilidad de la empresa o las afecta, pero eso se ha dado vuelta. Hoy la sostenibilidad es una ventaja competitiva y se puede ver en cómo una empresa responsable en sus múltiples áreas y con un propósito, atrae a mejores talentos, más consumidores y a los fondos de inversión.
-¿Y qué pasa a nivel mundial?
-Las empresas a nivel mundial están obligadas a transformarse, ya sea en su tecnología como en el rol que cumplen en las sociedades. Si no tienen cambios serán olvidadas por el consumidor, evadidas por el talento y por los fondos de inversión. Antes se miraba solo el riesgo económico, pero hoy se agregan los riesgos al prestigio de una marca, posibles desastres ambientales o escándalos corporativos. Son otros tipos de riesgos, pero que igual afectan la rentabilidad.
-Hace poco se sumó Viña Concha y Toro que cotiza en la bolsa. ¿Esperan que esto empuje a otras compañías a certificarse?
-Que sea la primera empresa proveniente de la bolsa es un hito. Llevaban dos años trabajando en la certificación y no fue fácil. Ser abierta en bolsa tiene un gran desafío, ya que están más expuestas, tienen muchos accionistas y debían generar consenso; al final lo aprobaron de forma unánime.
Por ahora ya tiene el primer efecto, ha entusiasmado a muchas compañías similares. Recién estamos en conversaciones, pero confiesan que llegan por lo de Concha y Toro. Tampoco esperamos que todas se certifiquen, con que ya existan firmas que se cuestionen y decidan tomar nuestra medición, ya se cumple parte de nuestro objetivo.
-¿El impacto medioambiental, social y económico debe incluirse en la nueva Constitución?
-Dependerá de la Constitución que tengamos. Todos deseamos que nuestros temas estén presentes, pero me encantaría que tengamos un modelo de desarrollo que respete la dignidad humana y los límites del planeta, pero me basta con que indique que el derecho a la propiedad siga estando protegido y que las reglas estén claras para que las empresas quieran invertir y sigan dando trabajo, pero que paguen los impuestos acá.