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Ciencia, tecnología e innovación para el desarrollo

Andrés Zahler Jefe División de Innovación, Ministerio de Economía

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Andrés Zahler

Recientemente, la Comisión Presidencial Ciencia para el Desarrollo entregó su informe a la presidenta luego de seis meses de trabajo. Se realizó un profundo análisis y discusión, y se entregaron propuestas concretas, en aspectos tan relevantes como la investigación orientada a temas país, el fomento de una cultura de ciencia y tecnología, la transferencia tecnológica, mejoras de la institucionalidad, entre otros. Todo ello abordado con una mirada de largo plazo que permita a nuestro país alcanzar un nivel de desarrollo y bienestar sustentables, inclusivos y equitativos, basado en el conocimiento.

No me extenderé en el diagnóstico, que es conocido y compartido por todos, sino más bien en los desafíos que se vislumbran. Sabemos que gastamos poco en I+D, que nuestra comunidad científica es pequeña en términos relativos a países con similar ingreso per cápita y que nuestra economía es poco diversificada y basada en recursos naturales. Sin embargo, Chile debe aprovechar y expandir el conocimiento y los resultados provenientes de la ciencia, tecnología e innovación con los fines de diversificar los sectores productivos generando nuevos negocios e industrias, así como subsanar y prever problemas de importancia país, tales como enfermedades crónicas, envejecimiento de la población, escasez hídrica, necesidad de nuevas fuentes de energía, cambio climático y un uso ambientalmente sustentable de nuestros recursos.

Para enfrentar lo anterior, la Comisión propone triplicar nuestras capacidades al año 2030, especialmente en áreas prioritarias, formando y consolidando masas críticas en aquellas disciplinas vinculadas a estos retos. Lo anterior, acompañado de infraestructura adecuada, equipamiento de punta y recursos suficientes y estables.

Necesitamos que esto ocurra no sólo en la academia y centros de investigación, base de nuestro sistema de hoy, sino también en el sector productivo. Esta es la clave y mayor desafío para transformar nuestro país en torno a la CTI. Para que esto ocurra, necesitamos clara y urgentemente una mayor conexión entre las necesidades de innovación de las empresas con la investigación y las capacidades del mundo científico.

Desde hace ya un tiempo, la política pública ha fomentado esta vinculación a través de instrumentos directos como Idea- Fondef e Inserción de Investigadores de Conicyt, e indirectos como la Ley 20.241 que establece un incentivo tributario a la investigación y desarrollo (I+D). A ellos se suman los nuevos instrumentos de Corfo: Vouchers de Innovación, Contratos Tecnológicos para la Innovación, Programa de Innovación Tecnológica Empresarial y los Programas Estratégicos de Especialización Inteligente.

Así, el Estado puede dar un puntapié inicial y ser el motor en el corto plazo, como ha sucedido inicialmente en la mayoría de los países que hoy crecen en base a innovación. Sin embargo, son nuestros empresarios y emprendedores los que deben tomar la posta liderando, orientando y realizando I+D+i a futuro. Nuestro desafío está en dar consistencia, permanencia y prioridad política a la innovación como motor esencial de desarrollo, y en un trabajo mancomunado con el sector privado, expandir estas posibilidades a través de la construcción de confianza y colaboración público-privada. El trabajo e informe de la Comisión nos muestran un horizonte y metas claras en ese sentido. Trabajemos en conjunto como sociedad para lograrlos.

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