Ética en los negocios: ¿“Invitada de piedra” o clave del éxito?
José Antonio Garcés Past President USEC
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A todos nos asombró que una compañía de la envergadura y prestigio de Volkswagen, más bien sus directivos, tomaran decisiones tan miopes y mezquinas como las que todos conocimos hace unos días. La empresa ya ha anunciado que se abocará a la costosa tarea de revisar 5 millones de modelos de la marca que tendrían motores diesel adulterados para aprobar las pruebas de emisiones contaminantes. Luego de ese proceso, tendrá que hacer el mismo trabajo con otros 6 millones de las marcas Audi (que ya demandó a Volkswagen por los daños que este escándalo le ha provocado), Skoda y Seat. Analistas estiman que esta medida reparatoria podría significar 6.500 millones de euros, lo que se sumaría a los costos relacionados con las multas que les impongan en EEUU que podrían llegar a un máximo de 16.000 millones de euros, además de la esperable baja en sus ventas. Pero la mayor pérdida, es sin duda, la del prestigio de marca y de la confianza del mercado. No sólo de clientes, sino de proveedores, concesionarios, accionistas, autoridades, etc. Y ya sabemos lo fácil que es romper la confianza y lo que cuesta recomponerla.
Nuestro país no está exento de su cuota de casos de malas prácticas, abusos y delitos provenientes de algunos actores del mundo empresarial, que también han mermado la confianza ciudadana y la legitimidad del sector. Esto no le hace bien al país, porque la empresa es quizás el agente de cambio social más determinante que conocemos, pues define en gran parte el progreso, la innovación y el bienestar social en todas sus formas. Sin embargo, hay que reconocer que no sólo buenos frutos se derivan de la acción empresarial y es necesario hacernos cargo de las posibles falencias o distorsiones del modelo de mercado dentro del cual operamos.
Ahora bien, estas falencias, ¿son del modelo o de las personas? Si fueran sólo del modelo bastarían más y mejores regulaciones y sanciones. Pero no bastan. Ya vimos como una tremenda empresa burló las más estrictas regulaciones ambientales por bastante tiempo, todo para satisfacer metas y ganancias cortoplacistas. Son en definitiva, las personas las responsables. Sobre todo los líderes, quienes toman decisiones que afectan a muchos. ¿En base a qué criterios las toman? ¿Qué hace que un profesional altamente calificado elija tan mal? Ello no implica no seguir perfeccionando el marco regulatorio, pero sin perder de vista a quien sin duda, está en el origen, centro y fin de toda actividad económica o empresarial: la persona. Quizás, el mundo de los negocios, la ha perdido de vista por demasiado tiempo.
¿Quiénes somos los seres humanos? ¿Cuál es nuestra naturaleza? ¿Qué buscamos? ¿Qué da sentido a nuestra existencia? Disciplinas humanistas como la psicología, la sociología y la filosofía, nos dan luces frente a este tipo de preguntas y han ido tomando cada vez relevancia. No todo puede ser medido. Y aquello que no se mide, querámoslo o no ¡existe! No desaparece por un acto voluntarista. El misterio del ser humano debe ser develado para comprender de una manera más integral el por qué de tantos fenómenos aparentemente inexplicables que a veces ocurren en nuestras propias empresas.
De ello viene a hablarnos en unos días más Domènec Melé, renombrado académico de talla internacional que por más de 20 años se ha abocado al estudio de la ética aplicada al ámbito de la empresa, y a la promoción de lo que él denomina: Management Humanista. Para Melé, quien expondrá en el próximo "Café con..." de USEC (14 de octubre), son cojas las corrientes que se han limitado a enfocar la gestión en la conducta humana (en base a incentivos) o bien, en la cultura organizacional como respuesta a todo lo que ocurre con las personas. Plantea que el desafío del management humanista es alcanzar elevados estándares morales y cultivar las virtudes humanas, a la vez que se gestiona eficientemente la organización. Es decir, la ética no es un añadido o un área deseable a promover en algún código escrito o declaración de valores, sino que es parte de la médula de la gestión, que no es otra cosa que un plan de desarrollo humano y social, además de económico. Una mirada que no sólo no atenta contra los buenos resultados, sino que es la clave de la sostenibilidad y de un éxito duradero.