Mucho se comenta sobre la baja participación femenina en la toma de decisiones de las empresas, no solo en Chile, sino que a nivel mundial. Así lo demuestran las bajas cifras de mujeres en directorios, en la alta gerencia, en los gremios empresariales y en otros tantos espacios públicos y privados.
Cuando nos vamos al ecosistema emprendedor de base tecnológica, nos encontramos con el mismo panorama, una baja participación de fundadoras de startups, 13% según Boston Consulting Group.
Analizando las causas, sabemos que, desde hace un tiempo el mayor número de graduados de universidades corresponde a mujeres, pero solo un 19% pertenece a las carreras llamadas “STEM” (Ingeniería de Sistemas y Computación, Informática, Telecomunicaciones, Robótica, Software), lo cual es quizás la principal razón de que pocas sigan avanzando en la escala del emprendimiento tecnológico.
Las investigaciones señalan al respecto que las mujeres en este ecosistema, tan innovador y se supone lleno de jóvenes, se encuentran todavía con obstáculos que les hace difícil avanzar adecuadamente en la pirámide.
Es común escuchar la queja, con cierto tono de conformidad, que dice que las instituciones financieras nos dan menos créditos, o que somos tomadas menos en serio en lo que hablamos, entre otras cosas.
Esto es difícil de creer cuando pensamos que los jóvenes deberían ya haber superado gran parte de estas barreras de sesgos inconscientes. Pero al parecer no es así. Los datos son contundentes, una startup fundada por hombres llega a levantar hasta cuatro veces más capital en rondas de financiamiento que una fundada por mujeres según la misma consultora BCG.
Aun cuando hemos avanzado muchísimo en la incorporación de mujeres en las bases de la pirámide empresarial, aún no llegamos a evitar perder el talento femenino en el ascenso de dicha jerarquía (recién alcanzamos un 21% de directoras en empresas Ipsa).
Pero concordemos que todo suceso tiene más de una cara. Así que también hay algo que debemos tomar en cuenta que depende de la visión femenina hacia la toma de riesgos. En mi experiencia, cada vez que me ha tocado entregar incentivos variables a mis ejecutivos basados en metas, las mujeres me pedían que se los entregara en forma pareja durante el año aun cuando podía ser de un monto menor que el esperado para el monto variable. Esto siempre pensé era sólo una casuística, pero los estudios demuestran que efectivamente las mujeres tienen menos tolerancia al riego que sus pares hombres.
¿Es esto malo por definición? Para nada, es un valor que en el ecosistema startups puede jugar un papel importante a la hora de evaluar opciones de jugadas o pivoteos de cambio de rumbo de un emprendimiento. Quizás las mujeres son más cautas y previenen los riesgos porque saben que no le pueden fallar a sus hijos con lo básico para sustentarlos, pero eso les genera también una mayor resiliencia frente al fallo y la capacidad de ser resilientes y perseverantes, cualidades absolutamente indispensables para lograr el éxito y así demostrar que en “la cancha se ven las gallas”.