Un comprensible anuncio de que se revocarán las visas diplomáticas para funcionarios del gobierno del presidente Evo Morales marcó el término del polémico viaje del canciller boliviano David Choquehuanca y una nutrida delegación para supuestamente “inspeccionar” el trato a las cargas y transportistas de su país en los puertos de Arica y Antofagasta, en una visita privada que con precisión fue calificada por el Ministerio de Relaciones Exteriores como una nueva muestra de un ánimo hostil en contra de Chile, en medio además del proceso que se sigue en el Tribunal de Justicia de La Haya tras la demanda que presentó La Paz para buscar una negociación para una salida soberana al mar.
De hecho, ha habido un reconocimiento transversal en el gobierno y parlamentarios de que el viaje de Choquehuanca se inscribe en una operación mediática para seguir cuestionando el Tratado de 1904 -en el blanco de los funcionarios bolivianos-, y para encubrir problemas domésticos en la nación vecina, incluyendo un paro nacional de camioneros, sector al que precisamente la delegación hizo un publicitado respaldo en suelo chileno.
El canciller Heraldo Muñoz ha denunciado “la actitud irresponsable del Gobierno boliviano en esta denominada visita privada” y ha sido claro el contundente rechazo al objetivo y puesta en escena del viaje de Choquehuanca, que como expresaron parlamentarios en una declaración constituye otro de los cada vez más frecuentes “gestos de hostilidad” por parte del gobierno de Morales hacia Chile, en una relación que pasa por su punto más bajo en décadas agravada por las acciones mediáticas y propagandísticas que ya son rutina desde La Paz.