Editorial

Daño tributario a los afiliados a las AFP

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El aumento del impuesto de primera categoría, sumado al cambio en la base sobre la que se aplica el impuesto personal a la renta de los socios o accionistas, tendrá un efecto especialmente nocivo para los 9 millones de afiliados activos del sistema de AFP.

A través de los distintos fondos, los afiliados invierten al menos una porción de sus ahorros previsionales en acciones de Sociedades Anónimas chilenas. A diciembre de 2013, el fondo B -más intensivo en S.A. chilenas que el fondo A- invertía en promedio 14% en estas acciones, mientras que el conservador E, promediaba 0,8%.

El problema es que, a diferencia de otros accionistas, los afiliados no descuentan de sus impuestos personales el impuesto a la renta ya pagado por las empresas, atribuible a dichos dividendos. Y si bien es cierto que estos dividendos no pasan a la base imponible de los ahorrantes, si no hasta el momento en que reciban su pensión, estos créditos tampoco se aprovechan en el futuro. Más aun, la inmensa mayoría de los cotizantes nunca percibirá ingresos tan altos como para ser gravados con una tasa personal del 25%, por lo que no aprovechar el crédito es especialmente regresivo.

Este daño tributario es una inequidad de larga data y la reforma no hace más que agravarla: aumentar el impuesto corporativo no solo reduce las utilidades y por tanto los dividendos aportados a los fondos de los afiliados, sino que aumenta 25% el monto del crédito tributario no aprovechado. A ello se suma el cambio de base, que lleva a que los accionistas deban tributar personalmente por el 100% de la utilidad de la empresa, independiente si se pagan dividendos.

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