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Chile: Back to normal

Matías Braun

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En la última encuesta de expectativas del Banco Central se incorporó por primera vez el crecimiento proyectado para el 2017. Lo más probable es que, cuando se les pregunta sobre lo que pasará en dos años más, los economistas piensen en algo estructural más que cíclico; algo así como el crecimiento potencial. La mala noticia es que la cifra es de sólo 4%, casi un punto menor al promedio desde que comenzó la encuesta. El propio banco bajó su rango de crecimiento potencial y seguramente el comité de expertos hará lo mismo en su próxima reunión. El 4% es lo que normalmente crece el mundo y lo que, en promedio, crecimos nosotros desde los 50s. Es decir, después de 25 años en que crecimos dos puntos sobre el mundo, parece que volvemos a lo normal.


Detrás hay un componente bien importante relacionado con el menor precio del cobre, que ahora se espera que vuelva a sus niveles normales o de largo plazo. Lo mismo con las políticas. Causa escándalo las reformas que se realizan. Pero de afuera las cosas se toman con bastante más naturalidad. Prueba de ello son las grandes inversiones que han estado haciendo los extranjeros el último par de años, incluso con compras de grandes empresas en sectores altamente expuestos a cambios en la regulación. Y es porque perciben que las políticas convergen a las de un país, de nuevo, normal. Los impuestos suben, pero es que eran bien bajos. Se regula y aumenta el financiamiento público de la educación, como normalmente sucede en el mundo. Nos empezamos a preocupar más de la competencia, los derechos del consumidor y del inversionista, el cuidado del medio ambiente y la opinión de las comunidades. También se carga el balance de poder más hacia el lado de los trabajadores. Todo en la dirección de la normalidad.


Era esperable: la normalidad es el equilibrio. Tiene la bondad de que las cosas son sustentables en el largo plazo pero ser normal no significa ser mejor. De hecho fue justamente la anormalidad económica y política que vivimos el último cuarto de siglo la que nos hizo despegar y sobrepasar a los demás países. Nos tiene impactados, eso sí, la velocidad a la que nos estamos moviendo. De tanto estirar el elástico, ahora el péndulo se nos fue con mucha fuerza hacia el otro lado. Y es que no fuimos capaces de ir moviéndonos progresivamente hacia una situación de país "normal potenciado". Es decir, tratando de lograr lo que normalmente persiguen los países pero a través de medios novedosos y más eficientes. Y ahora llegamos a que, en la cabeza de la gente, todo está fundamentalmente mal y hay que partir de cero, incluso con una nueva Constitución. Peor aún, la percepción es que ni la comunidad empresarial ni los políticos son capaces de llegar a un equilibrio razonable y mejorar lo necesario en vez de echar todo abajo y partir de cero.


Esta actitud no es positiva. La forma en que salgamos de este enredo en que estamos metidos nos da la posibilidad de demostrarle al mundo que somos unos normales especiales. Soy optimista en que todos pondremos la parte que nos corresponde.

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