Estudió arquitectura, pero siempre tuvo un interés muy marcado por el diseño digital y la programación. Ese hobby –así lo considera- terminó convirtiéndose en eje clave para el surgimiento de Noteikin, la empresa de base tecnológica que lidera y que busca promover la inclusión de personas con discapacidad visual en el mundo laboral y la educación.
Paulina Molina (37 años, dos hijas, Concepción) sigue ejerciendo como arquitecta independiente, pero su tiempo lo destina casi por completo a su empresa, que partió hace cinco años como un proyecto universitario de investigación y que hoy ya mira hacia otros países.
La partida fue crear un dispositivo o lápiz que transmite escritura braille a un computador o celular. Ella era parte del grupo de inventores y su aporte se relacionó sobre todo con el diseño digital. "Era un proyecto local, con la expectativa de replicarlo para las instituciones acá en el Biobío", relata Paulina Molina por videoconferencia.
Tras esa etapa y después de patentarlo en Chile y EEUU, comenzó la búsqueda de fondos. Participó con su empresa en concursos y ganó varios. Uno de ellos es el Premio Emprendedora que acaba de otorgarle Scotiabank.
En 2018, Noteikin tuvo un receso por el embarazo de Paulina y el camino se retomó en 2019, cuando desde Francia una aceleradora de proyectos los contactó y convenció de que postularan a Startup Chile. "Nuestra idea se había conocido afuera, no sabemos cómo, y nos decían que era muy interesante para poder entrar y que nos pudieran ayudar".
Paulina no estaba convencida porque no tenía la idea de crear una empresa propiamente tal, pero al final optó por postular. Con esos recursos reclutó el equipo de trabajo con el que está hasta hoy y que integra, entre otros, Marcelo Figueroa, su brazo derecho. En el grupo estable de trabajo hoy son cinco personas y de ellas, tres son ciegas. Cuando es necesario por requerimientos específicos, contratan refuerzos.
La misma postulación a Startup Chile la llevó a estudiar inglés en Estados Unidos, con una beca. Y allá se contactó con una empresa con la que ahora están trabajando en un primer piloto para dar a conocer Noteikin.
Con Brasil también están en un plan piloto. "Se interesaron en nosotros porque estamos dentro del portafolio de Startup Chile. Nos buscaron para producir allá directamente. Estamos en conversaciones con una fundación para poder tener embajadores, personas ciegas, y también para poder replicar el modelo", relata.
Si idea es proyectarse a América y Europa en un plazo de unos cinco años. Además, están incursionando en nuevos productos, como una plataforma para el aprendizaje de niños con discapacidad intelectual.
- ¿Qué capacidad de producción tienen?
- Depende. Empezamos con una producción de dispositivos con tres impresoras 3D, pero ahora estamos fabricando de acuerdo a lo que nos encargan. Puede ser un lápiz de escritura, un teclado con vibración, un teclado adaptado, en fin. El error que uno comete a veces cuando tiene algún producto es repetirlo y al principio nos quedamos con bastante stock.
La fabricación de dispositivos hoy está en mi casa. Pero la intención es que en Estados Unidos hagan la manufactura, porque tenemos el problema de que en Chile no está la cultura de tener trabajadores con discapacidad. Es lamentable, pero es así. En Estados Unidos es muy común y se ha fomentado que se incluyan personas con discapacidad en todos los procesos.
-¿No es posible replicar esa cultura en Chile?
-Está la intención, por supuesto. Quizá en unos años más esto puede estar en un edificio donde estén trabajando y produciendo todo tipo de artículos. Quién dice que el día de mañana una persona ciega no puede operar una máquina industrial con tecnología Noteikin. Para allá va nuestro sueño.
-¿Cómo les afectó la pandemia?
-Mucho. Antes de la pandemia íbamos al lugar, entregamos los dispositivos, nos funcionaba. Después tuvimos que hacer todo en formato online. Empezamos a sacarle lustre a las capacitaciones online. Lo probamos y sí funcionó. Había personas ciegas con muchas habilidades comunicacionales y que podían hacer las capacitaciones. También nos permitió darnos a conocer afuera de Chile porque empezaron a inscribirse desde otros países.
-¿Noteikin genera recursos para financiarse?
-Opera como una empresa, pero hacemos mucha investigación, desarrollo. Entonces los fondos a los que hemos ido postulando y ganando nos han servido para eso. Ahora, por ejemplo, tenemos congeladas las ventas, porque estamos enfocados en lo que estamos haciendo afuera.
-¿Desarrollan toda la tecnología que usan?
-Hay tecnología desarrollada por nosotros desde cero, pero también hemos ido adaptando cosas para poder otorgarle nuevas herramientas a las personas con discapacidad. Hoy hay tecnología, pero es cara, y es muy lamentable que muchos, que tienen las habilidades, se queden sin oportunidades por no contar con esas herramientas.
-¿Ha servido la Ley de Inclusión Laboral?
-No mucho. La realidad es que la empresa dice 'ya, tenemos cien trabajadores, tenemos que tener una persona contratada con discapacidad'. Lo primero que hacen es buscar entre los trabajadores si tienen alguno. Muchas cumplen con el mínimo o bien pagan la multa. En otros países, sí se fomenta. En Estados Unidos hay un subsidio. Yo diría que estamos recién avanzando de a poco, pero lo que falta aún es abismante. Lo mismo pasa en los colegios.
-¿Qué te motivó a involucrarte en este tipo de empresa?
-Yo fui del estrato social bajo y siempre estudié becada, hasta la universidad. Pero tenía esto de que me iba bien y que fui saliendo adelante. Tuve oportunidades, o sea las busqué, pero fue difícil, me costó. No desde la discapacidad, pero viví la desigualdad y desde esa resiliencia pensé que tenía que aportar con este granito y para que esas desigualdades sean menores.
-Llegará una persona ciega al Congreso, Fabiola Campillai. ¿Tiene alguna expectativa con eso?
-Aunque en el caso de ella lo más bullado es el cómo quedó ciega, lo que le pasó, me alegra que haya salido y tengo la esperanza de que, ya siendo senadora, pueda fomentar políticas públicas en relación a la discapacidad, porque ella lo está viviendo y es distinto cuanto uno lo vive.
Además, que yo sepa, nunca ha habido una persona ciega en el Congreso. Por lo tanto, ahí también tendrá que ponerse tecnología a su disposición, cosa que antes a lo mejor no habían pensado.
-¿Cuál es el sueño, el propósito de tu empresa?
-Creo que el avance de la tecnología hay que aprovecharlo en cosas positivas que puedan aportar a la sociedad. Ayudar a visibilizar que sí se puede y poder dar oportunidades.