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Diálogos con resultados, el desafío

Danae Mlynarz Puig gerenta Proyecto Institucionalidad de Diálogo Territorial

Por: Danae Mlynarz Puig | Publicado: Martes 5 de diciembre de 2017 a las 04:00 hrs.
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Danae Mlynarz Puig

Desde el Proyecto Institucionalidad de Diálogo Territorial, financiado por el gobierno de Chile a través de Corfo, estamos avanzando en el diseño de una política pública que se haga cargo de la relación entre las empresas, las comunidades y el Estado frente a los grandes proyectos de inversión. La idea es que el diálogo con las comunidades se asuma como permanente durante todo el ciclo de vida de los proyectos y donde progresemos en estándares de relacionamiento debidamente conocidos y respetados por todos y todas.

Un desafío no menor de este diseño es avanzar en diálogos con resultados que permitan romper la fatiga que hoy observamos. Muchas veces para las empresas dialogar es que las otras partes se sienten en la mesa, escuchen, entiendan los argumentos y apoyen las decisiones pre adoptadas. Esta es la barrera del diálogo unidireccional, el diálogo asimétrico entre institución y ciudadanía, que ha erosionado fuertemente la posibilidad de avanzar en participación ciudadana y en diálogo social.

¿Cómo avanzar a que estas instancias permitan convergencias deliberativas en pos del desarrollo social de las comunidades, desde una lógica de acción colaborativa para el desarrollo territorial?

Recientemente el Centro de Filantropía e Inversiones Sociales de la U. Adolfo Ibáñez entregó los resultados de su estudio “Estrategia en los aportes sociales de las empresas”. Éste nos muestra resultados que permiten mirar con optimismo el diseño en el cual estamos trabajando junto a un grupo de universidades, consultoras y fundaciones. Entre ellos destaca que en 2015 las empresas encuestadas donaron en promedio más de US$ 1,5 millones en transferencias en dinero y en torno a los US$ 500 mil en transferencias en especies. Por otra parte, el 94% de las empresas señala que realiza inversión social para “generar valor compartido para la empresa y la sociedad” y que es “parte del rol de nuestra empresa como buen ciudadano”. El 69% sostiene que el objetivo de la contribución social que realizan es “mejorar la calidad de vida de las ciudades donde opera nuestra empresa y viven nuestros trabajadores”, por tanto hay una visión de la importancia del desarrollo territorial del lugar donde operan. Y el 50% señala que mide los beneficios sociales de los proyectos financiados con las donaciones.

De esta forma, se puede apreciar una predisposición de las empresas a aportar al desarrollo territorial y evaluar los resultados de sus inversiones sociales, lo que sin duda es un buen punto de partida para avanzar en considerar que la definición de ese desarrollo y la colaboración para lograrlo, sólo es posible con un rol activo de todos los actores donde avancemos a una convergencia deliberativa que permita contar con un diálogo con resultados.

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