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El deber de hacer del presupuesto 2013 el pilar de la Innovación y el Desarrollo

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$28.167.282 millones. Ese es el dinero que tiene Chile para repartir entre lo que necesita, lo que hay y lo que se debe hacer. Si vamos por parte, en lo estructural hay grandes avances: el sector Educación se lleva un 23% del total, con $ 6.679.866 millones; en segundo lugar, el Ministerio del Trabajo contará con $ 6.410.011 millones, y lo sigue Salud, con $4.713.209 millones.

Dentro de este escenario, repleto de cifras rimbombantes y estratosféricas, tan solo $ 394.000 millones serán destinados a políticas de innovación y desarrollo, lo que resulta paradójico considerando que 2013 ha sido nombrado con bombos y platillos como el año de la innovación.

Evidentemente la cifra es insuficiente, y más allá del clásico llamado a inyectar más recursos a un sector que necesita tanto una institucionalidad coordinadora, sobre lo que se ha planteado hasta el cansancio que debe ser un Ministerio de Ciencia y Tecnologías, lo que debemos hacer -por ahora- es buscar nuevas alternativas, para que Chile no pierda la oportunidad única, de alcanzar el desarrollo.

En este sentido lo ideal sería que estos recursos no fuesen considerados como segmentados, y que desde los diversos ministerios, de forma transversal, se pudieran hacer cargo del enorme desafío que enfrenta Chile, especialmente desde que comenzó a homologarse con la OCDE.

En esta línea, por nombrar algunos ejemplos, el Ministerio de Defensa podría potenciar la innovación, en temas de rescate o implementación de tecnología militar para el beneficio ciudadano. Así también como Desarrollo Social incrementar sus esfuerzos en fomentar emprendimientos e innovación orientada a mejorar la calidad de vida de los chilenos con menos recursos. Asimismo en Salud, invertir en innovación puede generar soluciones que permitan solucionar la enorme cantidad de problemas de administración y gestión del sector.

Por esto el llamado no es a ver fragmentada esta propuesta presupuestaria, sino a entender la época histórica que estamos viviendo y, en ese sentido, entender que los recursos orientados directamente a la innovación y al desarrollo se deben dirigir, al menos en parte importante, a la articulación de todas las otras ramas gubernamentales, educando respecto a los beneficios y la necesidad de subirse a este tren, para poder así, desde cada centro, desde cada polo de Chile, embarcarnos en el rol que nos exige este momento, un rol marcado por la fuerza de crear y creer en nosotros mismos, como país, para sostenernos en un futuro cercano gracias a nuestros propios talentos y potencialidades.

Es así que este presupuesto 2013, de forma plena, debe ser el presupuesto del desarrollo y la innovación, para el año de la innovación, porque sólo así creceremos como país, y entraremos en tierra derecha hacia el progreso, desde donde miraremos con holgura y satisfacción las próximas partidas presupuestarias, en las que discutiremos cómo repartir los excedentes, y no sobre cómo hacemos para que nos alcance con lo que tenemos.

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