Francisca Aranda, la científica que descubrió un segundo uso del pino
Investiga la corteza para desarrollar un biomaterial que pueda tener usos absorbentes. Fue seleccionada por 3M como una de las mujeres de la región destacadas en ciencia.
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Francisca Aranda (27) recuerda su niñez llena de experimentos caseros. “Yo era muy curiosa. A los cinco años, mezclaba todo lo que encontraba en mi casa, desde el champú, el jabón, todo”, dice.
Mientras crecía, su curiosidad aumentó al igual que su interés en temas medioambientales.
“Vengo de una familia de bajos recursos y tomé la decisión de estudiar Química Ambiental porque sabía que iba a resolver mis curiosidades”.
Cuenta que no fue fácil la decisión de entrar a la universidad. “Vengo de una familia de bajos recursos, y finalmente tomé la decisión de estudiar Química Ambiental porque sabía que esta carrera iba a resolver todas mis curiosidades”, cuenta.
En 2013, ingresó a Química Ambiental en la Universidad Católica de la Santísima Concepción, convirtiéndose en la primera de su familia en entrar a la educación superior.
Biomateriales
Para su proyecto de tesis de título en biomateriales trabajó con el profesor Danny García, quien falleció un mes antes de que Aranda defendiera su investigación.
“El profesor trabajaba con la química orgánica, y participé como investigadora en un proyecto Fondecyt (Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico) que él se había adjudicado”, cuenta Aranda.
La científica descubrió las propiedades absorbentes de la corteza del pino y los resultados de la investigación la llevaron a postular al certamen Falling Walls Lab, de la Fundación Ciencia Joven, donde obtuvo el segundo lugar.
Señala que uno de los subproductos de la industria forestal es la corteza del pino, que al no ocuparse para crear celulosa, se convierte en un residuo.
Explica que luego de extraer moléculas de la corteza, las modificó para obtener un material con mejores propiedades. “Es un material súper absorbente, antibacterial y biodegradable”.
La investigadora encontró posibles usos de este compuesto en la minería -para captación de metales-, agricultura -para retención de agua- y pañales de bebé y toallas higiénicas, que “utilizan súper absorbentes contaminantes derivados del petróleo”, señala.
Aranda cuenta que ahora está cursando un magíster en Química en la Universidad de Concepción y que está en conversaciones con una par de Perú para seguir investigando la corteza del pino y “ver si permite limpiar aguas contaminadas con hidrocarburos”.
Su investigación le valió ser reconocida por la multinacional 3M como una de las “25 Mujeres en la Ciencia Latinoamérica”, que busca reducir la brecha de género y empoderar a que más niñas elijan el camino de las ciencias.