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Consensos o retroexcavadora: ¿Hasta cuándo?

Nicolás León Director ejecutivo IdeaPaís

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Nicolás León

El martes pasado, en la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, fuimos testigos de la ya constante lucha que existe al interior de la Nueva Mayoría entre la lógica del "consenso" y la "retroexcavadora". Esto a propósito de la suspensión de la votación del proyecto de ley de aborto que se realizó por presiones de la Democracia Cristiana.

Por un lado, el presidente de la Comisión -quien estaría presionado desde La Moneda-, hace ya una semana decidió dejar de escuchar a las instituciones que se habían inscrito para plantear sus puntos de vista. Por otro lado, la DC sacó a la luz un documento que cuenta con el apoyo de su Consejo Nacional, instando a la Nueva Mayoría a promover la lógica de la acogida y el acompañamiento como condición previa para entrar a debatir el aborto como "solución" al problema del embarazo vulnerable.

Sin embargo, esta tensión no es nueva. El pasado 22 de enero, tres diputados DC, cuatro de RN, juntos a los independientes Iván Fuentes y Alejandra Sepúlveda, presentaron una moción para dar protección integral a la mujer y a su hijo que está por nacer. Este proyecto, que busca que se acoja y acompañe a las mujeres otorgando especial protección frente a discriminaciones arbitrarias, está durmiendo en el Congreso sin haber sido siquiera discutido. Esta realidad contrasta con el exitoso resultado de 100 votos a favor que consiguió el proyecto de resolución

N° 337 que busca reincorporar el programa el Programa de Atención y Apoyo a Madres Adolescentes (AMA) que fue suspendido arbitrariamente por la administración Bachelet dejando desamparadas a las más de 7.500 que se habían beneficiado en éste.

Cabe preguntarse entonces por qué algunos miembros de la Nueva Mayoría, tanto en el gobierno como parlamentarios, insisten en imponer una ley de aborto cuando existe una salida alternativa, la cual cuenta con un apoyo transversal. Sumando a esto, observamos que la inmensidad de instituciones de la sociedad civil, como la Fundación Chile Unido, Acompañar-es, Anónimos por la Vida, Proyecto Esperanza y muchas otras, que se han dedicado a acoger a esas mujeres, logran, con altísimas tasas de éxito, solucionar el drama del embarazo vulnerable de una manera humanitaria y rehabilitadora. Luego, no es posible entender por qué se empeñan en "avanzar sin transar", en vez de promover proyectos que generen acuerdo y entreguen verdaderas soluciones.

Tanto detractores como promotores, científicos y testimonios sostienen que el aborto es un mal social, una pésima política que desde el Estado daña a las mujeres que se lo practican con gravísimas consecuencias físicas y psicológicas. Entonces, hasta cuándo tendremos que esperar para que se avance en los consensos en vez de imponer una mala e ideológica "solución". Esa es la pregunta de fondo que nuestros parlamentarios, especialmente los de la Comisión de Salud, tendrán que contestar las próximas semanas.

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