Maersk, SQM y Silicon Valley
Tomás Sánchez Director ASECH y Director de Innovación Accenture
- T+
- T-
Tomás Sánchez
Chile, a pesar de tener el 52% de las reservas de litio y los costos de extracción más bajos del planeta, fue superado por Australia como el mayor productor del mineral, con un 43,5% del mercado, mientras acá caemos al 32,8%. En la última semana, la danesa Maersk anunció el cierre de su planta de contenedores refrigerados en San Antonio, dejando sin trabajo a más de 1.200 personas. La empresa explicó que la caída en la demanda era el principal motivo, pero también dejó entrever que era un problema tener que importar el 80-90% de sus insumos desde China, frente a la falta de proveedores locales.
Para profundizar en el primer punto, SQM de nuevo fue noticia, y lamentablemente por los motivos incorrectos. Mientras la mayoría intenta armar de esto una teleserie, desviamos la atención de lo importante: el litio es un activo estratégico para Chile, y sin embargo no está siendo utilizado como catalizador de una nueva industria nacional. Está simplemente siendo explotado por una empresa que va de un escándalo en otro, en desmedro de los intereses de todos.
¿Qué tiene que ver, entonces, SQM con Maersk y Silicon Valley? La existencia o ausencia de un buen ecosistema. En medio de un mundo eléctrico –como certeramente es el futuro cercano– y de las privilegiadas condiciones que tenemos para explotar energía solar, eólica, geotérmica y mareomotriz, el litio debería ser la piedra angular para el impulso de toda una nueva industria capaz de llevarnos al desarrollo, de la mano de valor agregado. O, al menos la excusa para promover y crear una red de proveedores, clientes y empresas complementarias a nivel local, que generen un ecosistema que atraiga talento, y desarrolle conocimiento y tecnología.
La primera vez que escuché la palabra ecosistema me sonó a tollo, otra palabra sofisticada del último libro que alguien se leyó, pensé. Pero estaba equivocado: un ecosistema hace la diferencia en el desarrollo de una industria. En el caso de Maersk, la ausencia de partners con quienes trabajar es uno de los factores que hicieron la diferencia. Los daneses lo sabían y le dieron importancia desde un inicio.
La industria de la innovación reconoce que una de las mayores virtudes de Silicon Valley es la cultura de la colaboración y comunicación. Fue la sinergia entre diferentes empresas lo que permitió esta exitosa dinámica de conocimiento, talento e inversión. Fairchild fue una de las compañías icónicas en el nacimiento de este ecosistema en California, mientras competía con Texas Instruments. No es casualidad que la meca de la innovación no esté en Dallas.
El desarrollo de Chile no vendrá de la mano de empresas más grandes o de valientes emprendedores que sobreviven a duras penas, si no existe un mercado laboral más equilibrado, en un círculo virtuoso de inversión, talento y conocimiento. Para que esto ocurra, se requiere de políticas públicas que inviten a la inversión y la asignación de recursos estratégicos, con la intención de generar sinergias, madurar el ecosistema y desarrollar el país. No simplemente de rentar.