Incentivos: el camino a una educación de calidad
Alexis Montecinos Economista, Candidato a Doctor en Finanzas. MIT
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La educación sin duda sigue siendo el tema de mayor relevancia para la economía chilena. Esta es uno de los factores claves para el crecimiento de largo plazo, ya que a través de esta se logran cambios permanentes en la productividad. Condicional a este argumento y tomando en cuenta la preocupación del gobierno por la productividad, una reforma educacional es completamente necesaria. Es decir, si realmente se desea generar un efecto permanente en productividad es necesario mejorar la educación.
Lo anterior, que parece obvio, es sin embargo una conclusión que no parece tener una fácil implementación. Esta situación se agrava actualmente con las tomas y paros que sin duda poseen un efecto negativo en productividad. Los profesores por un lado con demandas por mayores salarios y los estudiantes por otro pidiendo una educación de calidad. En definitiva estudiantes y profesores desmotivados. Un pésimo equilibrio.
En finanzas corporativas, la teoría de contratos, cada vez más popular, nos enseña cómo generar incentivos de modo de evitar o escapar de este tipo de equilibrios insanos. De este modo, para tener profesores motivados y alumnos contentos con una clase de calidad, es necesario generar los incentivos, “el contrato óptimo”, de modo de conseguir este tipo de esfuerzo por ambas partes.
La situación en Chile es exactamente lo opuesto a un contrato óptimo. Por ejemplo, en nuestro país ser profesor no es visto como ser ingeniero, además el producto que genera, la educación de nuestros hijos, es pagado como si la productividad marginal que generara fuera muy baja. De esta forma hay dos decisiones que deberíamos modificar: La primera es hacer compatible el elegir pedagogía, cuándo se podía elegir ingeniería o derecho. La segunda es que el salario de un profesor sea tanto o más alto que el de un ingeniero o un abogado. Si pensamos que esto no es posible, entonces no entendemos el problema porque hemos estado en el ambiente equivocado toda nuestra vida.
Pero esto no termina acá. Una vez establecido el contrato es necesario supervisar su ejecución, es decir es necesario evaluar que los profesores entreguen la educación que en ese escenario se espera otorguen. Acá la evaluación debe ser tan exigente como lo que ellos exigen, tal como lo es el estándar que debe cumplir cualquier profesional altamente calificado que recibe un alto salario ¿Por qué debería ser diferente? Con este contrato podríamos empezar a pensar en un diseño correcto de incentivos de modo que profesores y alumnos consigan llegar al equilibrio positivo que deseamos para Chile.